La falta de contexto cambia la historia
El catal¨¢n ya ha sufrido suficientes agresiones ciertas como para no necesitar las inventadas
La locuci¨®n ¡°los ni?os de Clotilde¡± puede referirse a los hijos de una mujer o a los alumnos de una profesora, y el primer sentido o el segundo se activar¨¢n en nuestra mente dependiendo del contexto.
A Nebrija le persigue aquella frase que pronunci¨® en agosto de 1492 al presentar ante la reina Isabel la primera gram¨¢tica del espa?ol: ¡°Siempre fue la lengua compa?era del imperio¡±, dijo. Los ventajistas de discursos ajenos vienen aprovechando esas palabras para retratar al castellano como idioma gen¨¦ticamente imperial. Sin embargo, Nebrija las profiere cuando a¨²n no se ha descubierto Am¨¦rica y cuando el t¨¦rmino ¡°imperio¡± s¨®lo pod¨ªa asociarse al de Roma. Por tanto, hablaba sobre el lat¨ªn.
Los pol¨ªticos se refugian a menudo en que se han sacado de contexto sus declaraciones si incurren en alg¨²n desliz. Y a veces sucede as¨ª, claro. Pero m¨¢s f¨¢cil parece aislar de su contexto lo sucedido en el pasado.
En efecto: para entender algo ocurrido siglos atr¨¢s, hace falta reconstruir las circunstancias que rodearon aquella acci¨®n, conocer profundamente el entorno y analizar los acontecimientos precedentes. A eso se dedican los historiadores.
A Nebrija le persigue aquella frase que pronunci¨® en agosto de 1492 al presentar ante la reina Isabel la primera gram¨¢tica del espa?ol: ¡°Siempre fue la lengua compa?era del imperio¡±, dijo.
Por su parte, los especialistas en los procesos cognitivos del lenguaje nos han explicado que todo mensaje activa un contexto. Y si en alguna ocasi¨®n nos ocultan el contexto adecuado, proyectaremos en las palabras escuchadas aquel que tengamos a mano: la experiencia m¨¢s pr¨®xima, los prejuicios m¨¢s arraigados y lo que nos resulte m¨¢s sencillo de relacionar.
Por eso cuando se nos ofrecen datos de ¨¦pocas anteriores sin el contexto de entonces, solemos envolverlas en el de hoy. Si oy¨¦semos ¡°rey de Espa?a¡± sin m¨¢s datos, no imaginar¨ªamos nunca a alguien que no supiera hablar espa?ol, que fuese franc¨¦s y que se llamase Philippe.
Estamos llegando, como se ve, a los decretos de Nueva Planta (1716), que obligaron a ¡°substanciar en lengua castellana¡± las causas en la Real Audiencia catalana (no as¨ª en instancias inferiores), generalizando en Espa?a el modelo franc¨¦s.
Vale la pena leer en esto a dos autores catalanes muy distantes en los enfoques pero compatibles en los datos: Joaquim Albareda Salvad¨® y Marcelo Capdeferro.
Aquel supuesto ataque al catal¨¢n no fue sino un ataque contra el lat¨ªn (Capdeferro, Otra historia de Catalu?a, 1985. P¨¢g. 340 ed. 2012). Porque los pleitos se sustanciaban entonces en la lengua de Roma, veh¨ªculo de la cultura y de la ense?anza universitaria en esa ¨¦poca. El rey Felipe V (cuyas decisiones condeno con mis ojos de hoy) pod¨ªa haber elegido el idioma aut¨®ctono, s¨ª; como tambi¨¦n sus antecesores.
Hemos visto en los ¨²ltimos a?os que aquella norma (igual que sucedi¨® con Nebrija) se ha transmitido desprovista de contexto. Y la lengua de Catalu?a ya ha sufrido suficientes agresiones ciertas a lo largo de su historia como para no necesitar que se le a?ada ninguna inventada.
El castellano se extiende en Catalu?a desde el siglo XV, y en el XVI era la lengua escrita en determinados ¨¢mbitos sociales, mientras que ¡°se reservaba el catal¨¢n para usos m¨¢s dom¨¦sticos¡±; y tal crecimiento fue ¡°end¨®geno¡±, alentado por ¡°el desarrollo del comercio peninsular¡± (frases del prestigioso historiador Joaquim Albareda en La guerra de Sucesi¨®n, 2014, p¨¢gs. 441-442, apoyado en citas de Joan-Llu¨ªs Marfany). El castellano se deb¨ªa introducir en la "naci¨®n" catalana con "las providencias m¨¢s templadas y disimuladas", seg¨²n los t¨¦rminos que usa el fiscal del Consejo de Castilla en una instrucci¨®n secreta enviada a los corregidores el 20 de febrero de 1712 (controvertida fecha que tomo de Capdeferro, 1967, p¨¢g. 256); pero eso no signific¨® que se impusiera; ni que se prohibiese el catal¨¢n, del mismo modo que las actuales leyes en favor del catal¨¢n no impiden hablar en castellano.
En cualquier caso, el 90% de la poblaci¨®n de entonces no sab¨ªa leer, con lo cual le tra¨ªa sin cuidado en qu¨¦ idioma escribieran los altos jueces y los corregidores.
La historia es m¨¢s rugosa que plana. Por eso tambi¨¦n deben desconfiar ustedes de lo que he relatado aqu¨ª. A este art¨ªculo le falta igualmente mucho contexto.
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