C¨®mo nos enga?an las caras
De pocas cosas nos fiamos tanto como de la informaci¨®n que transmite un rostro. Aunque no nos demos cuenta c¨®mo nos afecta
Creemos conocer bien a alguien cuando reconocemos sus expresiones faciales. C¨®mo se le pierde la mirada cuando est¨¢ haciendo planes, o c¨®mo se muerde el labio inferior cuando reprime un pensamiento, o c¨®mo mira a diferentes sitios cuando est¨¢ mintiendo. Nos creemos la informaci¨®n que transmiten las caras de forma casi religiosa, es una de nuestras convicciones m¨¢s firmes de cuantas usamos para movernos por el mundo. Por eso cuando nos rompen ese esquema, como ha hecho esta semana con la actriz Ren¨¦e Zellweger, nos afecta de una forma tan profunda. Aunque ning¨²n ejemplo explica mejor nuestra relaci¨®n con las caras (la nuestra y la de los dem¨¢s) que las fotos que perfil que ahora deben resumir al m¨¢ximo c¨®mo somos: elegimos la nuestra con la idea de transmitir una imagen y, para los dem¨¢s, nos quedamos con las primeras impresiones.
?El problema? Que por lo general nos dejamos enga?ar por las caras.
En los ¨²ltimos a?os la psicolog¨ªa social lleva estudiando con ah¨ªnco el c¨®mo juzgamos a las personas seg¨²n sus atributos f¨ªsicos. Desde por qu¨¦ los hombres guapos lo tienen m¨¢s f¨¢cil a la hora de buscar trabajo hasta porqu¨¦ nos fiamos antes de pol¨ªticos de buen ver que los de f¨ªsico anodino, los estudios acad¨¦micos sobre la fisonom¨ªa, la supuesta ciencia de conocer la personalidad de la gente s¨®lo leyendo sus rostros, se han multiplicado, pese a que los resultados de las investigaciones ofrecen en numerosas ocasiones m¨¢s interrogantes que conclusiones certeras. En un reportaje reciente en The Atlantic, Christopher Olivola, profesor en la Universidad Carnegie Mellon, explicaba que la apariencia y c¨®mo percibimos el rostro de los dem¨¢s influye de manera decisiva nuestro voto, negocios e incluso los asuntos legales. ?Podr¨ªa un juez modificar su veredicto porque el acusado le parece mejor o peor persona s¨®lo por la cara que tiene? Seg¨²n Olivola, esa idea no es tan descabellada a la luz de sus investigaciones en el campo de la psicolog¨ªa conductual: ¡°Cuando vemos la cara de cualquiera, podemos hacer un buen n¨²mero de juicios realmente ¨²tiles, como qu¨¦ edad tiene, su estado emocional, su g¨¦nero, etc¨¦tera. Para ese tipo de cosas, la cara nos ayuda. Pero hay mucha literatura acad¨¦mica que demuestra que nuestra lectura de las caras no acaba ah¨ª.¡±
Las caracter¨ªsticas que atribuimos a las personas por tener una cara con cejas m¨¢s anchas y mand¨ªbula agresiva, por poner un ejemplo, no son para nada inocentes. Olivola asegura que nuestros prejuicios tienen serias implicaciones en c¨®mo tratamos a los dem¨¢s, a nivel personal y laboral, sobre todo porque el ¡°no me f¨ªo de su cara¡± sigue pesando m¨¢s en nuestras decisiones que otros detalles sobre la persona en cuesti¨®n m¨¢s relevantes y rigurosos. ¡°El hecho de que muchas decisiones est¨¦n influidas por la morfolog¨ªa facial de la gente ser¨ªa menos preocupante si la fisonom¨ªa fuera un indicador fuerte y fiable de la personalidad", escribe Olivola en su ¨²ltimo art¨ªculo sobre la fisonom¨ªa y los prejuicios sociales. "Por desgracia, el examen cuidadoso de los datos sugiere que no es as¨ª."
Al ver la cara de alguien, podemos hacer un buen n¨²mero de juicios ¨²tiles, como qu¨¦ edad tiene, su estado emocional, su sexo, etc¨¦tera. Para ese tipo de cosas, la cara nos ayuda. Pero hay mucha literatura acad¨¦mica que demuestra que nuestra lectura de las caras no acaba ah¨ª Christopher Olivola, profesor en la Universidad Carnegie Mellon
Creer conocer a la gente por su cara viene de muy lejos. Desde la antigua Grecia se practica la fisonom¨ªa y como recuerdan Ran Hassin y Yacoov Trope en su art¨ªculo de referencia Facing Faces: Studies on the Cognitive Aspects of Physiognomy, incluso Arist¨®teles podr¨ªa haber escrito un largo tratado acerca de esta disciplina. Sin embargo, el gran pico de popularidad de la fisonom¨ªa tuvo lugar a finales del siglo XVIII y el XIX, con la difusi¨®n del ensayo de Johann Caspar Lavater El arte de conocer a los hombres por la fisionom¨ªa, que contribuy¨® al posterior auge de la controvertida frenolog¨ªa, disciplina que categorizaba a los criminales seg¨²n la forma y protuberancias del cr¨¢neo. Esos episodios algo siniestros de la psicolog¨ªa parecen superados, pero para Olivola, de hecho, la l¨ªnea que separa las pr¨¢cticas psiqui¨¢tricas del pasado con las del presente es demasiado fina. Aunque han pasado m¨¢s de dos siglos desde las lecciones de Lavater, afirma el cient¨ªfico, seguimos pensando que la cara es el espejo absoluto de c¨®mo son las personas y que a ciertos rostros, ciertas conductas. Quiz¨¢ por ello, pocos daban cr¨¦dito el pasado junio que un tipo tan sexy como Jeremy Meeks, conocido como el delincuente m¨¢s guapo del mundo, se dedicara a lo que se dedicaba. Tras su arresto y su fama propulsada en las redes sociales, ahora es modelo.
"La gente est¨¢ convencida de que los empresarios que parecen m¨¢s competentes son m¨¢s valiosos, y por eso obtienen salarios m¨¢s altos", cuenta Olivola al hilo de esta idea, y sabemos que la apariencia de los ejecutivos no hacen mejorar los resultados de las empresas bajo su liderazgo. La fisonom¨ªa resulta, y lo afirma el experto, inconsistente por mucho que pensemos que unas cejas arqueadas y muy pobladas pertenecen a una persona temeraria. Las trampas psicol¨®gicas de las primeras impresiones son prejuicios, advierte Olivola, y el dicho de que el rostro es la puerta hacia nuestra alma no deja de ser un bonito mito.
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