C¨®mo ser escritor en un mundo que no te deja escribir
Cada vez m¨¢s autores consagrados usan estas aplicaciones para mantener el ritmo editorial, pese a las distracciones de Internet
Parece extra?o que alguien que decide escribir no pueda aguantar el suplicio del silencio y la barra parpadeante del cursor m¨¢s de media hora. Un escritor que no tolera ese suplicio es como un pir¨®mano postul¨¢ndose para el ingreso en un cuerpo de bomberos. Pero m¨¢s extra?o es que en la mayor¨ªa de los casos as¨ª sea. Que los ingenios que tienen tiempo de contemplar c¨®mo la p¨¢gina sigue en blanco son los que se erosionan m¨¢s r¨¢pido. Y que, por otro lado, se hayan escrito tan grandes diarios desde las c¨¢rceles m¨¢s inmundas y aplaudidos reportajes novelados desde los hoteles asediados de las peores guerras. Ahora esos dos frentes acaban de aliarse gracias a la tecnolog¨ªas como Write or Die, una aplicaci¨®n que busca recrear la incomodiad y la urgencia en la comodidad de un despacho.
Aplicaciones como Write or Die (Escribe o Muere) ofrecen distintas formas de presionar al usuario para que su ritmo de escritura no decaiga. Lanzan mensajes recordatorios. Emiten sonidos desagradables. Y, en ¨²ltima instancia, borran lo escrito si el autor no se le aplica
El prop¨®sito de esta aplicaci¨®n, que ya va por la segunda edici¨®n y que han empleado algunos conocidos novelistas, es hacer de institutriz victoriana que golpea con una regla de madera en los nudillos del aprendiz de pianista si deja de practicar. De hecho, su lema es Putting the prod in productivity (un juego de palabras que, por traducir, podr¨ªamos dejar en Somos el pinchazo de la productividad). Y ofrece distintas formas de presionar al usuario para que su ritmo de escritura no decaiga. En su nivel Amable, salta un mensaje en p¨¢gina para recordarte con m¨¢s o menos cortes¨ªa que debes escribir. En el Normal, el trato se recrudece: los altavoces del ordenador emiten un sonido horroroso cada vez que el autor se rasca la coronilla demasiado rato. La Kamikaze afea las cosas. cuando se deja de teclear, se obra la pesadilla m¨¢s recurrente en un escritor: las palabras empiezan a esfumarse, a borrarse una detr¨¢s de otra. De la ¨²ltima fase, Nyan Cat, llamada as¨ª por uno de los memes m¨¢s delirantes de la historia de Internet, mejor ni hablar. La pantalla se vuelve rosa, p¨²rpura, color Apocalipsis, como el cielo de un conflicto b¨¦lico. Son los colores del meme pero es como escribir en un Beirut en guerra.
Jonathan Franzen, autor de Libertad, escribe en un ordenador que inhibe su conexi¨®n a Internet
Como curiosidad, Write or Die es de las buenas. Pero tambi¨¦n es algo m¨¢s. Una respuesta a una cuesti¨®n mucho mayor, m¨¢s horizontal y que puede afectar m¨¢s de lo que pensamos a c¨®mo se escribe hoy en d¨ªa. Durante un tiempo, los autores ten¨ªan la ventana de su despacho como mayor distracci¨®n cuando se pon¨ªan a escribir. Quiz¨¢ tambi¨¦n ten¨ªan que poner un candado en su nevera. El problema actual, que pretenden solventar a la tremenda algunas de estas apps para escritores, es que esa ventana es ahora la del ordenador, que invita a postergar lo que se est¨¢ escribiendo para huronear en los perfiles de Facebook de desconocidos, teclear cualquier cosa en Google (el propio nombre, un s¨ªntoma extra?o, lo que sea) o comprar un billete de avi¨®n para irse lejos de la habitaci¨®n donde se supone que est¨¢s escribiendo. Es decir, uno vive en perpetua distracci¨®n. A uno le leen en perpetua distracci¨®n. Y ese es el mundo en el que est¨¢n medrando aplicaciones como estas.
Uno de sus usuarios es David Nicholls, autor de novelas tan entra?ables y dulces como Todo en un d¨ªa (en ella, ir¨®nicamente, los empleados a media jornada de un restaurante mexicano echaban en falta m¨¢s tiempo para consagrarse a sus inquietudes m¨¢s art¨ªsticas). Se marc¨® 400 palabras por hora. ¡°Era como escribir con una pistola en la cabeza¡±, confes¨® en el festival literario de Cheltenham. Si bien admiti¨® que escribi¨® 35.000 palabras que fueron directamente a la papelera, a partir de ellas reescribi¨® una novela que se clasific¨® para el Booker.
David Nicholls, autor de novelas tan entra?ables como Todo en un d¨ªa, us¨® Write or Die. ¡°Era como escribir con una pistola en la cabeza¡±, confes¨® en el festival literario de Cheltenham. Le salieron 400 palabras. Fueron casi todas a la papelera. Pero a partir de ellas reescribi¨® una novela que se clasific¨® para el Booker
Porque Write or Die es el F¨¹hrer de este tipo de aplicaciones. Hay otras muchas, generalmente algo m¨¢s amables. Written? Kitten! a¨²na el amor institucional de Internet por los gatetes con los bloqueos literarios: si el autor es bueno y se aplica entregando un n¨²mero de palabras, se le recompensar¨¢ con un adorable minino. Con este sistema trabaja tambi¨¦n 750 Words, que otorga puntos al que m¨¢s trabaje y permite ver c¨®mo lo llevan otros esforzados usuarios de la aplicaci¨®n. OmmWriter provee m¨²sicas relajadas para poder escribir. Para aquellos que prefieren escribir una cafeter¨ªa porque el silencio puede ser a¨²n m¨¢s alienante, Coffitivity ofrece un fondo sonoro que emula el tintineo de las tazas y el runr¨²n de conversaciones. Songza va m¨¢s all¨¢ y ofrece una paleta s¨®nora con ritmos relajados a la carta.
Incluso Jonathan Franzen, probablemente el autor anglosaj¨®n que, en novelas como Libertad, m¨¢s ha criticado la aceleraci¨®n y lo fragmentado de nuestra cultura, intent¨® escribir en un ordenador que inhib¨ªa su conexi¨®n a Internet. Aplicaciones como AntiSocial bloquean las tentaciones de las redes sociales y otras, gratuitas, como SelfControl impide acceder a webs que distraen (hasta que el plazo expira, no puedes acceder a ellas incluso aunque reincides tu equipo; StayFocused, en la misma l¨ªnea maraca el tiempo en 45 minutos al d¨ªa). Todo sea por seguir en el d¨ªa en el que es la m¨¢quina quien le dice al hombre: ¡°Escribe, escribe, maldito¡±.
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