Volver a la mesa
Rajoy y Mas deben dialogar y negociar con independencia de c¨®mo eval¨²en el 9-N
Como no hubo censo, ni autoridad electoral, ni sistema transparente de recuento, ni garant¨ªas de veracidad m¨¢s que la civilidad de los ciudadanos, los resultados del 9-N catal¨¢n no son num¨¦rica ni pol¨ªticamente computables con exactitud. Si acaso, por aproximaci¨®n podr¨¢ inferirse que el Gobierno de Artur Mas obtuvo al mismo tiempo un ¨¦xito y cosech¨® un fracaso. Es un ¨¦xito movilizar a un segmento muy nutrido de ciudadanos en un evento que hab¨ªa sido en principio ilegalizado. Y sin incidencias rese?ables.
Editoriales anteriores
Y al mismo tiempo un fracaso: en las peores circunstancias para unionistas y federales, los participantes rondaron, en el mejor de los casos, un tercio de los convocados, algo que se emparenta con las cifras ¡ªunos dos millones¡ª de votantes soberanistas en convocatorias formales. No se sabe hoy exactamente cu¨¢ntos son, ni se sabr¨¢ ma?ana el porcentaje, porque la posibilidad de votar contin¨²a y porque se ignora en cu¨¢nto el presunto censo desborda los 5,4 millones: quiz¨¢ supere los 6,3 millones. Tanta cuesti¨®n aleatoria e interpretable da la medida de cu¨¢n poco fiable ha sido el experimento.
La jornada, por tanto, ha sido in¨²til desde el punto de vista de medir los verdaderos deseos de los catalanes. Lo que no significa que no tenga una rentabilidad pol¨ªtica para quienes la convocaron. A Mas le sirve para tratar de afirmar su liderazgo entre las filas soberanistas. Sobre todo frente a un Oriol Junqueras cuyo esquem¨¢tico discurso binario ¡ªindependencia ya, o nada¡ª pespuntea un ligero declive, por lo menos temporal. Otra cosa sucede respecto al Gobierno central. El resultado seguramente ni a?ade ni quita nada sustantivo a la necesidad de retomar el di¨¢logo y la negociaci¨®n. Aunque el abrumador recuerdo del malestar de una gran parte de la sociedad catalana vuelve a enfatizar su necesidad.
Pero no es esa la ¨²nica raz¨®n por la que el presidente Rajoy debe volver a la mesa del di¨¢logo que se interrumpi¨® a final de julio. Hay m¨²ltiples motivos para ello. Empezando porque ambos, Rajoy y Mas, quedaron emplazados a dar cauce a la lista de 23 peticiones concretas ¡ªen bastantes casos, razonables¡ª presentadas por el l¨ªder catal¨¢n. Siguiendo porque cada vez resulta menos comprensible, desde el punto de vista de la funcionalidad del sistema democr¨¢tico, la ausencia de porosidad a las reivindicaciones de un segmento considerable de la sociedad: no hay precedente en nuestra democracia de movilizaciones tan nutridas que hayan sido ignoradas. Y concluyendo porque no debe echarse a perder ¡ªa riesgo de irresponsabilidad¡ª otro a?o, el ¨²ltimo de la legislatura.
Vuelvan pues a la mesa de julio. Pero sabiendo que ello no bastar¨¢, ni de lejos, m¨¢s que como pre¨¢mbulo. M¨¢s all¨¢ de las cuestiones concretas, ambos Ejecutivos deben trazar un plan de trabajo, un m¨¦todo y un calendario ¨¢gil para identificar el elenco de grandes cuestiones susceptibles de reformas decisivas (competencias, financiaci¨®n, lengua...) que puedan pavimentar una soluci¨®n cre¨ªble, compartible y duradera.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.