El orden
Tiene un ojo enterrado en un amasijo de carne sonrosada y el otro es apenas una rendija en cuyos bordes se entretiene una mosca
Imag¨ªnate que tu trabajo es ese: torturar. Que cada ma?ana, en vez de acudir a la oficina, al despacho, a la f¨¢brica, fichas en una c¨¢rcel secreta, donde te espera un individuo encadenado al que ya zumbaste ayer de lo lindo. Quiz¨¢ hiciste algunas horas extra para llegar a casa cuando los ni?os estuvieran dormidos o porque te has vuelto un alcoh¨®lico del trabajo desde que te han confiado esta responsabilidad. Luego ocurre otra cosa, y es que los d¨ªas que torturas hasta tarde vuelves al hogar con m¨¢s ganas de sexo que nunca. Tu mujer te pregunta entre risas qu¨¦ rayos te dan en la CIA, porque habr¨ªa que comercializarlo.
Pues eso, que cuelgas la chaqueta de un clavo que hay en la pared desnuda, con manchas de sangre, y te vuelves hacia el tipo encadenado, desnudo, esquel¨¦tico, que quiz¨¢ se ha meado y se ha cagado encima durante la noche. Tiene un ojo enterrado en un amasijo de carne sonrosada y el otro es apenas una rendija en cuyos bordes se entretiene una mosca. Sus test¨ªculos parecen dos balones de f¨²tbol y babea una mezcla de sangre y de saliva entre los tres o cuatro dientes que han sobrevivido a la ¨²ltima paliza. Quiz¨¢ le ofrezcas un poco de agua, tal vez una calada a ese cigarrillo cuya brasa apagar¨¢s luego en sus pezones.
Hablemos de los proleg¨®menos porque t¨² eres un tipo que ama su trabajo y este hijo de puta se merece un calentamiento previo. Te quitas la corbata, te remangas la camisa. ?Por qu¨¦ parte del cuerpo empezamos? Tal vez se lo preguntes a ¨¦l, como si le estuvieras haciendo el amor, es posible que esa sea tu idea del amor. Imag¨ªnate un trabajo as¨ª, con sus trienios y su Seguridad Social y con la garant¨ªa del Estado, como la deuda p¨²blica. Y con la tranquilidad que da contribuir al orden.
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