Obesos y rodeados
En el mundo 1.460 millones de personas tienen sobrepeso o son obesas. La epidemia se ha disparado.
En la pel¨ªcula Wall-E, los seres humanos del futuro son tan obesos que viven sentados y dependen de robots para moverse. Pero si atendemos al informe del Instituto del Desarrollo de Ultramar en Reino Unido, el mundo hoy deber¨ªa ponerse a dieta ya: 1.460 millones de personas tienen sobrepeso o son obesas. La epidemia se ha disparado. En apenas tres d¨¦cadas, la humanidad ha sumado 904 millones en los pa¨ªses en desarrollo. ?Por qu¨¦?
Mucha de la culpa tiene que ver con lo que nos llevamos a la boca. En abril de 1999, un grupo de ejecutivos de la industria alimentaria norteamericana se reuni¨® en la sede de la compa?¨ªa Pillsbury en Minneapolis por iniciativa de uno de sus responsables, James Behnke, nos narra el periodista Michael Moss en su libro Salt, Sugar and Fat, How Food Giants Hooked Us. Behnke estaba preocupado con las im¨¢genes de ni?os obesos americanos con s¨ªntomas de diabetes e hipertensi¨®n. Quer¨ªa mejorar la imagen de la industria, convenciendo a sus colegas para que crearan alimentos m¨¢s bajos en sal, az¨²cares y grasas. Su mayor temor era que el p¨²blico y las autoridades sanitarias los se?alasen al final como las nuevas tabaqueras, acus¨¢ndoles de crear alimentos tan irresistibles como cigarrillos ricos en nicotina. Cuenta Moss que uno de los ejecutivos se levant¨® indignado: ¡°No me hablen de nutrici¨®n. H¨¢blenme de sabor. Si esto sabe mejor, no corran a vender otra cosa¡±. Parec¨ªa suicida cambiar la f¨®rmula de un yogur si resultaba mucho m¨¢s rico por tener el doble de az¨²car. La reuni¨®n fracas¨®. Quince a?os despu¨¦s, Estados Unidos ya se ha convertido en el pa¨ªs con m¨¢s obesos del planeta (uno de cada tres adultos), con 24 millones de diab¨¦ticos tras los que se esconde una alimentaci¨®n deficiente, entre otros factores. Y ha exportado tendencias. En Espa?a hay un obeso por cada seis adultos y dos de cada tres sufren sobrepeso, seg¨²n un informe de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico (OCDE). Como un demonio silencioso, tambi¨¦n se abre paso aqu¨ª.
Moss, reportero del diario The New York Times y ganador de un Pulitzer, afirma que las multinacionales alimentarias nos han enganchado con su comida basura. Escribe sobre laboratorios donde legiones de qu¨ªmicos y psic¨®logos gastan millones de d¨®lares en experiencias con voluntarios para investigar y fabricar el snack perfecto. La experiencia nos dice que a la irresistible primera patata frita le suceder¨¢n otras muchas, y que es un triunfo del dise?o. ?Tanto como un cigarrillo? ¡°Si me preguntas si los alimentos tienen el mismo efecto que las drogas sobre las neuronas, es complejo¡±, responde John Salamone, neurocient¨ªfico y psic¨®logo de la Universidad de Conneticut. ¡°Hay estudios que indican similitudes, pero tambi¨¦n diferencias, entre los circuitos neuronales activados por alimentos y drogas¡±.
La industria ha inundado los supermercados de alimentos muy sabrosos que incrementan el consumo
A este experto no le gusta el t¨¦rmino comida adictiva. Prefiere hablar de atrac¨®n, un desorden compulsivo ligado a la obesidad ¨Caunque hay muchos que lo padecen y no est¨¢n obesos¨C. Pero concede que la industria ha inundado los supermercados deliberadamente de alimentos muy sabrosos ¡°con exceso de az¨²car, sirope de glucosa, sales y saborizantes, lo que incrementa el consumo, el objetivo econ¨®mico¡±. Ese man¨¢ que fluye ayuda a ganar peso, y tambi¨¦n que ¡°algunas personas se enganchen¡±.
Salvo la cafe¨ªna, no hay evidencia cient¨ªfica de que existan sustancias en los alimentos que enganchen como las drogas, afirma Carlos Di¨¦guez, catedr¨¢tico de Fisiolog¨ªa de la Universidad de Santiago de Compostela. La extrapolaci¨®n no es v¨¢lida. Pero s¨ª se puede hablar de ¡°una adicci¨®n a la comida, no a sus componentes¡±. Es un problema de conducta, sugiere. Inunde de casinos una ciudad y surgir¨¢n lud¨®patas, es inevitable, pero no hay una mol¨¦cula que produzca ludopat¨ªa. Saturen el mercado con alimentos supercal¨®ricos, creados para ser muy apetitosos, en un mundo donde proliferan las cadenas de comida r¨¢pida, en el que la mayor parte del d¨ªa trabajamos sentados, y no se sorprendan por las estad¨ªsticas de obesidad. Estamos todos expuestos, pero esta adicci¨®n lleva su aprendizaje, indica Di¨¦guez. ¡°A nadie le gust¨® su primera cerveza, pero a base de tomarla obtienes placer. Con la comida, lo mismo¡±.
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