Un escombro tenaz
Eso somos, como pa¨ªs y como seres, fatuos personajes y hechos que muestran un lenguaje de extrema arrogancia, incapaz de generar confianza en los otros
Para prevenir el apresuramiento hay que leer poes¨ªa. En estos momentos concretos me permito recomendarles el poema Para que yo me llame ?ngel Gonz¨¢lez, del gran poeta asturiano tan a?orado. ¡°Para que yo me llame ?ngel Gonz¨¢lez?/ para que mi ser pese sobre el suelo,?/ fue necesario un ancho espacio?/ y un largo tiempo¡±.
El recuento de lo que sucedi¨® hasta que pesara el hombre sobre el suelo antecede a un corolario escalofriante que ?ngel recitaba con el entendimiento de que estaba describiendo una met¨¢fora de los hombres y de los pa¨ªses: ¡°Yo no soy m¨¢s que el resultado, el fruto,?/ lo que queda, podrido, entre los restos;?/ esto que veis aqu¨ª, tan solo esto:?/ un escombro tenaz, que se resiste?/ a su ruina, que lucha contra el viento,?/ que avanza por caminos que no llevan?/ a ning¨²n sitio¡±.
Y acaba el poeta poniendo en su sitio la ambici¨®n o la esperanza: ¡°El ¨¦xito de todos los fracasos. La enloquecida fuerza del desaliento...¡±.
Reduciendo a escoria el lenguaje van avergonzando de s¨ª mismo a este pa¨ªs
Eso somos, como pa¨ªs y como seres; fatuos personajes y hechos van diciendo otra cosa, y dici¨¦ndose otra cosa, mostrando un lenguaje de extrema arrogancia, incapaz de generar confianza en los otros.
En el apresuramiento por mantener el poder o por ara?arlo como sea, por pesar sobre el suelo antes de ser e incluso antes de convencer, no est¨¢n unos u otros: estamos todos. Los escuchas por la ma?ana explicando por qu¨¦ viajaron a Tenerife a trabajar all¨ª en pos de la patria, o los escuchas, al pasar, decir que los expresidentes son esqueletos de los que deber¨ªan avergonzarse unos m¨¢s que otros, pues los suyos no son esqueletos y ni siquiera espuma de la corrupci¨®n que alienta en el bajo vientre de este escombro tenaz que ahora pisamos. Y escucho a los tertulianos simp¨¢ticos (Bastenier dice que no son periodistas) bailarle el agua al pol¨ªtico locuaz que dice aquello de los esqueletos y al que el periodista que no lo es le r¨ªe la gracia regal¨¢ndole la siguiente pregunta:
¡ª?Y qu¨¦ opina del quilombo de Catalu?a?
As¨ª, reduciendo a escoria el lenguaje, haciendo que todo parezca deleznable y burlable, a este pa¨ªs que es ¡°un escombro tenaz, que se resiste a su ruina¡±, lo van avergonzando de s¨ª mismo, presa de ¡°la enloquecida fuerza del desaliento...¡±.
Hace a?os le pregunt¨¦ a un escritor colombiano, cuando en ese pa¨ªs la violencia era un t¨²nel infinito, c¨®mo se iba a arreglar aquella ruina tenaz, y ¨¦l me dijo: ¡°Esto lo arreglan cincuenta a?os o un poeta¡±. Probablemente aqu¨ª tambi¨¦n se necesitar¨¢n ese medio siglo (luego no han sido tantos) o un poeta, o al menos una manera de decir, un lenguaje m¨¢s respetuoso con lo que hacen o dicen unos y otros, una prosa pol¨ªtica y period¨ªstica menos arriscada y menos burlona.
El cr¨ªtico Jos¨¦ Mar¨ªa Pozuelo Yvancos dec¨ªa el otro d¨ªa en el Instituto Cervantes, hablando del poeta Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald, amigo de ?ngel Gonz¨¢lez, coet¨¢neo, que el jerezano respond¨ªa al ¡°desaf¨ªo de saberlo decir¡±. Entre las ruinas que Espa?a padece, desde arriba abajo, pasando por nosotros, los periodistas, es que no acepta el desaf¨ªo de saberlo decir, y esto nos convierte en un escombro tenaz, que se resiste a su ruina... Ojal¨¢ un poeta les d¨¦ palabras a los que no saben decir nada que pese sobre el suelo.
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