Nada volver¨¢ a ser igual
La crisis provoca la aparici¨®n de los populismos y una vuelta a pol¨ªticas restrictivas relativas a la libre circulaci¨®n de personas
Los primeros a?os del presente siglo ser¨¢n recordados como una ¨¦poca de desarrollo econ¨®mico en todos los pa¨ªses occidentales, similar a la de ¡°los felices a?os veinte¡±, y especialmente en el nuestro. La sociedad espa?ola vivi¨® los a?os de prosperidad econ¨®mica en que el cr¨¦dito flu¨ªa a las empresas y a los particulares. Espa?a se convert¨ªa en un pa¨ªs de acogida de inmigrantes que escapaban de la pobreza de sus pa¨ªses. Pero todo este desarrollo econ¨®mico hizo que aquellos que advert¨ªan los nubarrones preludio de la crisis fueron acallados para no despertar del dulce sue?o. Pero el despertar ha sido traum¨¢tico, numerosas empresas han cerrado, la Administraci¨®n a duras penas puede pagar a sus proveedores y la n¨®mina de los funcionarios, se han subido los impuestos. Cientos de miles de personas pasaron a engrosar las listas del paro, comenzaron los impagos de las hipotecas, y con ella los desahucios, los dramas familiares, la salida de trabajadores el extranjero, j¨®venes abocados al exilio laboral. Un c¨ªrculo vicioso se ha instalado en la econom¨ªa. Reducci¨®n del gasto, menos inversi¨®n, menos desarrollo econ¨®mico. Igualmente, aunque no de una manera tan grave esta crisis ha afectado a los pa¨ªses europeos, salvo la excepci¨®n de Grecia y Portugal en los que se ha convulsionado la sociedad.
La crisis econ¨®mica de 1929 fue de gran intensidad y dio lugar al nacimiento del fascismo, la actual se est¨¢ prolongando en el tiempo y no nos deja ver ni su final ni sus consecuencias. Pero esta crisis no s¨®lo tiene un alcance econ¨®mico. Se est¨¢ demostrando que est¨¢ afectando a la estructura de la sociedad y a los sistemas democr¨¢ticos, as¨ª como al proyecto de unidad europeo. Los ciudadanos consideran que hay un d¨¦ficit democr¨¢tico y que las libertades se reducen. Se ha producido un importante aumento de las desigualdades, especialmente en Espa?a, que s¨®lo se ha mantenido la paz social gracias a las ayudas estatales y a la estructura familiar. Pero, sobre todo, se est¨¢n produciendo dos fen¨®menos en toda Europa: la aparici¨®n de los populismos y una vuelta a pol¨ªticas restrictivas relativas a la libre circulaci¨®n de personas. Los Estados se cierran en s¨ª mismos y con ello queda herida de muerte la Uni¨®n Europea.
Un c¨ªrculo vicioso se ha instalado en la econom¨ªa: reducci¨®n del gasto, menos inversi¨®n, menos desarrollo econ¨®mico
La c¨¢mara regional del Parlamento alem¨¢n aprob¨® hace unos d¨ªas la ley que prev¨¦ restricciones para la emigraci¨®n procedente de los pa¨ªses de miembros de la Uni¨®n Europea, tratando de evitar que los ciudadanos comunitarios no alemanes abusen de las ayudas sociales. El Gobierno establece el plazo de seis meses para que los extranjeros encuentren trabajo; si en ese plazo no han encontrado un empleo, ni tienen perspectiva de hacerlo, deber¨¢n abandonar el pa¨ªs. En el Reino Unido se ha propuesto expulsar a los comunitarios que no encuentren trabajo en seis meses, se establece prever cuatro a?os de cotizaci¨®n como tiempo necesario para empezar a recibir beneficios sociales, y los ciudadanos de la Uni¨®n Europea que lleguen al Reino Unido y no tengan empleo no podr¨¢n beneficiarse de descuentos fiscales o ayudas para la vivienda. Incluso en pa¨ªses como Suiza se plantea un refer¨¦ndum para reducir al m¨ªnimo la entrada de inmigrantes y piden tambi¨¦n ayudar a frenar la natalidad en los pa¨ªses pobres. Este discurso adolece en gran medida de los estudios serios sobre la repercusi¨®n de los inmigrantes en la econom¨ªa de dichos pa¨ªses, pues en Alemania, por ejemplo, el n¨²mero de ciudadanos extranjeros que trabajan es de 6,5 millones y el saldo de lo que aportan los extranjeros a las arcas p¨²blicas federales tras descontar lo que reciben en ayudas es de 22.000 millones, seg¨²n estudios durante 2012 del centro para la Investigaci¨®n Econ¨®mica Europea por encargo de la fundaci¨®n Bertelsmann.
Sin embargo, con estas pol¨ªticas se pretende frenar el auge de los partidos euroesc¨¦pticos, como el UKIP en el Reino Unido y el nacionalista Alternativa para Alemania, que recogen el descontento de un sector de la poblaci¨®n. Una corriente de populismo al amparo de la crisis econ¨®mica recorre los pa¨ªses europeos (a los anteriormente citados hay que sumar el Frente Nacional en Francia, Dem¨®cratas de Suecia y Movimientos Cinco Estrellas en Italia). Ante esta situaci¨®n es necesario profundizar en la Uni¨®n Europea, la igualdad entre los ciudadanos europeos y en las necesarias reformas pol¨ªticas y econ¨®micas dirigidas a favorecer la participaci¨®n de los ciudadanos en la sociedad y promover y garantizar la igualdad de los servicios esenciales. Es necesario fomentar la cohesi¨®n social, pues de lo contrario ser¨¢ un caldo de cultivo para los proyectos populistas que realicen dial¨¦cticas de enfrentamiento. La confrontaci¨®n social es su objetivo. El mensaje se centra en culpar a los otros y en la creaci¨®n enemigos por diferentes motivos.
La crisis afecta a la estructura de la sociedad, a los sistemas democr¨¢ticos y al proyecto de unidad europeo
Una nueva era nace a la luz de esta crisis que transcurre paralela e interrelacionada con el desarrollo tecnol¨®gico sin precedentes en la humanidad, que permite la comunicaci¨®n de las sociedades, la transferencia de capitales y la circulaci¨®n de personas e ideas, que cambia las formas de relacionarse y trabajar, exige nuevos instrumentos de actuaci¨®n conjunta entre los pa¨ªses. Es la hora de las estructuras supraestatales como la Uni¨®n Europea. Hay que potenciar las instituciones comunitarias y la coordinaci¨®n de las pol¨ªticas internacionales con Am¨¦rica, Rusia y China, frente a pol¨ªticas de aislamiento de los Estados y el establecimiento de fronteras como medida de protecci¨®n ante la crisis econ¨®mica, que nos retornara al pasado.
Lo que s¨ª es cierto es que no estamos ante una crisis de car¨¢cter exclusivamente econ¨®mico que una vez superada todo va a ser igual que antes. El mundo est¨¢ cambiando vertiginosamente y es necesario adaptarse y hacer reformas para que no se fracture socialmente. Bajo este cambio algo nuevo est¨¢ naciendo o algo viejo renace bajo distintos ropajes de modernidad, esperemos saber diferenciar lo nuevo de lo viejo, lo pr¨®spero del retroceso, el futuro del pasado, el enga?o de la verdad y no caigamos en antiguas tentaciones del siglo XX.
Francisco Pleite Guadamillas? es magistrado y doctor en Derecho por la Universidad Carlos III de Madrid.
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