La met¨¢stasis del nacionalismo y el armisticio
Un arreglo provisional en Catalu?a exige talento pol¨ªtico e imaginaci¨®n jur¨ªdica
La met¨¢stasis del nacionalismo es el ansia de Estado. La met¨¢fora no es m¨ªa. Pertenece a un texto de Pasqual Maragall publicado hace 15 a?os. Pero mantiene su vigencia. Esta met¨¢stasis patol¨®gica del nacionalismo se produce cuando se equipara la expresi¨®n de una identidad colectiva ¡ªque las hay, incluso en quien la rechaza¡ª con la existencia de una organizaci¨®n estatal propia. Asimilar naci¨®n con Estado ha conducido y conduce a conflictos irresolubles que no tienen otra salida que la coacci¨®n m¨¢s o menos violenta de un grupo sobre otro. Y en eso estamos.
Si en el Reino de Espa?a no cabe m¨¢s que una sola naci¨®n ¡ªtal como se?ala la Constituci¨®n actual¡ª y si Catalu?a solo es pensable con un Estado propio, la incompatibilidad de pretensiones es insuperable. Los dos nacional-estatismos se afirman como irrenunciables. Seg¨²n les conviene, recurren a argumentos de car¨¢cter jur¨ªdico-constitucional o a principios de legitimidad democr¨¢tica. Pero no les bastar¨¢n para convencer a la otra parte porque ello supondr¨ªa la negaci¨®n de su proyecto colectivo.
Contemplar la nueva versi¨®n del contencioso entre Espa?a y Catalu?a como un conflicto de car¨¢cter jur¨ªdico-constitucional o de intereses econ¨®micos es ignorar el terreno simb¨®lico en que en gran medida se ventila. Mucho m¨¢s superficial es todav¨ªa tratarlo como una pelea entre l¨ªderes enloquecidos o entre camarillas corporativas o de clase. Es la superficialidad que observamos cada d¨ªa en muchos relatos period¨ªsticos: en sus editoriales y en sus caricaturas encuentran c¨®moda por simplista la personalizaci¨®n del conflicto. Pero ni lo uno ni lo otro ¡ªni el planteamiento de los juristas escrupulosos ni la reducci¨®n teatralizada de los llamados analistas¡ª permite ir a la ra¨ªz del asunto. Y, por consiguiente, no contribuyen para nada a definir ¡ªni siquiera a explorar¡ª v¨ªas de salida al conflicto.
Para saber si existen estas v¨ªas efectivas de salida, ser¨ªa bueno preguntarse ingenuamente si hay nacionalistas que renuncian al Estado propio y exclusivo. Si hay nacionalistas espa?oles que admiten la posibilidad de un Estado que albergue m¨¢s de una naci¨®n y si hay nacionalistas catalanes que pueden compartir un Estado de este tipo. La renuncia de unos y otros deber¨ªa ser ahora algo m¨¢s sencilla a la vista de que la supremac¨ªa de la organizaci¨®n estatal est¨¢ cediendo ante organizaciones pol¨ªticas diversas, con geometr¨ªa variable seg¨²n la competencia de que se ocupen o el ¨¢mbito territorial que las albergue.
El nacional-estatismo es todav¨ªa demasiado potente los dos grandes partidos, PP y PSOE
Pero si la mayor¨ªa de los nacionalistas espa?oles y la mayor¨ªa de los nacionalistas catalanes se mantienen irreductibles en el dogma que comparten de que ¡°a cada Estado le corresponde una sola naci¨®n¡± y ¡°a cada naci¨®n le corresponde su Estado¡±, las v¨ªas de salida tranquila al enfrentamiento se hacen mucho m¨¢s problem¨¢ticas. Porque ni la mayor¨ªa catalana tiene recursos suficientes para imponer su opci¨®n a la espa?ola, ni esta ¨²ltima puede doblegar a la catalana y mantener el statu quo sin costes inasumibles para ambas partes.
El nacional-estatismo es todav¨ªa demasiado potente. Lo es entre la opini¨®n p¨²blica espa?ola y en los dos partidos ¡ªPP y PSOE¡ª que hasta hora la representan mayoritariamente. Y lo ha llegado a ser ¡ªque no lo era¡ª en el seno de la opini¨®n p¨²blica catalana, donde ERC y CiU conforman por ahora una mayor¨ªa pol¨ªtica. Es sintom¨¢tico que los mayores reproches de comentaristas y opinadores se los lleven precisamente los grupos pol¨ªticos que han intentado controlar con poco ¨¦xito la expansi¨®n de la met¨¢stasis nacional-estatista, negando la fatalidad de un indisoluble v¨ªnculo Estado-naci¨®n. Es el caso del PSC, IU, IC-EUIA y, m¨¢s recientemente, Podemos. Intentan huir del dogma y reciben palos, no solo de los defensores expl¨ªcitos de dicho dogma, sino de buena parte de la opini¨®n ¡°ilustrada¡± que ve como una ¡°inconsecuencia¡± el intento de tales grupos de huir del canon nacionalista mayoritario, en Espa?a y en Catalu?a.
En estas condiciones, cuesta imaginar una soluci¨®n de la cuesti¨®n que sea viable a corto o medio plazo. Porque reducir el volumen de la met¨¢stasis nacional-estatista que hoy domina es posible, pero requiere un tratamiento largo y una voluntad determinada que no se percibe hoy con intensidad suficiente. Desde 1978 se han perdido muchos a?os para avanzar en este camino, ya fuera por ignorancia o por negligencia. No solo eso. Se ha retrocedido con un rearme nacionalista, convenientemente azuzado mediante la estrategia de la crispaci¨®n, en unos casos, o mediante el desd¨¦n y la ridiculizaci¨®n, en otros.
Por ahora, lo ¨²nico esperable en este momento es la inevitabilidad de una negociaci¨®n. Pero no para un arreglo definitivo, sino para conseguir un armisticio lo m¨¢s duradero posible. Negociaci¨®n inevitable porque ¡ªcomo se?al¨¦¡ª no creo que ninguna de las partes disponga de recursos suficientes y adecuados para imponerse sobre la otra. La negociaci¨®n se har¨¢ ineludible, una vez transcurrido el ciclo electoral que nos deparar¨¢ 2015 y que va a cambiar el paisaje pol¨ªtico en Espa?a y en Catalu?a.
Ser¨¢ una negociaci¨®n larga y probablemente accidentada que solo puede aspirar a un armisticio, no a una soluci¨®n de car¨¢cter definitivo, imposible sin cambiar la cultura pol¨ªtica de los nacionalismos estatalistas. Pero este arreglo provisional requiere no poco talento pol¨ªtico y bastante imaginaci¨®n jur¨ªdica, cualidades que parecen poco corrientes. Su horizonte temporal no podr¨¢ ir m¨¢s all¨¢ de un par de d¨¦cadas, tal como ocurri¨® con los pactos pol¨ªtico-constitucionales de 1978-1980. Mientras dure, tal vez se den mejores condiciones internas y globales para establecer algo m¨¢s duradero, una vez contenida o reducida la met¨¢stasis. Siempre y cuando haya voluntad para emplearse en ello.
Josep M. Vall¨¨s es profesor em¨¦rito de Ciencia Pol¨ªtica (UAB).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.