Espa?a no est¨¢ libre de ¨¦bola
?Hemos aprendido la lecci¨®n? ?Hemos extra¨ªdo una nueva conciencia sobre la importancia de entender que el gasto en salud global es una inversi¨®n en el bienestar de todos?
Transcurridos m¨¢s de 42 d¨ªas desde la curaci¨®n de Teresa Romero, Espa?a est¨¢ oficialmente libre de ¨¦bola. Lo hemos le¨ªdo esta semana en la prensa. Sin embargo, lo cierto es que el ¨¦bola no ha desaparecido. Si no es controlado puede convertirse en el nuevo sida.
Para controlar el brote y su expansi¨®n la ONU estima necesario triplicar, incluso cuadruplicar, la presencia de ayuda internacional en ?frica Occidental. Uno de los mayores retos para contratar personal especializado es asegurar su repatriaci¨®n cuando puedan haber estado expuestos al ¨¦bola en el transcurso de su trabajo, con independencia de su nacionalidad y la organizaci¨®n a la que pertenezcan. La OMS ha calculado que ser¨¢n necesarias varias repatriaciones al mes. Hasta la fecha todo el personal infectado o con peligro de contagio ha tenido acceso a una repatriaci¨®n m¨¦dica, si bien muy costosa por la falta de planificaci¨®n.
De ah¨ª la necesidad de responder positivamente a la solicitud realizada por la ONU de utilizar el aeropuerto de las Palmas de Gran Canaria para el despliegue de la ayuda internacional y las futuras repatriaciones pertinentes. Es el momento de que la Uni¨®n Europea d¨¦ una repuesta coordinada y contundente a trav¨¦s de un plan integral de cooperaci¨®n que ponga al servicio de los pa¨ªses afectados tanto los fondos de cooperaci¨®n como las capacidades cient¨ªficas y de investigaci¨®n, que adem¨¢s consolide un plan europeo de repatriaciones con los recursos m¨¢s oportunos, desde la constituci¨®n de canarias como base a¨¦rea, a la Cl¨ªnica Universitaria de Hamburgo-Eppendorf como centro de referencia.
Una de la preguntas m¨¢s acuciantes es la de si realmente hemos aprendido que el ¨¦bola es un problema de salud global. El riesgo de que la comunidad internacional reduzca su ya tard¨ªo e insuficiente esfuerzo en responder a esta epidemia una vez desaparezca de nuestros medios de comunicaci¨®n es una posibilidad real que podemos pagar muy cara. Todav¨ªa no somos conscientes de las consecuencias que el ¨¦bola tendr¨¢ a medio plazo, no solo en la tasa de mortalidad directa en los pa¨ªses afectados, sino en las condiciones de vida de la poblaci¨®n mundial que ha dejado de recibir la atenci¨®n necesaria sobre otras enfermedades que se cobran m¨¢s muertes diarias que el ¨¦bola. Por ejemplo, cualquier d¨ªa del a?o pasado murieron en los pa¨ªses m¨¢s desfavorecidos m¨¢s personas de malaria y tuberculosis que todas las que han muerto hasta este momento por la crisis del ¨¦bola. El ¨¦bola mata personas, consume recursos y fuerza la desatenci¨®n de otras enfermedades. Poner freno a su propagaci¨®n debe ser una responsabilidad compartida por toda la comunidad internacional.
Es aqu¨ª donde vuelve a surgir la pregunta: ?Hemos aprendido la lecci¨®n? ?Hemos extra¨ªdo una nueva conciencia sobre la importancia de entender que el gasto y el dinero destinado a la salud global es una inversi¨®n en el bienestar de todos? Que mantener y aumentar la ayuda oficial a la cooperaci¨®n y al desarrollo es una obligaci¨®n ¨¦tica, ?pero tambi¨¦n una mayor garant¨ªa de seguridad global? Dicho de otra manera, ?somos de una vez conscientes de que nuestros retos en cuestiones de salud hoy en d¨ªa no tienen fronteras y que no se sostiene esa simple y reduccionista visi¨®n sobre la prioridad de los problemas de aqu¨ª sobre los problemas de all¨ª, cuando los problemas de all¨ª son tambi¨¦n los de aqu¨ª?
La realidad nos sigue poniendo a prueba y es necesario analizar si estamos prestando la atenci¨®n necesaria a otras enfermedades latentes que de ser tratadas con la misma distancia y falta de atenci¨®n con la que hemos reaccionado frente al ¨¦bola, podr¨ªan convertirse en la pr¨®xima pandemia, por ejemplo, el virus del chikungu?a, una enfermedad que hasta ahora ha ocupado una parte muy residual de la atenci¨®n medi¨¢tica y pol¨ªtica en Europa.
Transmitido por los mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus, el virus del chikungu?a se describi¨® por primera vez en Tanzania en 1952 y desde entonces se ha extendido por ?frica, Asia y, m¨¢s recientemente, por el continente americano, llegando a provocar tambi¨¦n diversos brotes en Europa. Cuando todav¨ªa estamos inmersos en plena batalla contra el ¨¦bola, el reto es llegar a tiempo para que virus como el chikungu?a se puedan acotar, tratar, y frenar su propagaci¨®n mundial.
En estos d¨ªas en los que se ha debatido en el Congreso de los Diputados los Presupuestos Generales del Estado para el a?o que viene ser¨ªa necesario analizar si el ¨¦bola ha dejado una huella profunda en lo que se refiere al aumento de la ayuda oficial, o si ha tenido el mismo eco ef¨ªmero de nuestra realidad informativa. Como nuevo miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, Espa?a debe demostrar m¨¢s que nunca su compromiso con los retos de la salud global y combatir enfermedades de alcance mundial que ya ha sufrido en sus propias carnes.
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