Grecia sin dogmas
Hay que renegociar el pacto Atenas-UE sin insultos a los griegos ni estigmas a los europeos
El Parlamento griego ha sido incapaz de elegir nuevo presidente de la Rep¨²blica, en una muestra m¨¢s de la escasa consistencia de su clase pol¨ªtica. A la derecha que lidera el primer ministro Andonis Samar¨¢s ¡ªno a la UE ni a ning¨²n socio europeo¡ª correspond¨ªa la decisi¨®n soberana sobre este asunto. Y ha fracasado. Podr¨ªa haber buscado un candidato de consenso; podr¨ªa haber ofrecido contrapartidas. Pero su ¨®rdago se frustr¨® por insuficiente respaldo.
La situaci¨®n lleva a elecciones anticipadas. Puede parecer un experimento atractivo para algunos, dentro y fuera del pa¨ªs ¡ªincluidos los que ven a Grecia como laboratorio y acarician en el caos vecino un triunfo propio pr¨®ximo¡ª, pero contrar¨ªa a la mayor¨ªa de griegos, que prefer¨ªan la compleja estabilidad actual. Y acarrea una innecesaria incertidumbre a la UE, por los eventuales efectos de esta nueva crisis (justo cuando la depreciaci¨®n del petr¨®leo y el d¨®lar fuerte estaban animando el crecimiento econ¨®mico continental y la creaci¨®n de empleo). El FMI, por su parte, anunci¨® la suspensi¨®n de negociaciones para el desembolso de las ayudas.
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Los griegos decidir¨¢n su futuro, soberanamente. Pero como la soberan¨ªa nacional es hoy declinante, relativa y compartida, les convendr¨¢ considerar la opini¨®n del resto de los europeos, a los que est¨¢n ligados, pol¨ªtica, econ¨®mica y monetariamente. La opini¨®n mayoritaria y transversal de los espa?oles, y probablemente de los europeos, tiende a distanciarse de los dogmas extremistas en la interpretaci¨®n de la crisis del euro, y concretamente de la griega. En ambas la responsabilidad ha sido compartida, entre acreedores y deudores, entre norte?os y mediterr¨¢neos, entre centrales y perif¨¦ricos; entre ricos y pobres. Ni la culpa es solo de Berl¨ªn, ni es solo de Atenas.
En efecto, la pol¨ªtica de excesiva austeridad patrocinada por Alemania ha desembocado en una devaluaci¨®n interna de feroces consecuencias sociales, pero tambi¨¦n ha ido acompa?ada de contribuciones solidarias al rescate de Atenas, por mal dise?ado que estuviera. En sentido inverso, el exceso de gasto, el despilfarro y la corrupci¨®n amparadas en unos tipos de inter¨¦s baratos han ido parejos a la incompetencia administrativa y la ausencia de estructuras p¨²blicas (catastro, inspecci¨®n de hacienda, estad¨ªstica), imputables solo a la responsabilidad estrictamente nacional.
Ahora se abre una etapa preelectoral en la que, para mayor espect¨¢culo, sobresaldr¨¢n los dogmas opuestos. Unos tender¨¢n a insultar a los griegos por su incompetencia: que traguen (y cumplan lo pactado) ser¨¢ su lema. Otros estigmatizar¨¢n al conjunto de los europeos por la miop¨ªa de su pol¨ªtica econ¨®mica: que paguen por sus errores (y condonen la deuda exterior: ya no de sus bancos, sino de los Estados, de los ciudadanos, espa?oles incluidos), ser¨¢ su consigna. Entre uno y otro dogma deber¨¢ surgir una renegociaci¨®n, como la prevista para el tercer rescate. Porque esta no es una historia de h¨¦roes y villanos.
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