?Es preciso contarlo todo?
¡®La ablaci¨®n`, de Ben Jelloun, describe la peripecia de una ¡°vida sin l¨ªbido¡±
Un buen n¨²mero de varones, alcanzada cierta edad, descubrimos en nuestro interior la existencia de una escondida gl¨¢ndula llamada pr¨®stata, a la que de joven se desde?a, por creerla poco menos que ornamental al lado de otros ¨®rganos esenciales del cuerpo masculino. Yo mismo tuve noticia fehaciente de ella har¨¢ casi 25 a?os, en una muestra de precocidad que m¨¢s me habr¨ªa gustado experimentar en la sabidur¨ªa o el amor. Pero no quiero hablar aqu¨ª de la m¨ªa, con la que mantengo una relaci¨®n de estrecha vigilancia, recelo no exento de aprensi¨®n y an¨¢lisis pormenorizado de sus alteraciones, un poco a la manera en que los financieros siguen las subidas y bajadas del ¨ªndice burs¨¢til. Un aviso ling¨¹¨ªstico de lo que es la madurez llega cuando los hombres y las mujeres se ven obligados, por razones de precauci¨®n sanitaria, a conocer y hasta a utilizar en la vida corriente siglas y t¨¦rminos antes remotos o desconocidos. Por ejemplo, en el apartado que me corresponde, PSA, LMR, flujometr¨ªa,hiperplasia, fotovaporizaci¨®n.
Todos ellos y alguno m¨¢s alarmante aparecen nombrados en L?ablation (La ablaci¨®n), un libro de gran inter¨¦s de Tahar Ben Jelloun aparecido este a?o en Francia, sin traducci¨®n todav¨ªa, que yo sepa, al espa?ol. El autor lo llama r¨¦cit, y en un pr¨®logo explica que un amigo suyo matem¨¢tico de profesi¨®n le rog¨® que escribiera su propia peripecia prost¨¢tica sin embellecerla ni omitir detalles, por crudos que fueran. Ese ruego le produjo al escritor marroqu¨ª de expresi¨®n francesa un dilema: ¡°?era preciso, como mi amigo me lo ped¨ªa, contarlo todo, describirlo todo, revelarlo todo? Despu¨¦s de una reflexi¨®n, decid¨ª no dejar nada de lado, entrar en su cabeza y ponerme en su piel¡±, aunque unos p¨¢rrafos m¨¢s adelante reconoce haber traicionado la misi¨®n de un escritor objetivo, pues ¡°imaginando ciertas escenas, reinvent¨¢ndolas o adapt¨¢ndolas al ritmo del relato en algunos momentos, yo ya no sab¨ªa si traduc¨ªa sus fantasmas o los m¨ªos¡±.
Personal o vicariamente, conocemos la angustia, la dubitaci¨®n, los pasos dif¨ªciles en el camino m¨¦dico
El resultado posee una ambig¨¹edad narrativa que nunca le quita a sus p¨¢ginas (se trata de un libro poco extenso) poder de sugerencia y dimensi¨®n ver¨ªdica, por reelaborada que est¨¦. Ben Jelloun no sufre ¨¦l mismo el grave tumor que se le detecta a su amigo, pero al darle a ¨¦ste la voz en primera persona el lector puede pensar que el matem¨¢tico no existe realmente y s¨®lo sea un alter ego ficticio del novelista que se presenta como mero testigo y relator. Tanto da. Personal o vicariamente, conocemos la angustia, la dubitaci¨®n, los pasos dif¨ªciles en el camino m¨¦dico, los diagn¨®sticos contradictorios de los ur¨®logos, la arriesgada ¨¦pica de los valientes, como la de ese profesor del matem¨¢tico enfermo, quien, al encontrarse por casualidad en un autob¨²s parisino y saber de la inminente operaci¨®n de prostatectom¨ªa a la que su antiguo disc¨ªpulo va a someterse, le insiste con vehemencia en que no lo haga, siguiendo su ejemplo y recomend¨¢ndole la ¡°curieterapia¡±, un m¨¦todo iniciado hace m¨¢s de un siglo a partir de una intuici¨®n de Pierre Curie y consistente en introducir en la pr¨®stata granos radioactivos que ¡°se comen¡± literalmente las c¨¦lulas cancerosas. La vida sexual puede seguir as¨ª su curso, aun con el peligro de una reproducci¨®n del mal, y la funci¨®n er¨¦ctil se conserva: ¡°S¨¦ de qu¨¦ hablo¡±, contin¨²a dici¨¦ndole el profesor setent¨®n al alumno 20 a?os m¨¢s joven.
El novelista cuenta las confesiones de su amigo, el calvario de alguien para quien el narcisismo ante las mujeres a las que ama profusa y fogosamente es una prioridad ahora imposible de cumplir. Sus reacciones son tambi¨¦n, como los dict¨¢menes de los doctores, antit¨¦ticas: cuando se siente humillado al saber que la extirpaci¨®n de esa gl¨¢ndula puede quitarle la capacidad er¨®tica, considera el suicidio, pero otras veces, animado por la versi¨®n directa que le da un colega de investigaci¨®n matem¨¢tica sobre el caso Fran?ois Mitterrand, elucubra con imitar al presidente socialista, el cual, al saber de su c¨¢ncer en octubre de 1981 lo ocult¨® sin someterse a cirug¨ªas radicales y conjur¨¢ndolo en lo posible a base de hacer trabajar a la libido para que se olvidase de la dolencia. ¡°Vivi¨® 15 a?os con una pr¨®stata gruesa y enferma. Y nos foll¨® a todos¡±.
No tiene un final feliz, pero tampoco acaba en muerte o desespero
El matem¨¢tico de Tahar Ben Jelloun es un hombre sensual y tambi¨¦n le¨ªdo, y por ello L?ablation recoge una serie de referentes literarios que le sirven de espejo o acicate. En las tentaciones depresivas, detalla las providencias que tomar¨ªa de llegar a quitarse la vida, evocando a Jake Barnes, personaje central de la novela de Ernest Hemingway Fiesta (al que le pone el rostro de Tyrone Power, que interpret¨® en la pel¨ªcula de Henry King al periodista incapacitado por una herida de guerra), y las figuras reales de dos suicidas atormentados por la impotencia, el propio Hemingway y Romain Gary. El narrador suma a sus nombres el de Cesare Pavese, cuya muerte, seg¨²n los indicios m¨¢s fiables, no parece haberse debido a una cuesti¨®n genital, y recurre a im¨¢genes relacionadas con su propia situaci¨®n, como las del filme de Bolognini El bello Antonio y la de la escena de la novela de despedida de Philip Roth Sale el fantasma en la que un rastro amarillento sigue al protagonista mientras nada en una piscina.
L?ablation no tiene un final feliz, pero tampoco acaba en muerte o desespero. Tras la dr¨¢stica operaci¨®n, el narrador contin¨²a su ¡°vida sin libido¡±, tratando de buscar acompa?amiento para la p¨¦rdida. En las conmovedoras p¨¢ginas finales quienes le acompa?an son Borges y Bu?uel. Al primero, anciano e invidente, se le acerc¨® en el jard¨ªn de un gran hotel y le habl¨®, recibiendo una caracter¨ªstica contestaci¨®n borgiana en forma de ap¨®logo de Las mil y una noches. ¡°Mi libido es una ceguera, una soledad¡±, dice el matem¨¢tico. En cuanto a Bu?uel, se congratula al comprobar que, trabajando con casi total sordera y por tanto como en una regresi¨®n al cine mudo, tal carencia no quita resonancia a las extraordinarias pel¨ªculas de su etapa final: ¡°?Qu¨¦ pasaba por su cabeza cuando ve¨ªa esas im¨¢genes en que faltaba el sonido? ?Qu¨¦ recuerdo guardaba de la m¨²sica del mundo?¡±.
¡°Ciego y sordo¡± como solitario del placer carnal, este hombre que le conf¨ªa su intimidad a Ben Jelloun se declara dispuesto al goce fantasmal de los sentidos que le restan: ¡°Vivir¨¦ con el recuerdo de algunos perfumes y tal vez de algunos olores inconvenientes¡±.
Vicente Molina Foix es escritor.
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