Fin, principio
Saber que nunca estaremos a salvo, recordar que cuando condenan a uno nos condenan a todos, puede ser el principio de una peque?a gran salvaci¨®n. Am¨¦n. Y feliz a?o
Hace poco un colega espa?ol que me entrevistaba para un peri¨®dico de su ciudad me pregunt¨® por el estado del periodismo en Am¨¦rica Latina ya que -lo cito- ¡°en Espa?a el oficio atraviesa una crisis terminal¡±. Yo aventur¨¦ que quiz¨¢s lo que en Espa?a es visto como una crisis en Am¨¦rica Latina no sea m¨¢s que una versi¨®n recargada de las precarias condiciones en las que hemos trabajado siempre; que nunca hubo ¨¦pocas ideales para ejercer el oficio, etc¨¦tera. Cuando terminamos, me dijo: ¡°Ahora quisiera contarte algo. ?T¨² sabes qu¨¦ hago yo para ganarme el sustento? Soy repositor en un supermercado¡±. A?os atr¨¢s, en una reducci¨®n de personal, lo hab¨ªan despedido del peri¨®dico en el que trabajaba y, despu¨¦s de una b¨²squeda infructuosa, se hab¨ªa resignado al puesto de repositor mientras persist¨ªa escribiendo algunas cosas como free lance. En horas m¨¢s empieza 2015 y nada va a cambiar demasiado: ser¨¢, en muchos aspectos, igual a 2014 y a 1999. Pero, como siempre, insistiremos en pedir deseos. Uno, demag¨®gico, imposible, ser¨ªa pedir que nunca m¨¢s un hombre se viera condenado a la agon¨ªa de tener que sobrevivir haciendo algo para lo que no est¨¢ hecho. Otro, peque?o, modesto, ser¨ªa pedir que no se nos olvidaran estas frases de John Donne: ¡°Nadie es una isla (...); cada hombre es (...) una parte de la tierra; si el mar se lleva una porci¨®n de tierra, toda Europa queda disminuida(...). La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca preguntes por qui¨¦n doblan las campanas: doblan por ti¡±. Saber que nunca estaremos a salvo, recordar que cuando condenan a uno nos condenan a todos (y no hablo s¨®lo de los periodistas), puede ser el principio de una peque?a gran salvaci¨®n. Am¨¦n. Y feliz a?o.
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