Amenaza al sistema
La corrupci¨®n exige el saneamiento urgente de las instituciones para evitar males mayores
Un nuevo episodio de corrupci¨®n cay¨® ayer ¡ªuna vez m¨¢s¡ª sobre los hombros de unos ciudadanos que asisten, entre indignados y resignados, al estallido de esc¨¢ndalos en los que est¨¢n implicados pol¨ªticos de todo el espectro, pero sobre todo del Partido Popular. La macrooperaci¨®n que inici¨® la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil condujo a la detenci¨®n de decenas de personas que, presuntamente, han participado en una trama de comisiones sobre contratas por un valor de 250 millones de euros en los dos ¨²ltimos a?os.
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Las comisiones no se destinaron, aparentemente, a financiaci¨®n irregular de partidos; se desviaron para el ¡°lucro personal¡± de los acusados. Francisco Granados, uno de los hombres fuertes del Ejecutivo de Esperanza Aguirre, seis alcaldes de Madrid ¡ªcuatro del PP, uno del PSOE, el de Parla, y un independiente¡ª y el presidente de la Diputaci¨®n de Le¨®n, tambi¨¦n del PP, est¨¢n entre los detenidos, adem¨¢s de empresarios y mediadores. La reacci¨®n de ambos partidos fue fulminante: los implicados ser¨¢n suspendidos de militancia y se les pedir¨¢ su dimisi¨®n.
Por si faltaban m¨¢s pruebas, esta investigaci¨®n demuestra que la corrupci¨®n alcanza a todas las formaciones con responsabilidades de Gobierno en los distintos niveles de la Administraci¨®n en las ¨²ltimas d¨¦cadas. De la extensi¨®n territorial de sus tramas, el n¨²mero de imputados y la gravedad de los delitos se deduce que no es un epifen¨®meno indeseable que engrasa y acompa?a la actividad pol¨ªtica, sino parte intr¨ªnseca del propio sistema.
Las oportunidades de corrupci¨®n crecieron de forma exponencial con la construcci¨®n del Estado auton¨®mico y la potenciaci¨®n de la vida municipal, sin el acompa?amiento del refuerzo del control de un creciente gasto p¨²blico. Y ello coincidi¨® con una fuerte competencia de partidos de nueva planta ¡ªla base de estabilidad de la democracia¡ª necesitados de generosas (y opacas) fuentes de financiaci¨®n. Tambi¨¦n los pactos entre formaciones de ideolog¨ªas dispares, incluidos a veces los sindicatos, han sido caldo de cultivo de acuerdos corruptos o de compraventa de voluntades para asegurar el consenso o encubrir actividades dudosas. La lentitud de la justicia, la inutilidad de las auditor¨ªas de cuentas, la incapacidad de los Parlamentos para controlar e investigar a los Ejecutivos, la negligencia e incluso complicidad de los Gobiernos y la autoindulgencia generalizada de los dirigentes de los partidos hicieron el resto. Nada ni nadie fren¨® cuando todav¨ªa se estaba a tiempo la extensi¨®n creciente de la podredumbre que iba pasando de una manzana a otra hasta alcanzar al cesto entero.
El car¨¢cter sist¨¦mico de la corrupci¨®n proporciona f¨¢cil y demag¨®gica munici¨®n a quienes propugnan una ruptura, no con el sistema corrupto, sino con el constitucional, incluso para buscar soluciones de signo opuesto a la democracia. Confundir la corrupci¨®n con el consenso constitucional alcanzado en 1978 es el m¨¢s perverso de los resultados que pueden cosechar los corruptos. Los partidos pol¨ªticos todav¨ªa mayoritarios tienen que ser conscientes de su responsabilidad en estos momentos y situarse, si es que a¨²n est¨¢n a tiempo, en la vanguardia de una regeneraci¨®n aut¨¦ntica, no de la farsa que algunos pretenden. Ya que no pueden impedir la investigaci¨®n de sus actividades delictivas, algunos prefieren, como Sans¨®n, perecer bajo las columnas del templo con todos los filisteos.
Queda el consuelo de que algunos instrumentos del sistema a¨²n funcionan: la trama descubierta ayer lo fue porque hubo funcionarios p¨²blicos que han cumplido con su obligaci¨®n. Pero quienes insisten en mirar para otro lado y relativizar el problema parecen no entender que los pol¨ªticos corruptos son, tambi¨¦n, enemigos genuinos de la democracia y del consenso constitucional.
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