Es hora de que Erdogan se decida
Turqu¨ªa, parte b¨¢sica de la OTAN, ha llegado a ser valedor del islam radical
A medida que el grupo militante del Estado Isl¨¢mico ha avanzado por Irak y Siria, han quedado desbaratadas las alianzas regionales tradicionales, durante mucho tiempo moldeadas por las potencias occidentales. Particularmente trascendental es la lucha del presidente de Turqu¨ªa, Recep Tayyip Erdogan, para conciliar la relaci¨®n de su pa¨ªs con la OTAN con su prestigio como principal protector del islam sun¨ª.
La renuencia del Gobierno de Turqu¨ªa a unirse a la coalici¨®n contra los combatientes sun¨ªes del Estado Isl¨¢mico, encabezada por Estados Unidos, le ha aislado de las otras potencias ¨¢rabes sun¨ªes, como, por ejemplo, Arabia Saud¨ª, que se han unido a la coalici¨®n. Adem¨¢s, ha alejado a¨²n m¨¢s a los aliados iran¨ªes de Turqu¨ªa, ya distanciados por la obsesi¨®n de Erdogan por derribar a su hombre en Damasco, Bachar el Asad, y parece vindicar a los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea, como Francia y Alemania, por ejemplo, que nunca han confiado en la capacidad de Turqu¨ªa para conciliar su vocaci¨®n islamista con sus aspiraciones europeas.
De hecho, un Estado miembro decisivo de la OTAN ha llegado a ser el palad¨ªn del islam radical en todo Oriente Pr¨®ximo, encabezado por un presidente cuyos seguidores pol¨ªticos abrigan un arraigado sentimiento antioccidental. Los partidarios de Erdogan consideran las campa?as occidentales contra el terrorismo islamista como una simple estratagema para reprimir a los sun¨ªes. Como ha escrito recientemente uno de dichos partidarios, Kenan Alpay, ¡°Turqu¨ªa no puede formar parte de un sistema internacional encaminado a disolver todos los movimientos isl¨¢micos desde los Hermanos Musulmanes hasta... los talibanes de Afganist¨¢n¡±.
Unas semanas despu¨¦s, el propio Erdogan lanz¨® una furiosa diatriba antioccidental en la Universidad de M¨¢rmara, en Estambul. En su discurso compar¨® la actual interferencia de Occidente en Oriente Medio con la participaci¨®n del oficial brit¨¢nico Lawrence de Arabia en la rebeli¨®n ¨¢rabe contra los otomanos durante la I Guerra Mundial y denost¨® el acuerdo Sykes-Picot, que desde entonces ha determinado el mapa pol¨ªtico de Oriente Pr¨®ximo.
Las similitudes con las opiniones del Estado Isl¨¢mico son flagrantes. En un v¨ªdeo producido despu¨¦s de la batalla por la presa de Mosul, el pasado mes de agosto, el grupo pidi¨® el ¡°fin de Sykes-Picot¡± y proclam¨® la necesidad de volver a trazar el mapa pol¨ªtico de Oriente Pr¨®ximo impuesto por Occidente.
La ambici¨®n de Erdogan de restablecer la primac¨ªa de Turqu¨ªa en el mundo sun¨ª le est¨¢ llevando a confabularse con ese desaf¨ªo al orden regional concebido por Occidente. De hecho, Turqu¨ªa ha estado ofreciendo apoyo log¨ªstico al Estado Isl¨¢mico (EI), incluso cuando ha permitido a miembros criminales de dicho grupo cometer matanzas de miles de kurdos civiles y yazid¨ªes en la ciudad siria de Kobane, en el umbral de Turqu¨ªa.
Algo debe cambiar en Turqu¨ªa, y pronto, para aclarar sus diversos conflictos
As¨ª se subraya otra cuesti¨®n respecto de la cual Turqu¨ªa y el Estado Isl¨¢mico convergen: los kurdos. Erdogan parece abrigar la esperanza de que, al degradar la fuerza militar kurda y su control territorial, el Estado Isl¨¢mico lo ayudar¨¢ a lograr su objetivo fundamental de menoscabar el movimiento nacional kurdo, que desde hace mucho tiempo es una espina clavada en el costado de Turqu¨ªa.
Pero la guerra contra el Estado Isl¨¢mico ha impulsado, si acaso, la causa kurda. Los combatientes peshmergas kurdos en Irak ya han creado un Estado casi independiente a lo largo de la frontera con Turqu¨ªa y el Partido de Uni¨®n Democr¨¢tica, la filial siria del partido de los Trabajadores Kurdos (PKK), que ha estado ri?endo una guerra de guerrillas contra el Estado turco en los tres ¨²ltimos decenios, va camino de crear una regi¨®n aut¨®noma kurda a lo largo de la frontera siria con Turqu¨ªa. Juntos, esos grupos han surgido como la fuerza m¨¢s eficaz en la guerra contra el Estado Isl¨¢mico.
Y hay m¨¢s noticias malas para Erdogan. La impresi¨®n de que su verdadero objetivo al apoyar el Estado Isl¨¢mico es detener el ascenso de los kurdos, impulsado por la aparente indiferencia ante la agon¨ªa de Kobane, ha puesto en peligro uno de sus legados m¨¢s importantes: las conversaciones de paz con el PKK.
Erdogan ha sostenido incluso que, en opini¨®n de Turqu¨ªa, el PKK y el Estado Isl¨¢mico son la misma cosa, reflejo de la declaraci¨®n del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, de que Ham¨¢s y el Estado Isl¨¢mico son ramas del mismo ¨¢rbol. Con semejante ret¨®rica desesperada e irracional, Erdogan est¨¢ dando cr¨¦dito a las acusaciones de que todo el ¡°proceso de paz¡± fue simplemente una estratagema para persuadir a los diputados kurdos al Parlamento de Turqu¨ªa en el sentido de que apoyaran los cambios constitucionales que le permitieron pasar de primer ministro a jefe del Estado.
Se trata de una conclusi¨®n totalmente veros¨ªmil. Al fin y al cabo, el sentimiento antikurdo de Erdogan tambi¨¦n molde¨® sus decisiones pol¨ªticas relativas al cambio de r¨¦gimen en Siria. Durante mucho tiempo ha insistido en la creaci¨®n en el lado sirio de la frontera de una zona ¡°de protecci¨®n¡± con prohibici¨®n de vuelos, con el pretexto de que contribuir¨ªa a abordar la crisis humana que la guerra civil ha provocado; pero su objetivo real es el de impedir cualquier aspiraci¨®n kurda de autonom¨ªa en la Siria septentrional. (Los aliados occidentales de Turqu¨ªa siguen oponi¨¦ndose a esa propuesta para no verse arrastrados a una confrontaci¨®n a las claras con el r¨¦gimen sirio y sus aliados ruso y chino).
Erdogan se ve ahora sumido en un problema estrat¨¦gico. Si sigue adoptando una posici¨®n vacilante sobre el Estado Isl¨¢mico, lo ¨²nico que conseguir¨¢ ser¨¢ enajenarse a¨²n m¨¢s a los kurdos, lo que significa que, cuando los yihadistas decidan invadir territorio turco, Turqu¨ªa tendr¨¢ que enfrentarse a ellos sin una alianza kurda. Pero si decide apoyar a los kurdos en su lucha contra el Estado Isl¨¢mico, propiciar¨¢ sus aspiraciones nacionales.
Pero un nacionalismo kurdo m¨¢s fuerte podr¨ªa no ser tan malo para Erdogan, que ha sido un vehemente defensor del derecho a la autodeterminaci¨®n nacional allende la vecindad inmediata de Turqu¨ªa; como, por ejemplo, en el caso de Palestina. De hecho, esa iniciativa podr¨ªa ser una se?al de coherencia pol¨ªtica y moral digna de benepl¨¢cito, que posiblemente impulsar¨ªa incluso la influencia de Erdogan en caso de que entra?ara un acuerdo con los kurdos de Turqu¨ªa, incluido el PKK.
En cualquier caso, ya es hora de que Erdogan se decida. Ya ha metido a Turqu¨ªa en un mont¨®n de conflictos entre sus intereses vitales: su alianza con Occidente, sus aspiraciones regionales y la cuesti¨®n kurda. Algo tendr¨¢ que cambiar... y pronto.
Shlomo Ben-Ami, exministro de Asuntos Exteriores de Israel y actual vicepresidente del Centro Internacional por la Paz, de Toledo, es autor de Scars of war, wounds of peace: the israeli-arab tragedy (Cicatrices de guerra, heridas de paz. La tragedia ¨¢rabe-isael¨ª).
? Project Syndicate, 2014. Traducido del ingl¨¦s por Carlos Manzano.
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