La esperanza tunecina
El pa¨ªs celebra sus primeras elecciones legislativas mientras sus vecinos luchan contra el Estado Isl¨¢mico
Si todav¨ªa queda esperanza, es T¨²nez quien la mantiene. La primavera ¨¢rabe de 2011 es ahora el g¨¦lido y sangriento invierno del califato. La dictadura militar ha regresado a Egipto. No hay nada parecido a unas estructuras estatales en Libia, donde imperan las guerrillas tribales enfrentadas. La guerra civil siria se ha extendido a Irak, donde el Estado Isl¨¢mico aterroriza al mundo con sus decapitaciones y amenaza la estabilidad de la regi¨®n. Y a pesar de todo, T¨²nez sigue en su transici¨®n y ahora celebra este domingo sus primeras elecciones legislativas bajo la nueva Constituci¨®n, la m¨¢s laica y liberal de la regi¨®n, mientras prepara, ya para noviembre, las primeras presidenciales de la nueva democracia.
Muchos son los factores que explican el ¨¦xito tunecino. No hay divisiones sectarias ni religiosas como en casi todos los pa¨ªses de Oriente Pr¨®ximo. Tampoco hay una tradici¨®n de gobierno militar, puesto que la dictadura de Ben Ali era policial. Su partido islamista, Ennahda, es m¨¢s moderado y flexible que los Hermanos Musulmanes egipcios, hasta el punto de que ha gobernado, ha sabido dejar el Gobierno y ha favorecido el consenso. No tiene gas ni petr¨®leo como sus dos vecinos, origen y objeto de disputas en toda la zona. Pero la causa central de la excepci¨®n tunecina es que tiene una sociedad civil vibrante y unas clases medias educadas y europeizadas.
La guerra contra el Estado Isl¨¢mico tambi¨¦n se libra en las urnas tunecinas
Su transici¨®n no ha sido hasta ahora un camino de rosas. La econom¨ªa no suele acompa?ar a las transiciones, y los tunecinos han podido comprobarlo con la ca¨ªda del turismo y de las inversiones. La violencia pol¨ªtica, principalmente islamista, se ha incrementado. Este mismo a?o fueron asesinados dos dirigentes izquierdistas y laicos y se da la extra?a circunstancia de que T¨²nez es el pa¨ªs ¨¢rabe que ha suministrado m¨¢s combatientes a las filas terroristas del Estado Isl¨¢mico de Irak y Siria.
Tambi¨¦n la actual campa?a electoral se ha visto ensangrentada por un terrorismo que tiene en la frontera con Libia un foco de tr¨¢fico de armas y en el paro juvenil y el enorme fracaso escolar el caldo de cultivo para el reclutamiento. Hay unos 3.000 tunecinos que combaten por el califato en Siria e Irak, sin contar otros centenares m¨¢s que se encuadran en grupos terroristas con base en el propio T¨²nez. Ellos son la otra cara de la moneda del islamismo moderado, que ha sabido participar en la vida pol¨ªtica tunecina y construir un consenso constitucional con las fuerzas laicas, pero a costa de romper con un importante segmento de la poblaci¨®n radicalizada que constituye la clientela del radicalismo isl¨¢mico.
Los tunecinos no quer¨ªan una Constituci¨®n isl¨¢mica pero se enfrentan con los partidarios de un Estado que convierte la shar¨ªa en la ¨²nica constituci¨®n legal que deben obedecer todos los musulmanes. La guerra contra el Estado Isl¨¢mico tambi¨¦n se libra en las urnas tunecinas.?
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