Los hijos 'presos' y la se?ora Claire
Los ni?os de prisioneros pobres en Camer¨²n tienen dificultades para seguir en contacto con sus padres. Esta es la historia del proyecto de una mujer para mantenerlos unidos
M. J. tiene solo 16 meses. Su mirada, sin embargo, es la de una persona vieja y cansada de la vida que le ha tocado. Todo lo que conoce, su mundo, es la Prisi¨®n Principal de Yaound¨¦, capital de Camer¨²n, donde su madre, Aautt Rosalie, entr¨® embarazada de siete meses y le trajo al mundo mientras cumpl¨ªa una condena de un a?o y dos meses, acusada de provocar un incendio intencionadamente junto a otra mujer. As¨ª, lo ¨²nico que los ojos tristes de M. J. han visto son cuatro paredes; tan altas que apenas dejan ver el cielo y, como el suelo, tienen un color gris cemento pintado de suciedad. Los muros delimitan unos pocos metros cuadrados repletos hasta el agobio de ropa tendida e impregnados por un intenso olor a madera quemada. Viene de la cocina instalada en la zona com¨²n que comparten la docena de reclusas confinadas y cuyo mobiliario a la vista es una mesa de madera ro¨ªda y una pila de cuencos de pl¨¢stico y ollas de metal, protegidos de la intemperie por unas telas atadas a modo de techo.
La mujer que cambi¨® una vida de lujo por la c¨¢rcel
Renunci¨® a una vida de lujo. Aunque ella asegura que no ten¨ªa opci¨®n, que era inevitable que su vocaci¨®n por ayudar a los m¨¢s vulnerables, especialmente a los ni?os, acabase por imponerse a su clase social. "No puedo soportar ver a personas en problemas o angustiados". Ella es Claire Neuma Ndi-Samba, nacida en una familia pudiente el 10 de junio de 1972 en la capital de Camer¨²n, Yaound¨¦. Hija de un vicesenador y el fundador de una de las principales universidades y un colegio de Camer¨²n, dej¨® su trabajo, perdi¨® a su familia y a la mayor¨ªa de sus amigos por dedicarse exclusivamente a una ONG que asiste a los hijos de los presos m¨¢s pobres de las c¨¢rceles de su pa¨ªs.
¡°Dirig¨ª el colegio de mi padre durante 11 a?os, pero en 2011 decid¨ª entregarme por entero a la asociaci¨®n¡±. Habla de la organizaci¨®n que coordina desde su fundaci¨®n en 2006, Le Repcam (Le Relais Enfants - Parents du Cameroun), especializada en facilitar que los ni?os de los presos mantengan el contacto con sus progenitores. ¡°No gano dinero. No pago a nadie. Pero tengo muchos amigos que me cuidan cada d¨ªa¡±, asegura. Lo dice porque su familia, que al principio apoy¨® esta dedicaci¨®n, finalmente no entendi¨® que renunciara a la vida que se supon¨ªa que deb¨ªa llevar. ¡°Cuando abandon¨¦ de la empresa familiar, mis padres se sorprendieron mucho. Y llevo tres a?os sin verles. Tambi¨¦n perd¨ª el contacto con mis hermanos. No saben d¨®nde estoy y ninguno de ellos me atiende¡±. Tampoco sus antiguas amistades comprendieron que saliera del lujo de su infancia para entrar en las prisiones. ¡°He perdido el 90% de mis amigos de entonces¡±, dice.
¡°Hago este trabajo con pasi¨®n y los dramas de mi vida me ayudan a continuar¡±. Madre de tres hijos que viven con el padre del que est¨¢ divorciada, relata su historia sin mostrar arrepentimiento por sus elecciones. No ahonda m¨¢s en su relaci¨®n con su relaci¨®n con sus cr¨ªos e insiste en que est¨¢ centrada en ayudar a los de las reclusas. "Los m¨¢s vulnerables", subraya.
Considera que estaba destinada a su actual labor. Tanto es as¨ª que no cree que sea coincidencia que aquel ni?o de cinco a?os, Joel, se cruzara en su camino hace casi una d¨¦cada. ¡°Cuando le conoc¨ª, viv¨ªa en la calle y dorm¨ªa entre cartones en el Boulevard Veinte de Mayo de Yaound¨¦. Y robaba para intentar juntar los recursos que le permitieran ir a la c¨¢rcel a encontrarse con su madre. Ella llevaba en prisi¨®n varios a?os. Y su padre le hab¨ªa abandonado porque se hab¨ªa vuelto a casar y la nueva esposa no aceptaba al peque?o¡±, relata Claire. Aquello le afect¨® profundamente y decidi¨® actuar. Tras conversaciones con el padre y a cambio de una compensaci¨®n econ¨®mica, este accedi¨® a llevar al chico a visitar a su progenitora. ¡°Despu¨¦s de aquello cambi¨® radicalmente. En solo dos meses se convirti¨® en el mejor estudiante de su clase¡±. Fue esa transformaci¨®n la que encendi¨® una bombilla en la cabeza de Claire. ¡°Decid¨ª intentar hacer cualquier cosa para ayudar a todos los ni?os en la misma situaci¨®n¡±.
Y en eso est¨¢ desde hace ocho a?os. Esta mujer contundente a la que, por su manera de hablar y sus gestos, parece que nunca se le va a acabar la energ¨ªa, confiesa que le agotan f¨ªsica y mentalmente los problemas financieros. Cada actividad que realizan para mejorar la vida de los 668 chicos a los que ayudan es una batalla presupuestaria. Pero lejos de amedrentarse o apagarse ante a la adversidad, Claire se presenta firme cuando pide fondos para su asociaci¨®n. S¨ª, pide. Ella, que se supon¨ªa que tendr¨ªa una vida de lujo. Ella que se escap¨® de una c¨¢rcel de oro para adentrarse cada d¨ªa en una de verdad. ?Siente miedo? ¡°No. Nunca lo he tenido. Siempre miro el lado bueno de las cosas y cuando me acerco a la gente no les juzgo. As¨ª todo el mundo me deja trabajar tranquilamente¡±.
¡°Si sigue as¨ª le tendremos que llevar al hospital. Quiero que mi hijo salga ya de aqu¨ª¡±. Rosalie le habla a Claire Mimboe Ndi-Samba, responsable de la Asociaci¨®n Le Repcam (acr¨®nimo en franc¨¦s de Asociaci¨®n solidaria de intermediaci¨®n entre padres e hijos de Camer¨²n), que ayuda a los hijos de los prisioneros m¨¢s pobres a mantener el contacto con sus padres y asistir a los beb¨¦s nacidos entre rejas. Como hicieron con M. J., al que le dieron la poca ropa que tiene al nacer. La madre dice que est¨¢ enfermo, que ha dejado de comer, ha perdido peso y est¨¢ deprimido. Est¨¢ as¨ª, apunta Claire, desde octubre, cuando fueron trasladados a esta prisi¨®n desde otra aneja m¨¢s grande, donde hay 125 reclusas, por una disputa con una de ellas por una cortina. La nueva residencia es peque?a, densa e insegura. Tres de las presas all¨ª, confirma la coordinadora de la ONG, son miembros del grupo integrista isl¨¢mico Boko Haram que fueron atrapadas en el norte del pa¨ªs, en la frontera con Nigeria, donde el Gobierno de Camer¨²n ha reforzado su presencia militar en los ¨²ltimos meses para frenar la entrada y expansi¨®n de los radicales.
Pese al revuelo causado por la visita de Claire y el anuncio de que les llegar¨¢ a las mujeres una bolsa de ropa para que ampl¨ªen su vestuario, lo que despierta una breve algarab¨ªa y algunos aplausos, el beb¨¦ no llora, ni r¨ªe. Nada. Claire subraya, mientras toma en brazos al peque?o y le hace cari?os sin obtener respuesta, que madre e hijo no deber¨ªan estar ah¨ª, rodeados de tal peligro y oscuridad. No solo porque el beb¨¦ est¨¢ en malas condiciones de salud, sino porque su progenitora ha cumplido su condena. Lleva 18 meses, cuatro m¨¢s de lo que le obligaba su sentencia, pero un extrav¨ªo de su expediente mantiene a Rosalie atrapada en un infierno: separada de su hijo mayor, de nueve a?os, y privada de libertad viendo c¨®mo a su menor se le consume la m¨¢s temprana ni?ez encerrado. Por eso, en este caso, la asociaci¨®n ha hecho una excepci¨®n y ha intercedido ante las autoridades para que ambos salgan antes de Navidad. Con esas noticias, Aautt Rosalie, pese a su drama, no borra su sonrisa mientras Claire est¨¢ a su lado.
La pol¨ªtica habitual de la asociaci¨®n es, sin embargo, no involucrarse en el proceso judicial de las beneficiarias. ¡°Nunca preguntamos por qu¨¦ est¨¢n all¨ª. No nos interesa. Cada una tiene muchas historias y problemas legales, y si nos ocupamos de estos temas, nos desviamos de nuestro objetivo que es ayudar a los ni?os. Solo lo hacemos en circunstancias especiales como la de Rosalie¡±, detalla Claire. As¨ª ha funcionado Le Repcam desde que se fund¨® hace ocho a?os, en 2006, ayudando sin preguntas ni condiciones y con escasos recursos. Para comprobarlo, basta observar su base de datos, unos folios escritos a mano sobre la mesa de Claire, en los que apenas constan los nombres de las mujeres y los menores a los que atiende la ONG en dos penitenciarias de Yaound¨¦ y una tercera a 20 kil¨®metros de la ciudad.
¡°Lo primero es que los ni?os mantengan la relaci¨®n con sus progenitores encarcelados. Y que no les falte comida. A los beb¨¦s dentro de las c¨¢rceles, muchos nacidos en ellas, les proveemos de ropa y alimentos adecuados¡±, abunda. As¨ª, ayudan a las criaturas en prisi¨®n (donde est¨¢n junto a sus madres hasta los 18 meses) y a los hijos de convictos que quedan fuera, en muchos casos, desamparados. La asociaci¨®n estima que el 80% de las mujeres en prisi¨®n (unas 500 en total, calcula la ONG) son madres de, al menos, un hijo. "Y pobres", a?ade Claire. Sus hijos, dice, quedan abandonados, no comen bien y tampoco van al colegio. La mayor¨ªa, los que no tienen alg¨²n pariente que les acoja, viven en la calle marcados con el estigma y la condena de sus padres, explica. ¡°No tienen dinero ni para pagar el transporte a la prisi¨®n para ver a sus madres¡±. Seg¨²n sus datos, hay m¨¢s de 54.000 menores cuyos progenitores est¨¢n encarcelados. Son los hijos de los aproximadamente 24.000 presos?¡ªel 2% mujeres¡ª en alguna de las 72 c¨¢rceles de Camer¨²n. La ONG atiende a 668 de esos ni?os, a los que acompa?a a los encuentros parentales tres veces al a?o.
Si no lo hacemos nosotros, a nadie le importan estos ni?os Claire Mimboe Ndi-Samba, responsable de ONG Le Repcam
Cada septiembre, adem¨¢s, les dan una bolsa con material escolar valorada en 10.000 francos centroafricanos (15,25 euros), aunque muchos de ellos no est¨¢n matriculados, reconoce la responsable. ¡°No podemos escolarizarlos a todos. Intentamos que sus allegados les paguen los estudios y, si no, entonces intervenimos nosotros. Pero no tenemos dinero suficiente para la inscripci¨®n masiva de los cr¨ªos. El acceso a la primaria cuesta unos 5.000 francos centroafricanos (siete euros), y la cantidad asciende a 17.000 (26 euros) para la secundaria¡±.
Tampoco tienen fondos suficientes, lamenta la responsable, para mantener su programa de asistencia sanitaria que llevaba en marcha desde hac¨ªa tres a?os. Ya no pueden llevar a los peque?os al hospital cada segundo s¨¢bado del mes para una revisi¨®n de su estado de salud. ¡°Era muy importante para muchas beneficiarias¡±, subraya Claire. Lo era para Ondobo Onana Marie Bernadette, de 23 a?os, y madre de una ni?a de 5 a?os y dos chicos de 14 a?os y 14 meses. ¡°Viven en un sitio peque?o y asqueroso y el peque?o est¨¢ enfermo desde que naci¨®¡±, afirma Claire. Le Repcam les presta ayuda, si bien ya no la sanitaria, porque no tienen de qu¨¦ vivir mientras el marido espera confinado a que se ejecute su condena a muerte. ¡°Y encima, ella se ha vuelto a casar y el nuevo esposo le pega. Es terrible¡±, se indigna la coordinadora.
Las mermadas aportaciones que recibe la asociaci¨®n provienen, principalmente, de amigos cercanos y gente que les conoce a trav¨¦s de Facebook. Pero sus ayudas ya no dan para m¨¢s. ¡°Alguna empresa camerunesa nos hace donativos puntuales¡±, a?ade la coordinadora mientras tuerce el gesto. El Ministerio de Asuntos Sociales tambi¨¦n les ha dado ayudas por un total del 100.000 FCA desde 2006 (152,5 euros), y el de Familia ha aportado 150.000 en ese mismo per¨ªodo (230 euros). Pero necesitan m¨¢s. Pronto ni siquiera ser¨¢n capaces de pagar el alquiler de sus oficinas. Y eso que ninguno de los 22 voluntarios de la organizaci¨®n recibe compensaci¨®n. Como Nsegbe Jonas, quien acompa?a a Claire a la prisi¨®n. Mientras espera en el patio a que esta termine de hablar con unos y otros a los que va estrechando la mano, el joven reflexiona: ¡°Hago esto porque la vida es una cuesti¨®n de opciones y yo eleg¨ª ayudar porque es lo que siento que tengo que hacer¡±.
?Siguiente objetivo? Recaudar fondos para organizar una gran fiesta familiar de Navidad y comprar regalos a los peque?os. Han colocado, adem¨¢s, unas huchas en forma de regalo por los supermercados de la capital para que la gente deposite en ellas su cambio. ¡°Luego daremos una a cada mujer¡±, dice ilusionada Claire mostrando uno de los paquetes azules que esperan recoger repletos de monedas. Desean poner un poco de alegr¨ªa all¨ª donde uno no espera encontrarla. No solo por las fiestas. Por eso, esta mujer ir¨¢ cada d¨ªa de prisi¨®n en prisi¨®n atravesando desenvuelta y con una sonrisa las peleas y los abrazos, serpenteando entre los guardias y los reclusos. Para interesarse por los beb¨¦s all¨ª, para llevar noticias de los hijos mayores fuera. ¡°Porque si no lo hacemos nosotros, a nadie le importan estos ni?os¡±.
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