¡°Antes rob¨¢bamos a los turistas, hoy les ofrecemos tours¡±
Expandilleros de algunas de las bandas que generaban m¨¢s inseguridad en Ciudad de Panam¨¢ se han convertido en empresarios del Casco Antiguo
Una veintena de expandilleros se han convertido en due?os de sus propios negocios en Panam¨¢. Son algunos de los exl¨ªderes de las ya desaparecidas pandillas de los Hot Boys, La Terraza y Ciudad de Dios. Hace unos a?os luchaban entre ellas y se disputaban el control del Casco Antiguo de la capital.
Los reci¨¦n estrenados emprendedores ahora preparan mojitos; graban hits de ¨¦xito a los artistas musicales del momento o ejercen de gu¨ªas tur¨ªsticos. Precisamente, cinco de estos hombres se graduaron recientemente en gesti¨®n en turismo.
"Antes rob¨¢bamos a los turistas, hoy les ofrecemos tours tur¨ªsticos", dice Jaffet Glissant, antiguo miembro de la pandilla Ciudad de Dios. "Yo era uno de los que robaba la c¨¢mara, el bolso o el tel¨¦fono a los turistas". La delincuencia en el ¨¢rea, dice, est¨¢ pr¨¢cticamente extinta.
Glissant tiene 33 a?os y cuenta que ha pasado m¨¢s de ocho en la c¨¢rcel. Tiene en casa dos hijas mellitas y es conocido por todos los vecinos entre calle Nueve y calle Trece, antiguas fronteras de la pandilla de Ciudad de Dios, tambi¨¦n conocida como Los Hijos de Dios.
A su alrededor, se observan edificios con los balcones ca¨ªdos, paredes desconchadas y bolsas de basura en el suelo. Un hombre come un plato de arroz en medio de una acera mientras observa la comitiva de turistas que acompa?a Jaffet.
La ola restauradora de inmuebles desatada en el Casco Antiguo apenas ha llegado a esta ¨¢rea, aunque todo parece indicar que nada la detendr¨¢, ni tampoco se parar¨¢ la ola de desplazamientos a la que se enfrentar¨¢n los actuales habitantes de cada una de estas viviendas desfavorecidas, tambi¨¦n conocidas como casas condenadas, cuando sus leg¨ªtimos propietarios decidan restaurarlas.
El programa Esperanza Social Venture forma parte de la iniciativa privada de la Fundaci¨®n Calicanto y gracias a ¨¦l se han capacitado e introducido en la vida laboral m¨¢s de 20 expandilleros en un a?o.
Cada s¨¢bado, Glissant, su hermano Luis y otros tres compa?eros muestran a los turistas las calles donde hace unos a?os operaba su banda, entre calle Novena y calle Trece, un lugar donde a¨²n se pueden encontrar en las paredes de viejos edificios pintadas alusivas a Ciudad de Dios.
El Casco Antiguo, tambi¨¦n conocido como San Felipe, fue construido en el a?o 1673. Tres siglos despu¨¦s, en 1976, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Sus edificios, en su mayor¨ªa son de arquitectura espa?ola, francesa y americana.
Cada s¨¢bado el callej¨®n Fortaleza se transforma con la m¨²sica, las luces, y el olor del pescado frito que ellos mismos preparan a los viajeros.
Uno de estos antiguos inmuebles restaurado es hoy sede del American Trade Hotel. Hace unos a?os era ocupado por los pandilleros de Ciudad de Dios y lo utilizaban para localizar desde una de sus ventanas a los turistas despistados que llegaban a la plaza Herrera. Entonces, pocos visitantes se atrev¨ªan a llegar hasta all¨ª, porque no era un lugar seguro. Hoy, el Casco Antiguo es una de las zonas m¨¢s transitadas por los turistas.
La gira de los s¨¢bados comienza en la Plaza Herrera, justo enfrente del American Trade Hotel. (A s¨®lo 500 metros se encuentra la el palacio presidencial con vistas a la bah¨ªa de Panam¨¢). En el tour, Glissant adem¨¢s de contar pasajes de la historia colonial, tambi¨¦n habla de su propia historia personal, "qui¨¦nes ¨¦ramos, lo que hac¨ªamos y lo que queremos hacer...".
Este expandillero dice estar viviendo la segunda oportunidad de su vida. "Nos hemos dado cuenta de que haciendo cosas de forma positiva tambi¨¦n se puede llevar sustento a casa". Y ya tiene clara su pr¨®xima meta: "Quiero terminar mi bachiller, y una vez en la universidad, licenciarme en Derecho".
Alrededor de 200 pandillas contin¨²an activas en el pa¨ªs seg¨²n cifras oficiales. El Gobierno, a trav¨¦s del programa Armas por comida, fomenta la entrega voluntaria de pistolas por los expandilleros y tambi¨¦n, al igual que el programa Esperanza, promueve la capacitaci¨®n profesional en diversos sectores a estos grupos.
Al finalizar el paseo tur¨ªstico, el reci¨¦n graduado Glissant conduce a los turistas al lugar rebautizado como callej¨®n Fortaleza. Antiguamente esta era la v¨ªa de escape que utilizaban los pandilleros para huir de la polic¨ªa. Cada s¨¢bado, se transforma con la m¨²sica, las luces, y el olor del pescado frito que ellos mismos preparan a los viajeros.
"La idea del restaurante o la de las giras tur¨ªsticas es de ellos. Nuestra misi¨®n es asesorarles y ayudarles a hacer realidad su idea de negocio. Ellos ten¨ªan ya habilidades emprendedoras cuando eran pandilleros", explica Matt Landau, el cofundador del programa Esperanza.
La pobreza, la desigualdad, las desintegraci¨®n del n¨²cleo familiar o la exclusi¨®n son algunas de las causas que facilitan el ingreso de j¨®venes en actividades criminales, particularmente en las pandillas, alertan los expertos.
El Chorrillo es uno de los barrios m¨¢s peligrosos de la capital paname?a. Situado junto al Casco Antiguo, es aqu¨ª donde a¨²n operan algunas pandillas. "Nuestro objetivo es que se disuelvan y capacitar a sus 160 miembros en distintas ramas profesionales", dice Matt Landau. "Es una tarea dif¨ªcil. Lo m¨¢s complicado es que los expandilleros no vuelvan a sus antiguos h¨¢bitos. Mantener el ¨¦xito es lo m¨¢s dif¨ªcil. Alrededor del 40% de los capacitados se mantienen activos dentro del programa".
En el proceso, lo fundamental es la voluntad de cambio. El trabajo no empieza hasta que el l¨ªder de una pandilla invita a los colaboradores del Programa Esperanza a entrar en su comunidad. Una de las historias de ¨¦xito la protagoniza Nicol¨¢s Mercado. En calle Cuarta del Casco Antiguo, este exl¨ªder de los Hot Boys regenta su propio restaurante, 'La vecindad', y adem¨¢s dirige su propio estudio de grabaci¨®n.
Antes celebr¨¢bamos por un muerto en la pandilla vecina, ahora celebramos si suena en la emisora alguna de nuestras canciones Nico Mercado, expandillero
A las 14.00 del viernes, La Vecindad tiene echado el candado. Un joven golpea las rejas met¨¢licas de la puerta mientras llama a gritos a Nico. El bar de Nicol¨¢s Mercado ocupa la planta baja de un viejo edificio y al estudio de grabaci¨®n se encuentra tras unas escaleras angostas y dos habitaciones con suelo de tablas de madera. Nico ense?a orgulloso su estudio. "Yo nac¨ª en el Casco Antiguo hace 30 a?os. En la adolescencia, nos organizamos como pandilla. ?ramos 60 hombres y mujeres. Hab¨ªa divisi¨®n en el barrio, robos y balaceras (tiroteos) en las escuelas y en las iglesias. El barrio era considerado ¨¢rea roja".
Hoy, Nico celebra haber dejado la violencia y emprendido su propio negocio. "Antes celebr¨¢bamos por un muerto en la pandilla vecina, y ahora celebramos si est¨¢ sonando en la emisora alguna canci¨®n de los artistas de nuestro estudio".
Atr¨¢s quedaron los d¨ªas en que "corr¨ªa demasiados riesgos para hacer dinero r¨¢pido". Ya dice dormir tranquilo, libre y en paz. Durante el d¨ªa no tiene que mirar atr¨¢s ni a los lados. Satisfecho con el cambio, Nico concluye as¨ª su historia: "Esta es la verdadera vida, y no la otra".
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