?Qui¨¦n tendr¨¢ la raz¨®n, Obama o Castro?
El presidente de EE UU cree que la apertura internacional facilitar¨¢ un cambio democr¨¢tico en la isla. El l¨ªder cubano quiere afianzar un socialismo econ¨®mico ¡°pr¨®spero y sostenible¡±, pero no habla de apertura pol¨ªtica
En El discreto encanto de la burgues¨ªa (1972), Luis Bu?uel nos presenta unos personajes que se re¨²nen para cenar, conversar y celebrar. Cena que se interrumpe una y otra vez por razones reales o imaginarias, inveros¨ªmiles o comprensibles, pero todas adversas a la realizaci¨®n de un prop¨®sito compartido. As¨ª ha sido en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos desde los a?os setenta y, en particular, desde finales de la guerra fr¨ªa hacia finales de los ochenta.
El simult¨¢neo anuncio en Washington y La Habana, del 17 de diciembre 2014, sobre la restauraci¨®n de relaciones diplom¨¢ticas entre ambos pa¨ªses, y el canje de presos encarcelados bajo acusaciones respectivas de espionaje, se?ala un posible nuevo rumbo. Ambos presidentes comunicaron, adem¨¢s, medidas que caracterizaron como unilaterales pero evidentemente no habr¨ªan ocurrido sin coordinaci¨®n. ¡°De manera unilateral¡±, indicaba Ra¨²l Castro en su alocuci¨®n, el Gobierno de Cuba autoriz¨® ¡°la excarcelaci¨®n de personas sobre las que el Gobierno de Estados Unidos hab¨ªa mostrado inter¨¦s¡±. Tambi¨¦n de manera unilateral, Barack Obama instruye a su secretario de Estado que revise la inclusi¨®n de Cuba como Estado promotor del terrorismo en la lista oficial de EE?UU sobre este asunto, lista en la que Cuba estaba incluida desde 1982. Igualmente unilateral, supongamos, fue el intercambio telef¨®nico entre Obama y Castro, que dur¨® casi una hora.
Lo real maravilloso, evidente en la pel¨ªcula de Bu?uel pero mucho antes en la novel¨ªstica cubana y latinoamericana, ha sido, sin embargo, parte de lo divertido, y de lo frustrante, en las relaciones entre Cuba y EE?UU. Imagin¨¦monos a un extraterrestre. No sabe nada de historia, ni de contexto, ni de sutilezas, ni de rencores. Lo ¨²nico que sabe es lo que observa a miles de kil¨®metros lejos de nuestro planeta. ?Qu¨¦ habr¨ªa observado?
Frenes¨ª diplom¨¢tico
1.En los mismos antiguos edificios que fueron antes de 1959, respectivamente, las Embajadas de Cuba en Washington y de Estados Unidos en La Habana, encontramos a docenas de diplom¨¢ticos de estos dos pa¨ªses que se comportan como diplom¨¢ticos en una Embajada cualquiera, encabezados por un se?or que se comporta como embajador. (Ahora habr¨¢ que cambiar el letrero del edificio).
2.En el per¨ªmetro de la ¨²nica frontera terrestre entre Cuba y EE?UU cerca de la ciudad de Guant¨¢namo hay una colaboraci¨®n profesional perfecta entre militares de Cuba y EE?UU. Los de EE?UU no quieren que los presos se escapen de la base militar rumbo a Cuba, y los de Cuba no quieren que los presos se escapen de la base militar y se cuelen en Cuba. Cuba es un aliado militar confiable de EE?UU, indicar¨ªa nuestro extraterrestre, sin saber que esta relaci¨®n militar comenz¨® bajo Bush 41 y se consolid¨® bajo Bush 43 con la llegada a esa base en 2001 de los primeros presos talibanes.
Lo primero que ha cambiado? la Casa Blanca y La Habana es el tono. Esa es la clave
3.En el estrecho de la Florida hay otra colaboraci¨®n profesional impresionante entre guardacostas de Cuba y EE?UU para impedir el cruce de cubanos sin documentos. Capturados en alta mar por guardacostas de EE?UU, estos retornan a esos cubanos a un puerto en Cuba. En este asunto, Cuba es el mejor aliado de EE?UU al cooperar en la intercepci¨®n de migrantes indocumentados. Eso no lo hace M¨¦xico como favor a EE?UU. Eso no lo hace Marruecos en colaboraci¨®n con Espa?a. Pero s¨ª lo ha venido haciendo Cuba en su relaci¨®n con EE?UU ya hace 20 a?os.
4.Observar¨ªa el extraterrestre que, a partir del fin de 2001, EE?UU ha sido el principal suministrador de productos agr¨ªcolas importados por Cuba. Y, adem¨¢s, Cuba paga en efectivo. Nadie, excepto Cuba, paga a exportadores estadounidenses en efectivo antes de que esos productos crucen la frontera de EE?UU. Cuba y EE?UU, razonar¨ªa nuestro extraterrestre, son amigos entra?ables, y el presidente de EE?UU en 2001, George W. Bush, es indiscutiblemente un h¨¦roe nacional en Cuba.
?Qu¨¦ hay, pues, de nuevo, que no habr¨ªa visto nuestro extraterrestre? Lo primero es un cambio de tono. Esa es la clave del discurso de Obama y de la informaci¨®n distribuida al p¨²blico por la Casa Blanca. De la misma manera, la alocuci¨®n de Castro indica que la decisi¨®n de Obama ¡°merece el respeto y reconocimiento de nuestro pueblo¡±.
En Guant¨¢namo y en el estrecho de la Florida hay una colaboraci¨®n? militar profesional perfecta
No menos importante es la aceptaci¨®n y el reconocimiento p¨²blico del ¨²til papel de mediadores tales como el papa Francisco y el Gobierno de Canad¨¢. Sucesivos Gobiernos de Estados Unidos se mostraban anteriormente enfadados cuando alg¨²n tercero intentaba ¡°interferir¡±. Pero hay otros que se merecen agradecimientos. Uno es el Gobierno de Panam¨¢, cuya decisi¨®n de invitar a Cuba a la pr¨®xima Cumbre de las Am¨¦ricas, que se celebrar¨¢ all¨¢ en abril de 2015, impuso fecha que exig¨ªa que el Gobierno de EE?UU indicase si el presidente Obama asistir¨ªa a la primera de estas Cumbres, a la que ser¨ªa invitado el presidente de Cuba como miembro pleno. Obama dijo que s¨ª. Otro es Nelson Mandela, a cuyo entierro asistieron Barack Obama y Ra¨²l Castro, y donde se saludaron por primera vez, intercambiando breves y amables palabras. Ese encuentro fue el d¨ªa del entierro, 15 de diciembre de 2013, y el fruto de ese saludo fue el 17 de diciembre de 2014. Mandela fue eficaz desde su tumba.
Viajar y acceder a Internet
Pero la lupa que ayuda a vislumbrar el futuro observa la apuesta impl¨ªcita entre Barack Obama y Ra¨²l Castro. Obama apuesta que, tarde o temprano, la mayor apertura internacional facilitar¨ªa un cambio democr¨¢tico en Cuba. Lento fue ese proceso en Polonia comunista; lento fue ese proceso en la Espa?a de Franco. Pero la experiencia al traspaso de d¨¦cadas ofrece una hip¨®tesis que es ahora la nueva pol¨ªtica de EE?UU. Se autoriza un aumento del dinero que se transmite por remesas, para que crezca una sociedad civil aut¨®noma del Estado y que sea posible financiar el desarrollo de peque?as empresas privadas. Se autoriza la exportaci¨®n de equipos y materiales inform¨¢ticos para dejar que EE?UU siga colaborando con Seguridad del Estado en Cuba en impedir el f¨¢cil acceso de cubanos al Internet. Se liberalizan los procedimientos para viajar a Cuba, igualmente complicando la tarea de monitoreo de Seguridad del Estado sobre conversaciones entre cubanos y estadounidenses. Se abren mecanismos de involucraci¨®n financiera (cuentas bancarias, tarjetas de cr¨¦dito, etc¨¦tera) que permitir¨ªan el desarrollo de m¨²ltiples y m¨¢s complejas relaciones. Se anuncian negociaciones por tener lugar tanto sobre la frontera mar¨ªtima entre Cuba, EE?UU y M¨¦xico, as¨ª como impl¨ªcitamente sobre alg¨²n futuro acuerdo en aviaci¨®n civil para acomodar los nuevos y necesarios viajes. Pero, recordemos, se mantiene el andamiaje de sanciones econ¨®micas que siguen codificadas en la llamada Ley Helms-Burton, no derogada ni por el Congreso ni ahora por el presidente.
Ra¨²l Castro apuesta a lo contrario. ¡°Ahora¡±, nos informa en su alocuci¨®n del 17 de diciembre, ¡°llevamos adelante, pese a las dificultades, la actualizaci¨®n de nuestro modelo econ¨®mico para construir un socialismo pr¨®spero y sostenible¡±. Y, ?de apertura pol¨ªtica? ¡°Hemos guardado profunda lealtad a los que cayeron defendiendo principios desde el inicio de nuestras guerras de independencia en 1868¡±, a?ade Castro. ?Ser¨¢ una econom¨ªa de mercado encartonada en un r¨¦gimen pol¨ªtico autoritario al estilo Chino?
?Qui¨¦n tendr¨¢ la raz¨®n, Barack o Ra¨²l?
Jorge I. Dom¨ªnguez es profesor de la Universidad de Harvard.
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