Crecer con el carb¨®n
Miles de familias malviven con el negocio ilegal de carb¨®n en Jharkhand. Empresas y autoridades lo ignoran mientras India basa su crecimiento en esta fuente de energ¨ªa
Los susurros gu¨ªan los pasos torpes en la oscuridad, sobre un suelo resbaladizo e irregular; el aire espeso, de humedad y gases, embriaga los pulmones mientras se van iluminando las grutas, intrincadas, con la intermitencia de las linternas, creando as¨ª una danza de sombras en una galer¨ªa de poco menos de dos metros de altura. En ella trabajan una veintena de personas: en cuclillas, arrodilladas, en sandalias, descalzas... Los hombres pican la roca al bermell¨®n tenue de un candil. Los ni?os y las mujeres sacan baldes con kilos y kilos de carb¨®n y se desvanecen en la luz cegadora de la ma?ana.
Kishor Kumary, de ocho a?os, frunce el ce?o al salir de la mina y unas diminutas l¨ªneas blancas se le dibujan en la comisura de los p¨¢rpados, sobre el negro del holl¨ªn: ¡°Trabajamos en el rat-hole ¡ªagujero de rata, concepto usado al referirse a las galer¨ªas abandonadas¡ª por la ma?ana antes de ir a la escuela y mis padres me dan algo de dinero a la semana¡±. Los colegios ya han abierto mientras Kishor y su familia martillean las rocas de carb¨®n que embalan en sacos. ¡°Cuando llegamos a los 200 kilos, los transportistas nos pagan 200 rupias (2,6 euros). Pero tambi¨¦n tenemos que descontar los sobornos a la polic¨ªa¡±, cuenta el padre, Gulzar, quien perdi¨® a su hermano en el derrumbamiento de una cueva que deb¨ªa haber sido cerrada pero no lo fue. Como los Kumari, cientos de familias del pueblo de Kuju, en el estado oriental de Jharkhand, viven y mueren para la industria ilegal del carb¨®n.
Seg¨²n los ¨²ltimos datos desglosados del Censo de 2001, hay medio mill¨®n de indios trabajando en el sector del carb¨®n. Aunque no existen datos del n¨²mero de personas dependientes de su extracci¨®n y venta ilegal, la fundaci¨®n local Srijan ha identificado m¨¢s de 1.000 familias y alrededor de 500 ni?os que trabajan en las minas del peque?o pueblo de Kuju. Esta organizaci¨®n local se dedica a ofrecer educaci¨®n a menores para salir de la marginaci¨®n social y econ¨®mica, pero sus escasos medios no pueden hacer frente a un problema de mayor envergadura. La Comisi¨®n Estatal de Jharkhand por la Protecci¨®n de los Ni?os (JSCPC) planea un estudio que certifique el n¨²mero de ni?os implicados en la miner¨ªa ilegal, pero entretanto no se atreven a dar cifras aproximadas. Los trabajadores de Srijan, sin embargo, estiman que existen 100.000 ni?os y otras tantas familias involucradas en este negocio a nivel estatal.
La Ley de Minas y Minerales de 1952 no s¨®lo proh¨ªbe el empleo de menores de 18 a?os, sino tambi¨¦n su presencia en el terreno donde se realicen extracciones. ¡°No hay ni?os trabajando en esta zona¡±, responde Ragendra Prashad, supervisor sobre el terreno de Central Coalfields Limited (CCL), cuarta en producci¨®n de carb¨®n en toda India. Como las otras dos empresas que operan en Jharkhand, CCL es subsidiaria de la nodriza Coal India Limited (CIL), mayor productor de carb¨®n del mundo. En el horizonte se distinguen familias recogiendo restos de la mina a cielo abierto, a un kil¨®metro escaso de las excavadoras. Ragendra se excusa con una sonrisa pretenciosamente ingenua: ¡°Necesitamos m¨¢s seguridad. El problema es de la gesti¨®n porque s¨®lo hay dos guardias cada cinco kil¨®metros. Nosotros cerramos las canteras, pero los lugare?os rompen la entrada y sacan carb¨®n¡±.
El 70% del suplemento energ¨¦tico procede del carb¨®n. La dependencia obliga a Coal India Limited (CIL), mayor extractor del mundo, a doblar su producci¨®n
Desde las oficinas centrales de CCL en la capital de Jharkhand, un directivo que pide mantenerse en el anonimato por su posici¨®n dentro de la empresa, contesta con displicencia: ¡°No es problema nuestro quien entra en las minas. Es cierto que deber¨ªamos sellar todas las canteras abandonadas, y poner m¨¢s seguridad en las que est¨¢n a cielo abierto. Pero es costoso y nuestra empresa busca beneficios¡±. El directivo de CCL, compa?¨ªa que factur¨® 25,26 millones de rupias (328.000 euros) el pasado a?o, se escuda en la presi¨®n del gobierno central para incrementar la producci¨®n. En noviembre, el Ministerio Energ¨ªa anunci¨® que Coal India Limited pretende alcanzar las 1.000 millones de toneladas anuales para finales de la d¨¦cada; lo que supone redoblar sus extracciones actuales.
Para reducir costes aumentando la producci¨®n, la cara manutenci¨®n de minas subterr¨¢neas se ha sustituido por canteras a cielo abierto en los ¨²ltimos a?os. El informe ¡®Tierra rica, gente pobre¡¯, elaborado por Centro de Ciencia y Medioambiente (CSE), describe c¨®mo esta maniobra ocasiona el abandono de minas inseguras y genera tres o cuatro toneladas de residuos por cada tonelada de carb¨®n extra¨ªda.
El negativo impacto social de la explotaci¨®n del suelo rico en minerales se ha dado en llamar la maldici¨®n de los recursos. La tierra lleva ardiendo durante d¨¦cadas en Jharia, al norte de Jharkhand, llegando a temperaturas insoportables. Los fuegos incontrolados han hecho que el gobierno estatal planee desplazar alrededor de 250.000 habitantes, que se encontrar¨¢n sin tierra, casa, ni sustento. La decisi¨®n tambi¨¦n permitir¨¢ la explotaci¨®n de reservas de carb¨®n estimadas en 600 billones de rupias (cerca de 8.000 millones de euros).
Organizaciones locales esperan que Ley para Compensaciones Justas en Adquisici¨®n de Tierras, Rehabilitaciones y Reasentamientos, aprobada a comienzos de a?o, cambie desprotecci¨®n de estas comunidades. ¡°Siempre prima el inter¨¦s econ¨®mico. Por ejemplo, el Programa Social Mahatma reduc¨ªa las muertes por enfermedades relacionadas con la miner¨ªa. Pero los fondos se han reducido en un 5% para destinarlos al crecimiento econ¨®mico¡±, comenta esc¨¦ptico Xavier Drias, director del Comit¨¦ para la Coordinaci¨®n del ?rea de Minera de Jharkhand (JAMACC). Esta organizaci¨®n, coordinadora de una decena de grupos de diferentes distritos, ha documentado la reducci¨®n de la esperanza de vida de los habitantes de la regi¨®n en 10-20 a?os y el incremento de pacientes con problemas respiratorios en cl¨ªnicas locales. ¡°Se les ha negado sus derechos sobre la tierra, la vivienda y hasta la salud. Su tierra arde, sus casas se destruyen y sus recursos se malgastan en nombre del inter¨¦s nacional¡±, subraya Xavier Drias.
La obsesi¨®n por el crecimiento econ¨®mico del pa¨ªs as¨ª como la promesa del gobierno de Modi de dotar de electricidad continua a todos los hogares indios para 2022, dependen en gran medida del carb¨®n. Alrededor del 70% del suplemento energ¨¦tico nacional procede de este combustible. Pero no es suficiente. El propio ejecutivo estim¨® que la escasez dom¨¦stica superar¨¢ los 200 millones de toneladas en el pr¨®ximo a?o fiscal. Aunque Jharkhand es el tercer estado indio con mayor producci¨®n de carb¨®n, el peque?o pueblo de Kuju se sumerge en tinieblas cuando cae la noche, a falta de electricidad.
Noche y d¨ªa cientos de trenes repletos de carb¨®n cruzan India para proveer de energ¨ªa el¨¦ctrica a las empresas de telecomunicaciones y las casas de las grandes ciudades. Como ellos, miles de cyclewallah (hombres en bicicleta) recorren kilom¨¦tricas carreteras hasta llegar a Ranchi, la capital de Jharkhand, para abastecer a hostales, restaurantes y cocineros ambulantes de carb¨®n ilegal barato. D¨ªa y noche. Dilip Kumar transporta una tonelada de roca en su bicicleta y tambi¨¦n ha crecido con el carb¨®n. ¡°Estuve recogiendo carb¨®n desde los 12 a?os, cuando dej¨¦ de estudiar para ayudar a mi familia. Un par de a?os m¨¢s tarde empec¨¦ a transportarlo en bicicleta¡±, cuenta mientras paga las 60 rupias (0,7 euros) al conductor. Grupos de cinco a seis cyclewallah atan sus bicicletas a furgones para subir los tramos con pendientes de las principales arterias de Jharkhand. Los conductores de las camionetas ganan alrededor de 6.000 rupias (77 euros) al d¨ªa en diferentes viajes; y destinan 500 rupias (6,5 euros) en sobornos a la polic¨ªa, que aguarda tras las curvas de las carreteras.
Las compa?¨ªas de Jharkhand, subsidiarias de CIL, incumplen las normativas y pierden millones de euros mientras s¨®lo unos pocos se benefician
Pero s¨®lo unos pocos se benefician del negocio de la miner¨ªa ilegal del carb¨®n. Una investigaci¨®n realizada en 2009 por el Instituto Xavier de Investigaci¨®n Laboral (XLRI) a petici¨®n del propio gobierno estatal, analiz¨® los pormenores del negocio y las estrategias de control necesarias. El estudio estim¨® que se traficaron 1,37 millones de toneladas ilegales al a?o en Jharkhand, lo que supuso p¨¦rdidas de 20,5 millones de euros para el sector y de 4,5 millones para el estado en impuestos. El informe final estableci¨® algunas recomendaciones para paliar el impacto negativo, como la inclusi¨®n de las comunidades locales en la toma de decisiones que les afecten o la aplicaci¨®n de la regulaci¨®n referente a la Responsabilidad Social Corporativa. Raghu Ram, principal autor del estudio, describe el poco ¨¦xito de sus sugerencias: ¡°Si se cumpliesen las medidas de responsabilidad social corporativa, por las que un 2% del beneficio de las empresas se debe destinar a proyectos locales, beneficiar¨ªa a todas las partes¡±. Pero los ¨²ltimos datos publicados por Coal India Limited revelan que s¨®lo uno de los 24 programas de responsabilidad social corporativa se ha realizado en Jharkhand.
La opacidad en la forma de proceder de las empresas productoras de carb¨®n no ayuda a acabar con la miner¨ªa ilegal. El pasado agosto, el Tribunal Supremo cancel¨® m¨¢s de 200 minas de carb¨®n abiertas desde 1998, por considerarlas ilegales. ¡°No hay cifras claras, pero creemos que hay alrededor de 80.000 minas ilegales. De las legales, s¨®lo se informa de un tercio de ellas a la Oficina de Minas (el regulador)¡±, explica Nishant Alag, responsable de comunicaci¨®n de Minas Minerales y Gente (MM&P). La alianza nacional que aglutina a comunidades afectadas por la miner¨ªa propuso aumentar la protecci¨®n de los colectivos afectados por la miner¨ªa en la nueva Ley de Minas de 2011, y destinar un 26% de los beneficios del sector para el desarrollo de esos distritos. Aunque est¨¢ por aprobar, en MM&P confirman que la ley s¨®lo contribuir¨¢ al desarrollo local con el 26% de los impuestos recaudados por actividades mineras. ¡°Todo gira en torno al negocio y al desarrollo econ¨®mico¡±, resume Nishant.
Empieza a oscurecer y Kuju s¨®lo queda iluminado por el fuego de las hogueras. ¡°El carb¨®n quemado se vende mejor en los hornillos de los puestos callejeros¡±, cuenta Sulekha mientras observa el humo denso. El contraluz del ocaso dibuja figuras portando baldes en el horizonte gris. Algunos cyclewallah se arropan bajo los sakhuas ¡ª¨¢rboles end¨¦micos del subcontinente¡ª para dormir a orillas de las carreteras de Jharkhand. Otros desaparecen en el tr¨¢fico de entrada a las ciudades, confundi¨¦ndose en la noche ya alumbrada.
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