Retrato gris del patr¨®n del mal
La pel¨ªcula carece de garra, el guion es simple y no encuentras nada apasionante
Cuentan que la planta de coca, sobre todo entre la poblaci¨®n ind¨ªgena y el campesinado, era consumida desde tiempos remotos por sus efectos medicinales y para soportar trabajos extenuantes. Tambi¨¦n sab¨ªan que la marihuana era buena para el reumatismo y paliar los dolores del cuerpo. Pero en los a?os sesenta un visionario muy pr¨¢ctico, ultracat¨®lico, adorador del matriarcado, con un privilegiado esp¨ªritu empresarial, consciente de que el desatendido y menesteroso pueblo, le proteger¨ªa y venerar¨ªa como siglos antes la plebe de Nottingham idolatr¨® al reivindicativo Robin Hood, si utilizaba una parte de sus ganancias para darles techo y trabajo, crear escuelas y hospitales, hacer que se sintieran dignos y ¨²tiles. Se llamaba Pablo Escobar y descubri¨® con encomiable sentido de la l¨®gica el inmenso mercado de la oferta y la demanda gracias a ese producto que ten¨ªa mano y que Occidente pagar¨ªa oro por el placer y el alboroto neuronal que otorgaba aquella sustancia blanca.
Evidentemente, el negocio ten¨ªa riesgos, competencia y desaf¨ªo al Estado. Nada que no pudiera solucionar el exceso de dinero, el soborno, la corrupci¨®n, el chantaje, el desprecio absoluto por la vida ajena, el bombazo, el asesinato selectivo o en masa. Puestos a comprar impunidad tambi¨¦n se ofreci¨® a pagar la deuda de Colombia si el gobierno le dejaba tranquilo. Imaginas a ese complejo zar como alguien tan legendario como siniestro, un personaje que es carne de cine, hagiogr¨¢fico o cr¨ªtico, a condici¨®n de que este cine sea bueno.
He visto alg¨²n documental clarificador y extraordinario sobre este hombre como Mi padre era Pablo Escobar. Y me hablan apreciablemente de una serie de televisi¨®n colombiana que no he visto. Pero el cine sigue en deuda con ese delincuente tan complejo, temible e inquietante. Escobar: para¨ªso perdido carece de garra, el guion es simple, no encuentras nada apasionante en la historia de un candoroso canadiense enamorado del surf y de la existencia a la aire libre, que se enamora y se casa con una sobrina de Escobar, que descubre que adem¨¢s de su sentido familiar, su zool¨®gico, su autoridad patriarcal, el fervor que le profesan sus sicarios y los pobres, es el supremo y sanguinario emperador del narcotr¨¢fico. Se le exigir¨¢ complicidad y villan¨ªa a este esp¨ªritu puro despu¨¦s de los d¨ªas de vino y rosas. Y sigues esta narraci¨®n sobre los m¨²ltiples rostros del mal sin sentir fr¨ªo ni calor. Los j¨®venes son muy sosos. El siempre turbio Benicio del Toro y su innegable magnetismo alejan la modorra cuando aparece y Carlos Bardem es muy convincente cada vez que se mete en la piel de un sicario ejemplar. Pero el conjunto es rutinario y blando aunque se derrame mucha sangre.
No s¨¦ si Saviano exagera cuando afirma en CeroCeroCero que la coca¨ªna rige el mundo actual. Pero seguimos esperando una obra maestra sobre tem¨¢tica tan trascendente. M¨¦xico ha desplazado a Colombia en ese s¨®rdido reino. La espl¨¦ndida novela El poder del perro describ¨ªa escalofriantemente ese mundo. Las magn¨ªficas cr¨®nicas que escribe Jan Mart¨ªnez Ahrens en este peri¨®dico, combinando el mejor periodismo con prosa de primera clase sobre el inextinguible horror del narcotr¨¢fico en M¨¦xico tambi¨¦n me compensan de esta pel¨ªcula olvidable y gris¨¢cea sobre Pablo Escobar.
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