Sol¨¦ Tura y el derecho a decidir
La autodeterminaci¨®n s¨®lo est¨¢ justificada para combatir sistemas antidemocr¨¢ticos. Como explic¨® el fallecido ponente constitucional, la independencia ser¨ªa una cat¨¢strofe econ¨®mica y social para los independizados
Jordi Sol¨¦ Tura fue ampliamente conocido por su condici¨®n de pol¨ªtico durante los a?os de la Transici¨®n. Entonces tuvo un papel de primera fila como diputado comunista y, muy especialmente, como ponente constitucional, fue uno de los siete ¡°padres de la Constituci¨®n¡±. Pero Sol¨¦ ten¨ªa ya una larga historia detr¨¢s como activo luchador por la democracia, como universitario y como intelectual. Un bagaje nada com¨²n entre los pol¨ªticos de hoy.
En uno de sus ¨²ltimos libros (Nacionalidades y nacionalismo en Espa?a. Autonom¨ªas, federalismo y autodeterminaci¨®n, Alianza, Madrid, 1985) dedica un cap¨ªtulo a estudiar el contenido del llamado derecho de autodeterminaci¨®n, hoy tan de moda bajo el nombre de derecho a decidir. En realidad, le¨ªdo hoy, casi 30 a?os despu¨¦s de su publicaci¨®n, todo el libro, y no s¨®lo este cap¨ªtulo, tiene un gran inter¨¦s, no ha envejecido con el tiempo, quiz¨¢s al contrario: la perspectiva actual nos permite valorar mejor muchos de sus enfoques y juicios, algunos premonitorios.
La reflexi¨®n de Sol¨¦ sobre el derecho de autodeterminaci¨®n est¨¢ provocada por una an¨¦cdota parlamentaria. En la Comisi¨®n Constitucional del Congreso, durante el proceso de redacci¨®n de la Constituci¨®n, el diputado Letamend¨ªa, entonces de Euskadiko Ezquerra, propuso una enmienda para introducir el derecho de autodeterminaci¨®n. La propuesta, como era de esperar, fue rechazada con el voto en contra de todos los diputados asistentes, a excepci¨®n de Marcos Vizcaya, representante del PNV, que se abstuvo. Pero lo que sorprendi¨® a Sol¨¦ ¡ªque por supuesto vot¨® en contra¡ª fue que Miquel Roca Junyent y Rudolf Guerra, representantes de Converg¨¨ncia y del PSC, respectivamente, se ausentaron de la sala unos minutos antes de la votaci¨®n alegando repentinas y nada cre¨ªbles ¡°urgencias fisiol¨®gicas¡±, llegando incluso a enviarle una nota mediante un ujier del Congreso, en la que le instaban a que tambi¨¦n ¨¦l experimentara tan repentinas ¡°urgencias¡±.
?Por qu¨¦ los nacionalistas y los socialistas catalanes se sintieron tan inc¨®modos ante la enmienda Letamend¨ªa y decidieron ausentarse en el momento de la votaci¨®n? ?Por qu¨¦ este comportamiento tan ambiguo precisamente en esa cuesti¨®n? En el fondo, todo el cap¨ªtulo es una indagaci¨®n para intentar responder a estas preguntas.
Muchos partidos catalanes de izquierda est¨¢n jugando peligrosamente con la consulta
Sol¨¦ Tura parte de un concepto de derecho de autodeterminaci¨®n semejante al de la ONU, en especial el contenido en la Resoluci¨®n 2625 (1970) de su Asamblea General, cuando trata del derecho a la libre determinaci¨®n de los pueblos. Sol¨¦ considera este derecho como ¡°un principio democr¨¢tico indiscutible, pues significa que todo pueblo sometido contra su voluntad a una dominaci¨®n exterior u obligado a aceptar por m¨¦todos no democr¨¢ticos un sistema de Gobierno rechazado por la mayor¨ªa tiene derecho a su independencia y a la forma de Gobierno que libremente desee¡±. Desde esta perspectiva, afecta a la soberan¨ªa externa y a la interna, es decir, tanto a la independencia, a que un Estado no est¨¦ sometido a la voluntad de otro Estado (soberan¨ªa externa), como tambi¨¦n a la democracia, a que ciudadanos libres e iguales puedan elegir a sus gobernantes (soberan¨ªa interna).
Debe subrayarse que esta concepci¨®n del derecho de autodeterminaci¨®n se expresa exclusivamente en t¨¦rminos de democracia, de libertad y de igualdad, sin mezcla alguna con el principio de las nacionalidades, defendido desde las ideolog¨ªas nacionalistas, seg¨²n el cual toda naci¨®n, entendida en sentido cultural o identitario, tiene derecho a un Estado propio.
Muestra Sol¨¦ como este derecho solo est¨¢ justificado, en determinados contextos pol¨ªticos, para combatir a sistemas absolutistas y antidemocr¨¢ticos en los que no se respetan los derechos fundamentales. Por ejemplo, en el pasado, adem¨¢s de los precedentes de Estados Unidos y de las colonias espa?olas en Am¨¦rica, se invoc¨® el derecho de autodeterminaci¨®n en las luchas contra los grandes imperios ruso, austroh¨²ngaro y otomano, que desaparecieron tras la guerra europea. M¨¢s tarde, lo invocaron tambi¨¦n los movimientos anticoloniales tercermundistas de mediados de siglo pasado. En todos estos supuestos se trataba de independizarse de la metr¨®polis no por cuestiones de identidad nacional sino porque las leyes eran discriminatorias e imped¨ªan a los colonizados estar en situaci¨®n de igualdad de derechos respecto de los ciudadanos de la metr¨®polis.
El car¨¢cter instrumental del derecho de autodeterminaci¨®n se ve claro en la disputa entre Lenin y Rosa Luxemburgo. El primero estaba a favor del derecho de autodeterminaci¨®n porque la Rusia de los zares era un gran imperio absolutista y su desmembraci¨®n pod¨ªa ser aprovechada para llevar a cabo reformas democr¨¢ticas. Por el contrario, Rosa Luxemburgo, que era polaca, estaba en contra del derecho de autodeterminaci¨®n porque ello supondr¨ªa en su pa¨ªs el triunfo de la aristocracia nacionalista m¨¢s reaccionaria. ¡°No se trataba de una discusi¨®n gen¨¦rica, abstracta y dogm¨¢tica ¡ªdice Sol¨¦ Tura¡ª sino de una discusi¨®n pol¨ªtica en funci¨®n de unos problemas muy concretos (¡) El derecho de autodeterminaci¨®n no puede verse nunca al margen del contexto pol¨ªtico en que se proclama y se ejerce¡±.
Es precisamente en las p¨¢ginas finales donde Jordi Sol¨¦ hace unas consideraciones sobre el contexto pol¨ªtico espa?ol del momento en que se publica el libro. ¡°En un pa¨ªs como el nuestro a estas alturas del siglo XX ¡ªdice¡ª creo que no se puede seguir hablando del derecho de autodeterminaci¨®n como mero principio ideol¨®gico, es decir, sin explicar claramente sus implicaciones pol¨ªticas y, por tanto, sin ponerlo en relaci¨®n con nuestro proceso hist¨®rico, con el modelo de Estado que hemos heredado y con el que se define en la Constituci¨®n (¡)¡±. Y a?ade que la izquierda no puede ser ambigua en este tema ya que tal ambig¨¹edad solo puede beneficiar a los partidos nacionalistas ¡°en la medida que estos tienen en la ambig¨¹edad su raz¨®n de ser¡±, pero ¡°la izquierda no puede ser ambigua so pena de dejar de ser izquierda¡±.
La corrupci¨®n hace da?o a la democracia, pero tambi¨¦n la ignorancia y el relativismo moral
Llegados a este punto, Sol¨¦ analiza las consecuencias de la independencia de una parte de Espa?a y la creaci¨®n de un nuevo Estado. Sostiene que un proceso que condujera a este objetivo significar¨ªa una grave conmoci¨®n para el conjunto y, en especial para el nuevo territorio formalmente independiente, supondr¨ªa una ¡°aut¨¦ntica cat¨¢strofe econ¨®mica y social¡±.
Y agrega: ¡°Aun suponiendo que el derecho de autodeterminaci¨®n se entendiese como una consulta electoral en el territorio que aspirase a la independencia, es indudable que a esta consulta electoral s¨®lo se podr¨ªa llegar, o bien a trav¨¦s de un proceso insurreccional, o bien a trav¨¦s de una gran batalla pol¨ªtica, con elementos insurreccionales por medio (¡) Un conflicto de estas caracter¨ªsticas no ser¨ªa un choque entre la izquierda y la derecha, ni entre el progresismo y la reacci¨®n, sino un conflicto que atravesar¨ªa todas las clases sociales de Espa?a y que escindir¨ªa profundamente la sociedad (¡)¡±. Siguiendo con la l¨®gica de estos razonamientos, Sol¨¦ Tura se pregunta si todo ello no ¡°significar¨ªa tambi¨¦n la ruptura de todos los partidos, sindicatos y grupos de la propia izquierda¡±, para concluir diciendo que ¡°la izquierda no puede jugar con el derecho de autodeterminaci¨®n¡±.
En los ¨²ltimos a?os, muchos partidos de izquierda catalanes, en concreto el PSC e IC, est¨¢n jugando con el derecho de autodeterminaci¨®n, al que ahora denominan derecho a decidir. En este mes se cumplen cinco a?os de la muerte de Jordi Sol¨¦ Tura. Uno siente nostalgia de ciertos viejos pol¨ªticos, de su forma anal¨ªtica y racional de enfocar los problemas, de sus vastos conocimientos, de su coherencia con unos principios, de emitir opiniones sin estar obsesionados por la repercusi¨®n de las mismas en las encuestas en los sondeos y en las pr¨®ximas elecciones.
La corrupci¨®n econ¨®mica hace mucho da?o al sistema democr¨¢tico. Pero tambi¨¦n hace da?o, quiz¨¢s m¨¢s, la ignorancia y el relativismo moral: juguemos al derecho a decidir, parece que una mayor¨ªa lo quiere, no vaya a ser que perdamos votos. Sol¨¦ Tura era de una madera distinta.
Francesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional.
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