La falsa impunidad del teclado
Diez personas son detenidas por enaltecimiento del terrorismo y amenazas en Internet
Se dice que casi ning¨²n conductor se atrever¨ªa a proferir las barbaridades que a veces suelta a otros conductores si llevara las ventanillas bajadas. Algo pasa con las redes sociales, los comentarios en p¨¢ginas web y algunos blogs cuando una proporci¨®n muy importante de sus usuarios est¨¢n convencidos de que van con las ventanillas subidas.La detenci¨®n de 10 personas por el momento ¡ªy la imputaci¨®n de otras dos, menores de edad¡ª por apolog¨ªa del terrorismo muestra hasta qu¨¦ punto esa sensaci¨®n de impunidad se ha extendido por unas redes que, en teor¨ªa, deber¨ªan servir para acercar a las personas y en la pr¨¢ctica son a menudo un semillero de odio y un amplio cat¨¢logo de todos los delitos que se pueden cometer de palabra.
En muchos foros es casi imposible asistir a una discusi¨®n mesurada sobre cualquier tema. No son necesarias m¨¢s que algunas frases para que se disparen los improperios, aparezca la famosa ley de Godwin ¡ªa medida que la discusi¨®n se alarga la posibilidad de que Hitler o los nazis sean mencionados tiende a uno¡ª y afloren expresiones susceptibles de caer en el terreno del C¨®digo Penal.
Pero hay casos peores. Los detenidos en la segunda parte de la Operaci¨®n Ara?a no son personas que han sufrido un calent¨®n en un debate cibern¨¦tico y han escrito exabruptos deplorables y condenables. Esta gente ha enaltecido sistem¨¢ticamente el terrorismo que m¨¢s muerte ha sembrado en Espa?a ¡ªETA, Grapo y Al Qaeda¡ª y se ha burlado reiteradamente de las v¨ªctimas y sus familiares. Han deseado la muerte de otras personas y han propuesto que fueran objetivo de ataques terroristas como los que han costado la vida a cientos de conciudadanos.
Conviene repetirlo las veces que sea necesario: en Internet no existen ni el anonimato ni la impunidad, aunque a veces parezca lo contrario. El que la v¨ªctima de un acoso cibern¨¦tico no sepa qui¨¦n le est¨¢ amenazando no significa que la polic¨ªa no lo pueda localizar. Un alias no tiene ni siquiera el grosor de la ventanilla de un autom¨®vil. Y lo que es delito en la calle tambi¨¦n lo es en un teclado. En un pa¨ªs democr¨¢tico no se puede amenazar impunemente en Internet. Doce ciudadanos espa?oles lo saben desde ayer.
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