El d¨®lar no es tan fuerte como parece
Las debilidades estructurales del billete verde auguran un declive de su hegemon¨ªa
El dinero es un s¨ªmbolo del poder, prestigio e influencia de una naci¨®n. Como dijo Robert Mundell, ¡°las grandes potencias tienen grandes monedas¡±. Desde la Segunda Guerra Mundial, el d¨®lar ha representado el poder econ¨®mico y militar de Estados Unidos. Incluso parece que ha superado esta crisis, ya que vuelve a revalorizarse. Este fortalecimiento coyuntural ha hecho que muchos piensen que el d¨®lar ha recuperado su trono. Sin embargo, sus debilidades estructurales son mayores de lo que se cree.
La realidad es que su uso y presencia est¨¢ en declive. Los n¨²meros as¨ª lo demuestran. Desde hace 10 a?os, el billete verde est¨¢ perdiendo peso en las reservas oficiales de los bancos centrales. En 2014 ha descendido hasta la barrera psicol¨®gica del 60%, el nivel m¨¢s bajo desde los a?os noventa. En el punto ¨¢lgido del poder estadounidense, a principios del siglo XXI, la tenencia de d¨®lares lleg¨® a superar el 70% de las reservas mundiales. Este declive hay que analizarlo con cautela. No es la primera vez que el d¨®lar pierde br¨ªo. Ya ocurri¨® a finales de los a?os sesenta y principios de los setenta ¡ªcuando EE UU rompi¨® con el patr¨®n oro de Bretton Woods al ver que su balanza comercial entraba en d¨¦ficit con Europa, sobre todo con Alemania¡ª y en los a?os ochenta, cuando la emergencia de Jap¨®n amenazaba con ensombrecer las luces de Nueva York.
No obstante, en ambas ocasiones, el poder estadounidense se sobrepuso y el d¨®lar se mantuvo como primus inter pares. La hegemon¨ªa del d¨®lar se apoy¨® sobre los dos pilares que sustentan cualquier sistema monetario desde los or¨ªgenes del dinero. El emisor de una moneda (hist¨®ricamente, un soberano) tiene que tener tanto la legitimidad como la fuerza para imponer el uso de su dinero. La utilizaci¨®n del monopolio de la violencia es importante para preservar el cumplimiento del orden, pero esa violencia, al igual que la emisi¨®n de moneda, no puede ser arbitraria porque, si no, el sistema se desmorona. Por eso es tan necesaria la legitimidad del emisor.
Estados Unidos mantuvo tanto el monopolio de la violencia (era el polic¨ªa del mundo) como la legitimidad para usarla (la naci¨®n l¨ªder) hasta la guerra de Irak en 2003 y la crisis global de 2008. Dos duros golpes a los dos pilares que sustentan la hegemon¨ªa del d¨®lar. Esta todav¨ªa persiste. Es por eso que cuando Lehman Brothers quebr¨®, los inversores se refugiaron en el greenback y no en la divisa rival, el euro, una moneda que no tiene ni autoridad pol¨ªtica centralizada ni poder militar que la ampare. Pero s¨ª es verdad que la guerra de Irak y la Gran Recesi¨®n han da?ado la imagen de Estados Unidos.
Su pol¨ªtica militar en Oriente Pr¨®ximo est¨¢ siendo un fracaso. La regi¨®n est¨¢ envuelta en una gran inestabilidad; y con la revoluci¨®n energ¨¦tica, es muy probable que Estados Unidos se desentienda gradualmente de los problemas de la zona.
M¨¢s trascendente es que en el pasado, cuando hab¨ªa desequilibrios en el sistema monetario, Estados Unidos pod¨ªa exigirle a sus socios protegidos como Alemania y Jap¨®n que cambiasen sus pol¨ªticas macroecon¨®micas (que apreciasen sus monedas, por ejemplo) para aliviar las tensiones. Eso no lo puede hacer con China, la nueva potencia emergente, ya que esta no depende de la protecci¨®n militar de Estados Unidos. M¨¢s bien todo lo contrario. China considera que es una potencia econ¨®mica y militar regional. Todo esto demuestra que el polic¨ªa en sitios importantes como Oriente Pr¨®ximo est¨¢ haciendo el trabajo mal y en Asia Oriental empieza a tener serios rivales.
El poder militar y econ¨®mico de Estados Unidos est¨¢ debilit¨¢ndose
La crisis financiera de 2008, por su parte, ha debilitado el liderazgo econ¨®mico de Estados Unidos, por mucho que en Europa se piense lo contrario. Durante d¨¦cadas, con la globalizaci¨®n del sector financiero, se hab¨ªan producido numerosas crisis, pero ocurr¨ªan en la periferia. En M¨¦xico, Asia Oriental, Rusia, Brasil y Argentina. Esta vez, sin embargo, la crisis se origin¨® en Wall Street, el centro del sistema. Pero quiz¨¢s lo m¨¢s sorprendente fue que la medicina que se utiliz¨® para atajar la hemorragia fue la misma que durante a?os se consider¨® contraproducente. En vez de recortar en gasto p¨²blico, privatizar y desregular, como el Consenso de Washington exigi¨® a los pa¨ªses perif¨¦ricos, Estados Unidos hizo todo lo contrario. Aplic¨® una pol¨ªtica monetaria y fiscal expansiva, rescat¨® a la banca y al sector del autom¨®vil y restringi¨® (modestamente) la regulaci¨®n financiera.
Parad¨®jicamente, esta pol¨ªtica ¡ªaunque necesaria para superar la crisis¡ª ha da?ado la legitimidad de Estados Unidos en el mundo. Muchas de las ¨¦lites financieras de los pa¨ªses emergentes consideran que Washington aplica una doble vara de medir. Esto ha hecho que las tres normas b¨¢sicas que Estados Unidos ha promovido durante d¨¦cadas en la gobernanza del sistema monetario internacional est¨¦n cuestionadas. Washington, apoyado por Bruselas, siempre ha defendido que el marco macroecon¨®mico deseable era el de la apertura completa de los mercados de capitales, la libre flotaci¨®n de las divisas y la independencia de los bancos centrales. Despu¨¦s de la crisis, estas tres normas est¨¢n siendo violadas, lo que significa que Estados Unidos est¨¢ perdiendo su liderazgo.
Corea del Sur y Brasil han seguido a China y aplicado de nuevo el control de capitales. En plena guerra de divisas, la intervenci¨®n activa (en los BRICS) o pasiva (a trav¨¦s de expansi¨®n cuantitativa en Estados Unidos y Jap¨®n) en el mercado de las divisas est¨¢ a la orden del d¨ªa. Hasta Suiza, un pa¨ªs que siempre ha seguido las normas del sistema d¨®lar a pies juntillas, no deja que el franco suizo se aprecie m¨¢s de 1,20 frente al euro. Finalmente, incluso la independencia de los bancos centrales est¨¢ en entredicho. Son muchos los que piensan que la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra y el Banco de Jap¨®n act¨²an bajo la presi¨®n de sus soberanos para monetizar sus deudas. Hasta el Banco Central Europeo (BCE), el m¨¢s independiente de los bancos centrales, mira de reojo a Berl¨ªn y Par¨ªs. Pese a la resistencia alemana, lo m¨¢s probable es que en 2015 la Eurozona entre de lleno en la guerra de divisas con expansi¨®n cuantitativa para depreciar m¨¢s el euro.
Todo esto confirma que el poder militar y econ¨®mico de Estados Unidos est¨¢ debilit¨¢ndose, y eso se ve reflejado en la inestabilidad del sistema monetario. Esto no quiere decir que la hegemon¨ªa del d¨®lar vaya a desaparecer. Como en otras ocasiones, el poder estadounidense se puede recuperar. Estados Unidos tiene enormes fortalezas, y si quantitative easing, un experimento arriesgado, no crea otra crisis, su credibilidad podr¨¢ recuperarse. Pero el escenario m¨¢s probable es que sigamos viendo un lento declive de la hegemon¨ªa del d¨®lar y que surjan nuevos competidores como un euro m¨¢s fortalecido y el yuan chino. Para algunos, un sistema multipolar es m¨¢s estable que el actual porque generar¨ªa mayor competencia y eficiencia. La historia, sin embargo, dice lo contrario. Los periodos de interregno son inestables. A no ser, claro est¨¢, que las diferentes potencias lleguen a acuerdos que satisfagan a todas las partes.
Miguel Otero Iglesias es investigador principal del Real Instituto Elcano y autor del libro: The Euro, the Dollar and the Global Financial Crisis: Currency Challenges seen from Emerging Markets (Routledge, 2014).
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