Un cisne negro en Par¨ªs
Benjam¨ªn Millepied, marido de Natalie Portman, el pol¨¦mico director de danza de la ?pera
Aunque parezca un chiste facil¨®n, los primeros pasos coreogr¨¢ficos de Benjam¨ªn Millepieds (Burdeos, 1977) en la ?pera de Par¨ªs han sido m¨¢s bien un peligroso resbal¨®n: el estreno este oto?o en la ?pera de La Bastilla de su segunda obra, esta vez sobre Dafnis y Cloe de Maurice Ravel, ha sido recibida por la cr¨ªtica internacional entre la indiferencia y el desprecio. Hab¨ªa perdido una oportunidad ¡ªas¨ª como su apellido perdi¨® por el camino la ese final: en el diccionario Larousse de la Danza aparece todav¨ªa con ella¡ª de tener un debut de altura.
S¨®lo la cr¨ªtica gala estuvo discretamente acogedora, lo que tiene una l¨®gica muy francesa. Con su primera creaci¨®n en Par¨ªs, Amoveo (2006) todo el mundo se hab¨ªa quedado contento, como con su debut como director de una compa?¨ªa propia en el festival de Cannes de 2009, donde llev¨® dos brillantes obras: Anima con el ¨®rgano de Bach y Without con nocturnos de Chopin.
Hace apenas un mes que Benjamin Millepied ocupa el sill¨®n que una vez tuvieron Serge Lifar y Rudolf Nureyev: director de la danza (es decir, del ballet) de la ?pera de Par¨ªs, y en la pr¨¢ctica, quien rige el destino de la magna casa parisiense, quiz¨¢s el puesto de la especialidad m¨¢s codiciado del orbe. Como en el Bolshoi de Mosc¨² y en el Mariinski de San Petersburgo, los tres m¨¢s importantes teatros del mundo antiguo, de la vieja Europa, el ballet manda sobre la l¨ªrica. En el caso de Par¨ªs, una tradici¨®n de cuatro siglos se impone.
Millepied, ya sin ese, ha hecho una carrera fulgurante sobre las tablas y fuera de ellas, en el papel cuch¨¦ de las cuatricrom¨ªas y los salones de Los ?ngeles. Su trayectoria art¨ªstica tampoco es ortodoxa. Una periodista de Par¨ªs ha apuntado que sus decisiones son todo lo heterodoxas y rupturistas que se puede esperar de su propia biograf¨ªa. Hijo de una maestra de danza moderna y de un entrenador deportivo, estuvo correteando y aprendi¨® a gatear en los salones de ensayo de su madre; inmediatamente despu¨¦s, y hasta los cuatro a?os, pas¨® un per¨ªodo en Dakar donde su madre ense?aba.
De vuelta en Francia, ingresa en el Conservatorio Superior de M¨²sica y Danza de Lyon. All¨ª permanece algo m¨¢s de tres cursos antes de ganar una beca para la Scholl of American Ballet de Nueva York y alzarse con el primer premio en el concurso de Lausana. Desde ah¨ª, todo ¨¦xitos.
Parece que Millepied enseguida supo lo que quer¨ªa hacer en la Gran Manzana y con su vida. Alumno brillante, emprendedor y con iniciativa, obtiene la protecci¨®n de Jerome Robbins y entra en las filas del New York City Ballet [NYCB], donde escala posiciones hasta ser primer bailar¨ªn y conseguir su p¨²blico de incondicionales, algo indispensable en Nueva York para garantizar la continuidad de una carrera. Antes de conocer a la Portman y de corrido introducirse de lleno en Hollywood, la experiencia cinematogr¨¢fica de Benjamin Millepied se limitaba a ser el Pr¨ªncipe partenaire de la Barbie; hab¨ªa trabajado horas y horas en las capturas para unas pel¨ªculas de la m¨ªtica mu?eca transformada en cisne o en princesa. En los filmes de dibujos que son adaptaciones de los ballets Cascanueces (2001) y El lago de los cisnes (2003), ambos con coreograf¨ªa de su jefe, el director del NYCB, el dan¨¦s Peter Martins, Benjamin Millepied es el h¨¦roe con levita y charreteras; eso s¨ª, m¨¢s rubio que en la vida real.
A la vuelta de la esquina le esperaba su destino con un contrato para ser el core¨®grafo del filme Cisne negro, de Darren Aronofsky. All¨ª conoce a Natalie Portman: flechazo casi inmediato, ni?o, los premios Oscar, boda, y deja el NYCB para mudarse a Los ?ngeles y fundar su propia compa?¨ªa de danza con menos de una decena de artistas. Pero entonces recibe la visita de St¨¦phane Lissner, que est¨¢ haciendo las maletas y dejando el Teatro alla Scala de Mil¨¢n para pasar a dirigir la ?pera de Par¨ªs.
Lissner pone como condici¨®n que el director de la danza lo nombre ¨¦l mismo. Contra todo pron¨®stico, y frente a una pl¨¦yade de candidatos org¨¢nicos por los que apostaba todo el mundo (encabezados por Manuel Legris y Laurent Hilaire, exprimeros bailarines de la casa y muy queridos del p¨²blico parisiense), el 24 de enero de 2013, antes de tiempo y por una filtraci¨®n a la prensa, se anuncia la designaci¨®n de Millepied para el puesto. El curr¨ªculo que se reparte es confuso y destacan dos cosas: el haber sido core¨®grafo del Barishnikov Art Center y el haber creado un Cascanueces para el Gran Teatro de Ginebra, ambas cosas en 2006.
Al artista le extra?a que, en la Francia de hoy, no haya en la compa?¨ªa m¨¢s negros o mestizos
Las sucesivas declaraciones desgranadas por Millepied a?aden intranquilidad en una estructura caracterizada por su inmovilismo y tratamiento jer¨¢rquico. Primero se extra?¨® de que no hubiera bailarines de raza negra en la plantilla de la ¨®pera, o m¨¢s mestizos, sobre todo teniendo en cuenta la proporci¨®n de ¨¦stos en la Francia de hoy. Despu¨¦s dej¨® caer que no entiende por qu¨¦ una Bella Durmiente debe durar cuatro horas y tener tres intermedios, que hoy el p¨²blico lo quiere todo m¨¢s r¨¢pido. Y aqu¨ª empezaron a temblar los trampantojos, pues esto ¨²ltimo era una clara y directa referencia a los t¨ªtulos del gran repertorio can¨®nico (como Raymonda o El lago de los cisnes) que la ?pera de Par¨ªs conserva con mimo en las versiones de Nureyev. De ahora en adelante, la decisi¨®n de si se reponen o no, ser¨¢ solamente suya. Lissner ha dicho que tiene carta blanca para la renovaci¨®n, en el fondo y en la forma.
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