Falsificaciones, el arte de un gran negocio
¡°El mundo del arte est¨¢ podrido", dice un falsificador. "Al menos 300 o 400 de mis falsificaciones se colocaron a trav¨¦s de ellas¡±
El basquiat dudoso cuelga en el sal¨®n de la casa del coleccionista. Entre un barcel¨® y una ara?a de Louise Bourgeois.
¨CBueno ¨Cmurmura mirando el cuadro¨C. Siempre pens¨¦ que era aut¨¦ntico. Tengo papeles.
¨C?Cu¨¢ndo lo compraste?
¨CA principios de los ochenta, en una subasta en Madrid. Un dineral.
¨C?Cu¨¢nto?
¨CPrefiero no contarlo, pero ya era car¨ªsimo. M¨¢s que T¨¤pies.
Bajo el escrutinio del aficionado, el basquiat parece demasiado basquiat. Es un lienzo pintado con acr¨ªlico y montado sobre soportes blancos de madera. Una cabeza con trazos veloces rojos, negros y azules vivos. La imagen congelada de la obra del pintor estadounidense. Como si el mago del grafiti hubiera reunido ah¨ª todos sus clich¨¦s. Adem¨¢s, en los ochenta oper¨® en Madrid un falsificador. Si la tela es aut¨¦ntica, vale dos millones largos; si no, se queda en decoraci¨®n.
¨CHay dudas, no la subasto. No quiero l¨ªos ¨Czanja el coleccionista.
Una mirada responsable que colisiona con el universo de lo falso. El mercado del arte maneja 60.000 millones de d¨®lares al a?o y la tentaci¨®n de sacar tajada surge poderosa. Desde falsificadores c¨¦lebres como Elmyr de Hory hasta el millonario esc¨¢ndalo de Glafira Rosales y el gallego Jos¨¦ Carlos Berganti?os. ¡°Entre el 10% y el 40% de las obras que aparecen en el mercado son falsas o se encuentran tan alteradas o restauradas que casi podr¨ªan catalogarse como tales¡±, advierte Leonora Gummer, quien ha trabajado en el ¨¢rea de maestros antiguos de Sotheby¡¯s.
En Ginebra, Yan Walther est¨¢ utilizando reflectograf¨ªa infrarroja para analizar una tela de Fernand Leger. ¡°M¨¢s del 70% de las piezas resultan falsas¡±, revela Yan, director de Fine Arts Expert Institute, una empresa suiza que emplea tecnolog¨ªa de vanguardia para desenmascarar fraudes. El problema de la autenticidad son los grises. Picasso se neg¨® a firmar una tela ¨Csabiendo que era suya¨C a una mujer con una justificaci¨®n peregrina. ¡°Si la firmo ahora, estar¨¦ dejando mi r¨²brica de 1943 en un lienzo de 1922. No, se?ora. Lo siento. No puedo firm¨¢rsela¡±. ?Es aut¨¦ntica una obra sin firma? ?O una tela genuina demasiado restaurada?
Esas dudas solo desaparecen cuando los falsos son rotundos. Robert Driessen, de 58 a?os, es un genio del enga?o. Ha falsificado 1.000 esculturas de Alberto Giacometti a lo largo de 30 a?os y ganado millones. Hoy, huido de la justicia, vive en Tailandia. Driessen reconoce el fraude, aunque se defiende. ¡°Las galer¨ªas lo sab¨ªan. Todo es una cuesti¨®n de dinero; dinero y nada m¨¢s¡±, critica. ¡°El mundo del arte est¨¢ podrido. Al menos 300 o 400 de mis falsificaciones se colocaron a trav¨¦s de ellas¡±.
El problema con Giacometti es que el caos de su vida se propag¨® a su arte. Se calcula que produjo 500 obras ¨²nicas. Aunque a veces usaba fundiciones distintas para el mismo dise?o y otras, enfurecido, destru¨ªa el molde a mitad de la edici¨®n. Por eso resulta m¨¢s f¨¢cil falsificar a Goya que a Richter. El pintor alem¨¢n tiene codificados todos sus trabajos. Con la lecci¨®n aprendida, la Fundaci¨®n Alberto et Annette Giacometti prepara el cat¨¢logo razonado del artista. ¡°Nos tomamos muy en serio el tema¡±, asegura Catherine Grenier, directora. Tanto como los falsificadores.
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