Lo que Gibraltar esconde
Reino Unido tiene en el Pe?¨®n una gran base militar naval, a¨¦rea y de inteligencia
En su reciente intervenci¨®n ante la Cuarta Comisi¨®n de las Naciones Unidas, el ministro principal de Gibraltar ha instado a Espa?a a no perder el tiempo en lo que ha calificado como vanos juegos de soberan¨ªa y a mostrar madurez y responsabilidad; al mismo tiempo, ha vuelto a manifestar su veto a cualquier negociaci¨®n entre nuestro pa¨ªs y el Reino Unido. Nada nuevo en su conocida posici¨®n de desdibujar la realidad y negar la doctrina de Naciones Unidas sobre la descolonizaci¨®n de ese territorio, tareas a las que se dedica con ah¨ªnco.
En efecto, el pasado mes de julio Fabi¨¢n Picardo viaj¨® a Madrid, se pase¨® por la Carrera de san Jer¨®nimo y estuvo en el Congreso de los Diputados. Tambi¨¦n pas¨® por Sevilla. Cumpliendo una planificada y apretada agenda, fue recibido por representantes de la Izquierda Plural, PNV y ERC en despachos del Congreso y cen¨® con un antiguo presidente auton¨®mico andaluz y un diputado socialista.
No hay nada que objetar a que el se?or Picardo visite en Espa?a lugares distintos a Sotogrande, donde se sabe que acostumbra a ir. Pero como en los ¨²ltimos tiempos se nos ha despertado un esp¨ªritu cr¨ªtico hacia el comportamiento de nuestros pol¨ªticos, podr¨ªamos precipitarnos a censurar la actuaci¨®n de quienes aceptaron reunirse con alguien que representa a un territorio colonial sobre el que tenemos varias controversias con el Reino Unido. Cayendo en esa tentaci¨®n, podr¨ªamos preguntarnos acerca de si institucionalmente es adecuado darle la oportunidad de estar dentro del edificio del Congreso al mismo tiempo en que se estaba celebrando un pleno en el que el presidente del Gobierno proced¨ªa a informar sobre el Consejo Europeo de finales de junio e incluso imaginarnos la bochornosa situaci¨®n de que se produjera un encuentro inesperado entre ambos en los pasillos del edificio. Podr¨ªamos, en fin, dudar del sentido de Estado de quienes han colaborado para darle al se?or Picardo un minuto de gloria.
Sin embargo, es preferible intentar ser constructivos y tratar de encontrar otra justificaci¨®n a la conducta de los representantes de la soberan¨ªa popular espa?ola en tales encuentros. Este ejercicio de buena voluntad puede hacerse gracias a que el propio Picardo inform¨® a la prensa de que en esas reuniones ¨¦l hab¨ªa explicado ¡°la realidad de Gibraltar¡±, lo que proporciona una pista importante sobre los temas presuntamente tratados.
La condici¨®n de para¨ªso fiscal es incompatible con la normativa de la Uni¨®n Europea
Una parte importante de esa realidad es que el Reino Unido viene incumpliendo sistem¨¢ticamente su obligaci¨®n de negociar con Espa?a para alcanzar una soluci¨®n definitiva del contencioso, pese a lo dispuesto a?o tras a?o por las Naciones Unidas. Otra dimensi¨®n de la realidad gibraltare?a ha sido puesta de relieve por la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude y tiene que ver con el contrabando y el blanqueo de capitales, actividades respecto de las que la OLAF pide que se abran diligencias judiciales. Est¨¢ tambi¨¦n la condici¨®n de para¨ªso fiscal, cuya incompatibilidad con la normativa de la Uni¨®n Europea ha sido declarada m¨¢s de una vez por la Comisi¨®n y el Tribunal de Justicia de la UE, as¨ª como el lucrativo negocio de apuestas por Internet estimulado por una tributaci¨®n baj¨ªsima.
Pero hay adem¨¢s otro aspecto de la realidad de Gibraltar que pasa m¨¢s desapercibido, pese a ser un factor decisivo que explica la posici¨®n brit¨¢nica. Lo que Gibraltar esconde es una gran base militar naval y a¨¦rea y una base de inteligencia, en instalaciones dispersas por el istmo y en el Pe?¨®n y su interior, en tierra y en mar. Desde ellas, el Reino Unido controla la puerta del Mediterr¨¢neo, mantiene una red de alta tecnolog¨ªa para la captaci¨®n de informaci¨®n y dispone de un puerto para sus buques y submarinos de propulsi¨®n nuclear.
En estas bases se encuentra el verdadero inter¨¦s brit¨¢nico, no en vano fueron la principal raz¨®n que hizo fracasar la ¨²ltima negociaci¨®n, en 2002. Para el Reino Unido, todo lo dem¨¢s ¨Cincluidos los intereses de la poblaci¨®n de Gibraltar- es secundario, una pantalla ¨²til que enmascara el fondo del asunto. Sabiendo que los gibraltare?os prefieren seguir siendo brit¨¢nicos porque creen que as¨ª se asegura mejor su privilegiada situaci¨®n, el Reino Unido no arriesga nada comprometi¨¦ndose a respetar sus deseos y al mismo tiempo consigue un escudo protector de apariencia moderna y democr¨¢tica. En buena medida, la poblaci¨®n local es una excusa.
?Les parece bien esta realidad a los representantes pol¨ªticos que se reunieron con Picardo en Madrid? ?Consideran admisible que el Reino Unido mantenga tales capacidades militares y de inteligencia al otro lado de la Verja? ?Creen que Espa?a, un pa¨ªs miembro de la UE y de la OTAN, puede admitir que su aliado brit¨¢nico le deje al margen del control del Estrecho, ignorando las operaciones y movimientos que se desarrollan en las bases?
Desechando la deriva cr¨ªtica a la que pueden llevarnos las apariencias, es mejor pensar que los diputados espa?oles que se vieron con el ministro principal de Gibraltar est¨¢n preocupados por estas cuestiones y que as¨ª se lo transmitieron. Incluso, quiz¨¢ aprovecharon para trasladarle su inquietud porque hasta el presente el Reino Unido no ha extendido a Gibraltar la aplicaci¨®n de los convenios m¨¢s importantes relacionados con el terrorismo, el material nuclear y el armamento convencional. Cabe esperar tambi¨¦n que empiecen a presentar iniciativas parlamentarias destinadas a cambiar esta situaci¨®n.
Y si no es as¨ª, entonces es que no hablaron de la realidad de Gibraltar, ni se ocuparon de lo que Gibraltar esconde. En ese caso, ser¨ªa mucho m¨¢s dif¨ªcil hallar una explicaci¨®n en la que esos diputados parezcan algo m¨¢s que unos compa?eros de viaje en un tour propagand¨ªstico.
Paz Andr¨¦s S¨¢enz de Santa Mar¨ªa es catedr¨¢tica de Derecho Internacional P¨²blico de la Universidad de Oviedo
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