Sobre la Ley de Propiedad Intelectual
Espa?a pagar¨¢ muy cara la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual que se aprob¨® el pasado jueves. La nueva ley es un semillero de pleitos interminables porque su interpretaci¨®n es misi¨®n casi imposible. Ni con buenos profesores de lengua, un espa?ol medio puede analizar gramaticalmente las frases injertadas en el nuevo art¨ªculo 32.2 y los juristas expertos son incapaces de explicar la inserci¨®n del avispero de los agregadores de contenidos y de los buscadores junto a la cita cient¨ªfica y a la ilustraci¨®n docente.
Adem¨¢s, el Gobierno considera que las multinacionales con ventas multimillonarias de materiales y equipos de reproducci¨®n y copia privada de contenidos protegidos tienen un inter¨¦s digno de mayor tutela que los autores, los titulares de derechos y los consumidores. Por eso, en Espa?a deben pagar todos los contribuyentes lo que en la Uni¨®n Europea pagan las empresas de copia. Este dislate, que ha llamado la atenci¨®n del Tribunal Supremo, convierte a Espa?a en una pen¨ªnsula bananera, pues se requisa la propiedad privada a los peque?os particulares (creadores) para ayudar a las multinacionales, dispens¨¢ndolas de un gasto que hasta 2011 asum¨ªan como el resto de Europa. Da miedo averiguar cu¨¢l sea la verdadera finalidad de la norma y la del legislador.
La mayor¨ªa de pa¨ªses desarrollados que respetan los derechos humanos tienen un alto nivel de protecci¨®n de la propiedad intelectual, y esto acarrea un mayor nivel educativo. La falta de una s¨®lida educaci¨®n musical equiparable a la europea hace que los escolares espa?oles fracasen en matem¨¢ticas y que los adultos no sepan escuchar ni hablar sin chillar. La ignorancia o la soberbia de los responsables de esta reforma nos costar¨¢ muy caro: el abismo de los informes PISA se agrandar¨¢ con Finlandia, la investigaci¨®n universitaria se frenar¨¢ y los creadores tendr¨¢n dif¨ªcil vivir de sus obras y creaciones, aunque las use todo el mundo.¡ª Jos¨¦ Miguel Rodr¨ªguez. Madrid.
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