Jos¨¦ Manuel Blecua: ¡°Hay una visi¨®n anecd¨®tica del trabajo lexicogr¨¢fico¡±
Hoy: Qu¨¦ es la filolog¨ªa, qu¨¦ es la ling¨¹¨ªstica, qu¨¦ es un diccionario
Jos¨¦ Manuel Blecua Perdices (Zaragoza, 1939), hijo y hermano de fil¨®logos, actual director de la Real Academia Espa?ola, es, cargos aparte, un nombre muy presente en nuestra educaci¨®n ling¨¹¨ªstica: no solo fue pionero de los libros de estilo de los peri¨®dicos (el suyo para La Vanguardia es de 1982) y de la informatizaci¨®n de los estudios filol¨®gicos (cre¨® el Seminario de Filolog¨ªa e Inform¨¢tica de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona en 1989), sino que un mont¨®n de estudiantes de ESO y Bachillerato aprenden hoy Lengua y Literatura con libros de texto en los que ¨¦l ha participado. Fonetista y gram¨¢tico (su Gram¨¢tica espa?ola con Juan Alcina, cuya primera edici¨®n es de 1975, es un cl¨¢sico), es tambi¨¦n especialista en sin¨®nimos, que tanto preocupan a quienes escribimos (Diccionario avanzado de sin¨®nimos y ant¨®nimos de la lengua espa?ola, Vox, 1999), y en campos m¨¢s rec¨®nditos, como los trastornos de aprendizaje (ha dirigido estudios sobre los problemas del uso del art¨ªculo en los ni?os sordos, por ejemplo). Su discurso de ingreso en la RAE (2003) es un curioso y deslumbrante ejemplo de erudici¨®n dedicado al grabado inicial, la portada, el pr¨®logo y el sal¨®n de actos del Diccionario de autoridades de 1726, el primero de los diccionarios acad¨¦micos y sobre el que a¨²n hoy se basan todos los dem¨¢s. Ha declarado que la lengua es ¡°dinamismo y gracia¡±. El ¨²ltimo libro que ha (re)le¨ªdo para un informe de una universidad norteamericana es la obra de Carolina Juli¨¤ Variaciones l¨¦xicas en los nombres de las partes del cuerpo: los dedos de la mano en las variedades hispanorrom¨¢nicas. ¡°Como la primera vez que le¨ª este libro ¡ªdice¡ª, he sentido una sensaci¨®n de satisfacci¨®n filol¨®gica y ling¨¹¨ªstica porque representa la combinaci¨®n armoniosa de los problemas te¨®ricos de la ling¨¹¨ªstica contempor¨¢nea junto con el conocimiento positivista de los datos procedentes de los trabajos de la geograf¨ªa ling¨¹¨ªstica¡±.
?ltimamente, con motivo de la nueva edici¨®n del DRAE, ha sido asediado a entrevistas. L&L tambi¨¦n ha querido hacerle algunas preguntas.
Pregunta. Empecemos, si nos lo permite, con una peque?a presentaci¨®n para legos: en pocas palabras, ?qu¨¦ es la filolog¨ªa, qu¨¦ es la ling¨¹¨ªstica, y por qu¨¦ son importantes?
Respuesta. La filolog¨ªa en su sentido m¨¢s estricto se dedica a la comprensi¨®n total de los textos, mientras que la ling¨¹¨ªstica se ocupa de la investigaci¨®n del lenguaje en su dimensi¨®n m¨¢s amplia. Son muy importantes ambas; la filolog¨ªa ha ocupado veinte siglos del conocimiento en Occidente y ha sido un s¨®lido basti¨®n de las Humanidades; la ling¨¹¨ªstica, bastante m¨¢s reciente, ha sido una de las ramas del saber m¨¢s decisivas te¨®ricamente en las ¨²ltimas d¨¦cadas en sus aspectos historicista, estructuralista, generativa y cognitiva.
P. Y ahora vayamos, nada m¨¢s empezar, con los enemigos. Conocemos el caso de un estudiante con notazas en Bachillerato y selectividad que quer¨ªa hacer Filolog¨ªa Espa?ola, pero, persuadido por sus padres de que ser¨ªa una pena derrochar semejante curr¨ªculum en una carrera ¡°sin salidas¡±, ha acabado matricul¨¢ndose en una de ciencias con una nota de corte muy alta. ?Realmente es una carrera ¡°sin salidas¡±?
R. No lo s¨¦, pero s¨ª s¨¦ que las salidas dependen b¨¢sicamente del conocimiento, del trabajo y de la voluntad de los estudiantes. Yo creo que en estos momentos Filolog¨ªa Espa?ola es una especialidad prestigiosa tanto en los aspectos hist¨®ricos como en los aplicados.
P. Hablando de carreras de ciencias, hay otro pesado adversario al que a¨²n se oye, incluso en ¨¢mbitos acad¨¦micos, diciendo barbaridades como ¡°La ling¨¹¨ªstica no es una ciencia¡±.
¡°Los fil¨®logos son seres curiosos y divertidos, llenos de conocimientos basados en el conocimiento directo¡±
R. Yo creo que el estudio de la entonaci¨®n, por ejemplo, tal como hoy est¨¢ planteado desde punto de vista te¨®rico y experimental es totalmente cient¨ªfico. Lo que no es una ciencia es la historia de la ciencia, que no pasa de ser una descripci¨®n m¨¢s o menos rigurosa. Como he practicado con gusto ambas dimensiones s¨¦ con conocimiento de causa la enorme diferencia que existe entre las dos.
P. Hay algo, sin embargo, que creemos que no se ha conseguido. En la tradici¨®n brit¨¢nica, por ejemplo, llevamos m¨¢s de un siglo leyendo novelas ¡ªdesde Los papeles de Aspern de Henry James hasta Posesi¨®n de Antonia S. Byatt¡ª protagonizadas por j¨®venes fil¨®logos o estudiosos de la literatura, embarcados en excitantes aventuras relacionadas precisamente con la misma naturaleza de sus estudios. Aqu¨ª, nos parece, no hemos pasado del ¡°rom¨¢ntico¡± librero de viejo, o del bibli¨®filo que tiene un libro escrito por el Demonio. ?A qu¨¦ se debe que la filolog¨ªa espa?ola sea tan poco sexy? ?Por qu¨¦ tienta tan poco al imaginario y no abundan, que sepamos, novelas, pel¨ªculas, series protagonizadas por fil¨®logos?
R. Es verdad, es una carencia de dif¨ªcil explicaci¨®n.
P. Bueno, la verdad es que pel¨ªculas protagonizadas por fil¨®logos no abundan en ninguna parte. Yo solo recuerdo al doctor Morbius de Planeta prohibido (1956) y la magn¨ªfica panda, capitaneada por Gary Cooper, de estudiosos del slang de Bola de fuego (1941).
R. Desgraciadamente, no parece que la figura del fil¨®logo haya atra¨ªdo con pasi¨®n a los cineastas, aunque sea una aut¨¦ntica l¨¢stima. Los fil¨®logos son seres extraordinariamente curiosos y divertidos, llenos de conocimientos variopintos basados en el conocimiento directo. Pi¨¦nsese en el libro de Mart¨ªn de Riquer sobre las leyendas medievales catalanas que public¨® Vallcorba en El Acantilado.
P. ?Se podr¨ªa hacer algo m¨¢s para despertar el apetito de los escolares y estudiantes en general por la lengua y la literatura? Antonio Orejudo dec¨ªa en un art¨ªculo que los profesores han fallado en ¡°el servicio de atenci¨®n al cliente¡±, en la ¡°asistencia t¨¦cnica¡± que requiere la lectura, por ejemplo, de cl¨¢sicos como el M¨ªo Cid, ¡°un texto escrito en otro tiempo, en otro mundo y ¡ªreconozc¨¢moslo¡ª en otro idioma¡±. Tambi¨¦n se nos ocurren otros h¨¢ndicaps, derivados del mismo car¨¢cter de la historia literaria espa?ola: para el siglo XVIII, imaginamos, los j¨®venes ingleses tendr¨¢n como lecturas a Defoe o a Fielding, y los franceses a Voltaire o Las relaciones peligrosas; en cambio, los nuestros¡ a ?Jovellanos? ?C¨®mo hacer apetitoso a Jovellanos? ?O es un error pensar en el apetito?
¡°Un personaje de Ram¨®n P¨¦rez de Ayala sosten¨ªa que ¡®higi¨¦nico¡¯ y ¡®aristocr¨¢tico¡¯ eran rigurosos sin¨®nimos¡±
R. El problema de los textos medievales es distinto del problema de los siglos XVIII o XIX. En el primer caso nos encontramos con textos alejados de nuestro conocimiento, en muchos casos impenetrables. Se trata de los problemas que Emilio Lled¨® ha tratado en su obra deliciosa El silencio de la escritura. La escritura se torna silenciosa para el lector contempor¨¢neo, s¨®lo es accesible para el lector que posee unos determinados conocimientos. En el segundo caso, muchos de los problemas que tratan las p¨¢ginas de Jovellanos o de Cadalso son b¨¢sicos para la formaci¨®n de la personalidad de los alumnos. En este ¨²ltimo caso, no hay duda de que el profesor es incapaz de realizar su tarea con suficiente conocimiento, incluso con la pasi¨®n imprescindible.
P. El diccionario de sin¨®nimos y ant¨®nimos que usted dirigi¨® es de los pocos que llevan anotaciones sobre diferencias de uso y de significado, algo muy importante porque, entre quienes aspiramos a hablar y escribir bien, suele colarse la idea algo simple de que los sin¨®nimos lo arreglan todo. Sin embargo, ?no cabr¨ªa insistir en que el l¨¦xico m¨¢s repetido y polivalente ?pensamos en verbos como hacer, tener, dar, ser, estar? apenas necesita sin¨®nimos? ?Que decir realizar cosquillas, poseer ventanas (una casa), entregar las gracias (ejemplos que tenemos documentados) es un disparate? Existe una perversi¨®n de la sinonimia, ?no?, en aras del ¡°buen estilo¡±: a veces, antes de que nos entren las ganas de ¡°variar¡±, ser¨ªa recomendable quiz¨¢ un buen entrenamiento en las estructuras fijas que tanto abundan en la lengua¡
R. Esta es una cuesti¨®n muy compleja, creo que el magn¨ªfico diccionario Redes dirigido por Ignacio Bosque, y su hermano peque?o el Diccionario combinatorio pr¨¢ctico, ayudan a resolver gran parte de estos problemas de fijaci¨®n sint¨¢ctica y dan pistas ciertas para una variaci¨®n apoyada en la realidad ling¨¹¨ªstica.
P. Cu¨¦ntenos una buena historia sobre sin¨®nimos, por favor.
R. Yo sol¨ªa contar el ejemplo de aquel personaje de una novela de Ram¨®n P¨¦rez de Ayala que sosten¨ªa que higi¨¦nico y aristocr¨¢tico eran rigurosos sin¨®nimos.
P. Hemos le¨ªdo que el servicio de consultas de la RAE registra una afluencia impresionante. En su libro ?Qu¨¦ es hablar? (1982), cuenta usted una an¨¦cdota muy divertida: en Estados Unidos, en 1940, la artista de strip-tease Georgia Sothern escribi¨® al ensayista H. L. Mencken agradeci¨¦ndole su libro sobre el ingl¨¦s americano, con la esperanza de que ¡°la ciencia de la sem¨¢ntica encuentre tiempo para ayudar a los miembros de mi profesi¨®n, poco privilegiados desde el punto de vista l¨¦xico¡±. No sabemos si hoy el colectivo del strip-tease se lamenta de tales carencias, pero ?se reciben consultas de colectivos ¡°necesitados¡± de palabras?
R. Era un trabajo muy interesante que se public¨® en la revista Word hace muchos a?os. Me pareci¨® que era un dato muy revelador y lo he citado algunas veces; yo estoy convencido de que la artista ten¨ªa su punto de raz¨®n.
¡°El ¡®Diccionario hist¨®rico¡¯ ha sido preocupaci¨®n de la RAE desde el primer tercio del siglo XX¡±?
P. Ha salido el nuevo DRAE y, francamente, despu¨¦s de todo (o casi todo) lo que hemos le¨ªdo sobre ¨¦l, parece que, en vez de publicarse un diccionario, se ha celebrado una nueva edici¨®n del festival de la OTI. Suponemos que ser¨¢ verdad que el DRAE es algo m¨¢s que un diccionario, y que a la Academia no le molesta precisamente este plus¡ pero ?no estar¨ªa bien recalcar tambi¨¦n que, en principio, es una obra lexicogr¨¢fica, que deber¨ªa ser entendida y analizada desde un punto de vista lexicogr¨¢fico? Echamos de menos, de verdad, un poco m¨¢s de inter¨¦s por la labor paciente, fascinante, repleta de contratiempos y decisiones dif¨ªciles, siempre a vueltas con el m¨¦todo cient¨ªfico, de los lexic¨®grafos¡
R. S¨ª, es gran verdad. Vuelvo de hacer las presentaciones del nuevo diccionario en varios pa¨ªses americanos (Colombia, Argentina, Paraguay y Chile) y en casi todas las entrevistas han aparecido los s¨ªntomas de una visi¨®n anecd¨®tica del trabajo lexicogr¨¢fico: n¨²mero de palabras de la zona (en general, las cantidades enamoran al p¨²blico), opiniones sobre cu¨¢l es la palabra m¨¢s bonita (la m¨¢s fea o la m¨¢s divertida), confusi¨®n sobre las acepciones que encierran valores metaf¨®ricos (que nunca son entendidos rectamente por los distintos colectivos), necesidad de que el diccionario sea pol¨ªticamente correcto. No hay duda de que todos estos ejemplos revelan una deficiente ense?anza sobre el diccionario y sobre su uso.
P. El director del nuevo DRAE, Pedro ?lvarez de Miranda, ha declarado que muchos t¨¦rminos digamos antiguos han sido suprimidos porque para eso ya est¨¢ el Diccionario hist¨®rico. El caso es que el Diccionario hist¨®rico estar, lo que se dice estar, no est¨¢, ?no? Algunos creemos que si a algo deber¨ªa dedicar todos los esfuerzos una instituci¨®n como la Academia es a ese diccionario, que tienen la mayor¨ªa de las lenguas europeas ?algunas desde el siglo XIX? y no tiene el espa?ol.
R. El Diccionario hist¨®rico ha sido preocupaci¨®n de la RAE desde el primer tercio del siglo XX y la prueba mejor es que la obra se ha iniciado tres veces. Ahora que existe un complejo sistema inform¨¢tico y que su sitio en Internet es extraordinariamente ¨²til (NDH, corpus, aplicaciones, mapa de diccionarios, aplicaci¨®n inform¨¢tica del llamado Diccionario de Autoridades, fichero de papel¡), se ha quebrado el apoyo econ¨®mico que el Estado proporcionaba en la ¨¦poca del presidente Rodr¨ªguez Zapatero. Esta obra no solo es un problema te¨®rico, felizmente resuelto, sino tambi¨¦n una aplicaci¨®n en los procesos de redacci¨®n de los art¨ªculos que necesitan de especialistas bien preparados y numerosos para lograr los primeros resultados con validez num¨¦rica.
P. Y, por ¨²ltimo, ?por qu¨¦ tanta gente toma el DRAE como una especie de Libro de la Verdad? ?Podr¨ªa hacer algo la Academia para evitar tanta sacralizaci¨®n¡ o de hecho le gusta que sea as¨ª? ?Insistir m¨¢s firmemente en lo que es un diccionario?
R. Me apena y me entristece esta visi¨®n y tal vez en el futuro haga algo para remediar esta visi¨®n tan pobre del Diccionario. Es indudable, como he se?alado antes, que esta visi¨®n procede de muchos factores diferentes, en los que la ense?anza no es inocente.
https://www.facebook.com/Lenguylit?ref=hlhttps://twitter.com/LenguayL
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.