¡°No tenemos dinero ni para echar sal a la comida¡±
Medio mill¨®n de empleadas del textil de Camboya no cubren sus necesidades b¨¢sicas con lo que ganan Una campa?a internacional pide que los salarios aumenten a 140 euros al mes
A las mujeres camboyanas que fabrican la ropa que vestimos m¨¢s al Oeste no les salen las cuentas. Ellas viven con 72 euros al mes, ganados tras pasar seis d¨ªas a la semana ¡ªy en algunos casos, los siete¡ª pegadas a una m¨¢quina de coser durante 12 horas, a veces m¨¢s. Pese a que los costes de vida del pa¨ªs son muy bajos, su sueldo queda muy lejos de los 282 euros (395 d¨®lares) que Asia Floor Wage Alliance, organizaci¨®n internacional que defiende los derechos de los trabajadores, considera una cantidad m¨ªnima aceptable para cubrir gastos de vivienda, alimentaci¨®n, sanidad o educaci¨®n, entre otros. Esto significa que las casi 500.000 mujeres que trabajan en el sector textil camboyano no tienen acceso a los servicios m¨¢s b¨¢sicos y adem¨¢s trabajan en recintos muy inseguros donde los accidentes laborales son el pan de cada d¨ªa. El ¨²ltimo ocurri¨® el pasado 21 de octubre, cuando una de las plantas del edificio que ocupa la empresa Nishiku, en la provincia de Takeo, se desplom¨®. Cinco mujeres resultaron heridas.
La precariedad de las trabajadoras de Camboya es similar a la de sus vecinas de Malasia, China, Bangladesh o Indonesia, donde la brecha entre el sueldo que cobran y el salario medio se repite como un calco. Viven jornadas interminables en las que, como aut¨®matas, hacen subir y bajar la aguja el¨¦ctrica sin descanso, en las que s¨®lo pueden levantarse una vez al d¨ªa para comer frugalmente y durante las que permanecen sentadas en un duro taburete sin respaldo. Hartas de aguantar una vida miserable, llevan a?os sumidas en una espiral de huelgas y protestas para reclamar subidas salariales y mejoras en sus condiciones laborales.
A las camboyanas no les ha salido gratis: la ¨²ltima revisi¨®n salarial se produjo en diciembre 2013, cuando el Gobierno fij¨® el salario m¨ªnimo en esos 72 euros o 100 d¨®lares, muy lejos de las reivindicaciones sindicales e insuficiente para cubrir las necesidades b¨¢sicas. Los sindicatos iniciaron huelgas y movilizaciones que fueron violentamente reprimidas. El 3 y 4 de enero murieron cuatro trabajadores, 40 resultaron heridos y 23 fueron detenidos. Y los frutos de su activismo van llegando a marchas forzadas. El mismo d¨ªa en que Inditex anunciaba beneficios de 928 millones de d¨®lares, miles de trabajadoras arrancaban una nueva campa?a para reclamar una subida salarial a los 140 euros (177 d¨®lares) al mes. La lucha est¨¢ siendo dura: en la primera protesta callejera, el pasado 17 de septiembre en Phnom Penh, m¨¢s cien militares armados con rifles de asalto fueron desplegados para vigilar a los miles de manifestantes que se echaron a las calles. Dos l¨ªderes sindicales fueron detenidos, aunque no se registraron incidentes violentos.
La industria textil es la m¨¢s importante de Camboya desde los a?os noventa. Solo en 2012, el 95% de sus exportaciones proven¨ªan de este sector, que granje¨® unos ingresos estimados en 3.380 millones de euros, seg¨²n los datos recopilados por la red internacional Ropa Limpia, integrada por ONG y sindicatos, que vela por los derechos de estas trabajadoras y apoya la demanda de los sindicatos que exigen 177 d¨®lares como un primer paso hacia el pago de un salario digno. "Un salario digno querr¨ªa decir que el salario que una trabajadora gana en una semana de trabajo est¨¢ndar (sin exceder 48 horas) es suficiente para cubrir sus necesidades b¨¢sicas y las de su familia lo que incluir¨ªa alojamiento, alimentaci¨®n, educaci¨®n, cuidados m¨¦dicos, transporte y un ingreso discrecional (posibilidad de ahorro)", explica Eva Kresler, representante de Ropa Limpia en Espa?a. "La fuerza laboral de la industria de ropa de Camboya la componen en un 80% mujeres de entre 18 y 35 a?os con ni?os y familias a su cargo. Los costes de la vivienda, alimentaci¨®n, transporte... crecen y el salario m¨ªnimo actual es sencillamente insuficiente para vivir incluso haciendo horas extraordinarias", completa.
Alrededor de un 85% de las 500 f¨¢bricas que hay por todo el pa¨ªs pertenecen a multinacionales extranjeras, sobre todo asi¨¢ticas (China, Taiw¨¢n, Singapur o Malasia) que se aprovechan de la mano de obra barata del pa¨ªs. Las cinco mayores marcas establecidas en Camboya son H&M, GAP, Levi Strauss & Co, Adidas y Target. En sus instalaciones y en las de otras empresas se registraron durante 2012 hasta 2.100 desmayos debido a las p¨¦simas condiciones de trabajo, denuncia el informe Shop til they drop.
Tan solo tragedias como las 1.132 muertes en el derrumbe del edificio Rana Plaza, acaecido en abril de 2013 en Bangladesh, consiguen centrar la atenci¨®n internacional sobre las miserables condiciones laborales de estas mujeres. Pero recientemente hubo un episodio que oblig¨® de nuevo a posar la mirada sobre este rinc¨®n del mundo: Anniken J?rgensen, una influyente bloguera de moda noruega de 17 a?os, acus¨® directamente a H&M, el gigante sueco de la moda barata, de explotar a las trabajadoras de sus f¨¢bricas en Camboya.
La adolescente hab¨ªa participado junto a otros dos chicos de su edad en Sweat shop (¡°f¨¢brica de explotaci¨®n¡±) un reality show de la televisi¨®n de su pa¨ªs que los llev¨® hasta este pa¨ªs para compartir durante un mes casa, trabajo y vida con mujeres empleadas en una f¨¢brica textil. Durante ese tiempo, los tres concursantes vivieron con Soki, una joven de 25 a?os que cobra tres d¨®lares al d¨ªa por coser. En el programa no se mencionaba ninguna marca de ropa, pero J?rgensen, muy impresionada tras haber comprobado con sus propios ojos c¨®mo se produce la moda que ella consume, no se arredr¨® y se?al¨® directamente con el dedo desde su blog a H&M e inici¨® una dura campa?a contra la marca pese a que Aftenposten, el medio que hab¨ªa organizado el programa, le prohibi¨® hablar de este asunto. "Una chica dijo que hab¨ªa cosido durante 14 a?os la misma costura del hombro de un jersey. ?Qu¨¦ tipo de trabajo es ese?", se preguntaba desconsolada ante la c¨¢mara de televisi¨®n. "Su madre no muri¨® por una enfermedad o porque la mataran, muri¨® de hambre porque no ten¨ªan para comer", relata sobre otra trabajadora de 19 a?os con la que se entrevist¨®.
A causa del revuelo que gener¨® la campa?a de denuncia de J?rgensen. H&M neg¨® toda acusaci¨®n con un comunicado en el que aseguraba que no fueron contactados durante el transcurso de la grabaci¨®n. "No se han visitado ninguno de los proveedores de H&M, ni se ha hablado con nosotros sobre nuestra labor en sostenibilidad ni sobre ninguno de nuestros esfuerzos en este sentido!, indica la multinacional, al tiempo que recuerda que en los rankings independientes internacionales, como el ?ndice de Sostenibilidad Dow Jones, la Lista Global 100 y las Compa?¨ªas m¨¢s ?ticas del Mundo, H&M est¨¢ valorada entre las compa?¨ªas que asumen mayor responsabilidad social y medioambiental.
Mientras desde las calles de Phnom Penh las trabajadoras siguen clamando por un sueldo digno, dos activistas camboyanos han recorrido durante el mes de octubre varios pa¨ªses europeos para dar a conocer su campa?a por los 177 d¨®lares. Reclaman a las marcas de ropa que tomen las medidas necesarias para garantizar que todas sus trabajadoras reciban un salario digno. Tambi¨¦n solicitan a los gobiernos de los pa¨ªses productores que los sueldos m¨ªnimos establecidos en el sector sean dignos y van m¨¢s all¨¢: quieren que los pa¨ªses europeos controlen a sus empresas para que asuman sus responsabilidades por el impacto que tienen sobre la vida de las trabajadoras de sus cadenas de suministro.
El incremento salarial que las trabajadoras de Camboya reclaman no les reportar¨¢ ni de lejos una calidad de vida digna, pero que s¨ª supondr¨ªa una peque?a mejor¨ªa en su d¨ªa a d¨ªa. ¡°El salario m¨ªnimo da para una persona, pero necesitamos suficiente para poder mantener una familia, hijos y a nuestros ancianos padres. Si me pongo enferma, no puedo permitirme ir al m¨¦dico, no tenemos dinero para echar sal a la comida¡±, se quejaba una manifestante a las c¨¢maras de Sweat Shop durante una protesta en Camboya.
A¨²n as¨ª, las grandes empresas textiles que emplean a estas mujeres solo abren la mano a marchas forzadas. El pasado 20 de septiembre, s¨®lo tres d¨ªas despu¨¦s de la multitudinaria protesta que realizaron las trabajadoras camboyanas en Phnom Penh, ocho multinacionales de la moda anunciaron que est¨¢n dispuestas a pagar mejores salarios a sus empleadas. Estas empresas, que incluyen a grandes como H&M, Inditex o Primark, han escrito al primer ministro camboyano y al presidente de la Asociaci¨®n de Fabricantes de Ropa de decir que estaban "listos para asumir salarios m¨¢s altos" en su pol¨ªtica de precios, seg¨²n inform¨® el diario brit¨¢nico The Guardian. Igualmente, H&M firm¨® un acuerdo con la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT) para mejorar los salarios, la capacitaci¨®n de sus empleados y las condiciones en las f¨¢bricas y cadenas de suministro en la industria de la confecci¨®n, facilitar la organizaci¨®n sindical.
No obstante, ninguna empresa ha aclarado de cu¨¢nto ser¨¢ ese aumento. "No han apoyado publicamente el incremento a los 177 d¨®lares y tampoco se han comprometido con cifras concretas. Todav¨ªa es un misterio lo que significa cuantitativamente un salario digno en Camboya para estas empresas", advierte Kreisler.
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