La cultura
?Qui¨¦n garantiza el acceso a lo que no son las necesidades m¨ªnimas?
Qu¨¦ ocurrir¨ªa si nos extirparan de la imaginaci¨®n los martes y luego los mi¨¦rcoles y as¨ª hasta arrebatarnos todos y cada uno de los d¨ªas de la semana? ?Y si borraran de un plumazo los meses del a?o? ?En qu¨¦ nos quedar¨ªamos si desapareciera de s¨²bito el sistema m¨¦trico decimal? Podr¨ªa ser, ?no? De hecho, los s¨¢bados no existen m¨¢s que en nuestra fantas¨ªa, igual que los eneros o los marzos, lo mismo que los minutos del microondas o los segundos del metr¨®nomo. Hubo un tiempo en el que no exist¨ªa el jueves pr¨®ximo ni la primavera que viene. Ya ten¨ªamos h¨ªgado y ri?ones y lengua y paladar y tr¨¢quea. Pero carec¨ªamos del s¨¢bado. Hoy ser¨ªa m¨¢s dif¨ªcil vivir sin s¨¢bado que sin tr¨¢quea. Casi todos los ¨®rganos se pueden sustituir o trasplantar, pero un s¨¢bado no se le ocurre a cualquiera. ?Y un funeral? ?Cu¨¢ntos siglos y cu¨¢ntas cantidades de ensue?o fueron necesarios para inventar el culto a los difuntos? ?Cu¨¢nto ingenio fue preciso poner en marcha para descubrir la l¨¢stima? ?Qu¨¦ clase de delirio nos indujo a enterrar a los muertos en vez de com¨¦rnoslos, pese a la suma de prote¨ªnas que contiene un cad¨¢ver?
Imaginemos a un hombre o a una mujer despose¨ªdos de la utiler¨ªa fant¨¢stica que acabamos de referir, y que no ocupa sino una parte m¨ªnima de lo que llamamos realidad (la realidad, otro hallazgo de cojones tambi¨¦n); imagin¨¦moslos despertando sin saber qu¨¦ hora es, qu¨¦ d¨ªa, en qu¨¦ estaci¨®n del a?o se encuentran, ad¨®nde deben ir a trabajar. Algo de eso ocurre en momentos de implosi¨®n como los actuales. Se desechan conquistas, se eliminan derechos, se reduce a las personas a sus necesidades b¨¢sicas, necesidades que cubre la solidaridad individual porque el Estado no llega. ?Pero qui¨¦n garantiza el acceso a la cultura?
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