La Paz, mi primer hogar
Este hospital p¨²blico de Madrid es el centro de referencia para embarazos y partos de riesgo de Espa?a Sin olvidar que nacer es un proceso natural, profesionales y medios evitan que sea mortal
Yaiza est¨¢ de parto. Empez¨® a notar contracciones a primera hora de la ma?ana y a las ocho ya estaba en el hospital. A medio d¨ªa todav¨ªa espera, semitumbada en una de las camas de la maternidad de La Paz de Madrid, a que su hija Julia llegue al mundo. La anestesia epidural ha hecho su efecto y no siente dolor. ¡°Sin ella, a estas alturas, estar¨ªa gritando¡±, asegura Pilar Ferreiro, una de las matronas, mientras le da un vaso de agua a la parturienta que apenas est¨¢ un poco despeinada y sudorosa. ¡°Me encuentro bien¡±, zanja la joven, al¨¦rgica al l¨¢tex, como indica un cartel pegado en la pared de la habitaci¨®n que solo comparte con el futuro padre y una cuna vac¨ªa que espera a la nueva inquilina.
El proceso transcurre seg¨²n lo previsible. ¡°Pero si hubiera cualquier signo de alarma, las enfermeras avisar¨ªan al ginec¨®logo¡±, apunta Jos¨¦ Luis Bartha, jefe del servicio de obstetricia y ginecolog¨ªa de este hospital, referencia en Espa?a para atender los embarazos y alumbramientos de riesgo. En una sala en mitad del pasillo de la planta en la que se encuentra la habitaci¨®n de Yaiza, las matronas vigilan las pantallas donde se dibujan las constantes vitales de las ingresadas y los fetos. ¡°Y, como no siempre podemos estar mirando los monitores, hay un aviso sonoro que salta en caso de que alg¨²n par¨¢metro se salga de lo normal¡±, apunta Ferreiro. ¡°Adem¨¢s, ellas tienen un intercomunicador por si quieren llamarnos¡±, se?ala el timbre. Siempre hay tres enfermeras preparto, cuatro matronas y tres ginec¨®logos en el servicio para que cada parto termine bien.
¡°La mujer puede dar a luz sola, pero no es lo ideal¡±, afirma Bartha, acostumbrado a ver complicaciones durante el embarazo y el alumbramiento que, sin la asistencia de profesionales cualificados y el material adecuado, acabar¨ªan en el fallecimiento de muchas de las criaturas o sus madres. El personal y los medios con los que cuenta la maternidad de este centro explican los ¨ªnfimos ¨ªndices de mortalidad materna y perinatal a pesar de que recibe los casos de mayor riesgo del pa¨ªs. Seg¨²n los datos aportados por el responsable, apenas una mujer por cada 100.000 nacidos vivos no supera el parto y solo seis de cada 1.000 beb¨¦s mueren durante, o poco despu¨¦s, del alumbramiento. Unas cifras muy bajas si las comparamos con las de Sud¨¢n del Sur, el pa¨ªs con las peores estad¨ªsticas seg¨²n la ONU, con 2.054 madres muertas por cada 100.000 nacimientos y una mortalidad infantil de 72 por cada 1.000.
Tambi¨¦n las tasas de dolencias relacionadas con los alumbramientos en condiciones poco seguras son muy reducidas, indica el obstetra. ¡°Problemas como la f¨ªstula, muy comunes en pa¨ªses en desarrollo, apenas se dan aqu¨ª¡±, asegura.
El de Yaiza es uno de los 5.607 partos que se atendieron en La Paz en 2014. Como ella, el 85% de las mujeres pide que les pongan la epidural para no sentir dolor. Por protocolo de seguridad, todas son monitorizadas para vigilar sus constantes y el bienestar del feto. ¡°Algunas est¨¢n as¨ª una hora. Otras, 12¡±, comenta Ferreiro mientras muestra a la joven c¨®mo debe respirar y sujetarse a la cama para empujar cuando llegue el momento. "Cuando el beb¨¦ est¨¢ a punto de salir, llamamos al ginec¨®logo y el enfermero especializado", abunda.?
Junto a la cama, una cuna con ropa de beb¨¦ sobre ella espera a su nueva ocupante. ¡°Aqu¨ª est¨¢ el ox¨ªgeno, tenemos una toma de vac¨ªo para aspirar, la c¨¢nula por si hay que entubarle¡¡±, enumera Ferreiro mientras se?ala el material y las maquinas con las que est¨¢ m¨¢s que familiarizada tras 25 a?os trabajando como matrona.
Si el parto se paraliza (distocia), explica Bartha, se induce el alumbramiento mediante la administraci¨®n de oxitocina. Si la inyecci¨®n extra de esta hormona tampoco consigue su efecto, se realiza una ces¨¢rea. Una intervenci¨®n que, en La Paz, se efect¨²a en el 25% de los casos, levemente por encima de la media espa?ola (en torno al 22% en la red de hospitales p¨²blicos) y 10 puntos superior a la tasa recomendada como m¨¢xima por la OMS (15%). ¡°Es un porcentaje elevado, pero hay que tener en cuenta que somos la referencia para los casos m¨¢s complicados¡±, apostilla Bartha.
Bienvenida al programa de embarazadas
Cada jueves, en la tercera planta de La Paz, se re¨²ne un grupo de esas matronas que trabajan en los centros de salud y que hacen los seguimientos de los embarazos. En estos encuentros, son informadas de c¨®mo funciona la maternidad del hospital. "Para que no haya diferencias entre lo que sucede aqu¨ª y lo que ellas les explican a las mam¨¢s", aclara Pilar Ferreiro, matrona que imparte este cursillo.
Uno de esos partos dif¨ªciles fue el de Beatriz. Martina naci¨® por ces¨¢rea porque ven¨ªa con los pies por delante ¡°y no se daba la vuelta¡±, dice la madre risue?a mientras mira a la peque?a enganchada en su pecho derecho. ¡°Si no fuera por Charo, no comes¡±, le dice. Se refiere a Rosario Blanco, enfermera de la unidad de puerperio en la planta 11. ¡°Aqu¨ª les hacemos un caso especial¡±, dice con ternura mientras mira la escena. Lo dice porque ella y sus compa?eras son el equipo encargado de atender a los nacidos por ces¨¢rea y a sus progenitores. ¡°Si el beb¨¦ est¨¢ bien, le adjudicamos un cuna y, mientras la mam¨¢ est¨¢ en la sala de reanimaci¨®n tras la intervenci¨®n, el pap¨¢ hace piel con piel con su hijo. Despu¨¦s, les ense?amos a cambiar el pa?al y a dar de comer a la criatura seg¨²n el tipo de lactancia que hayan escogido. Si se decantan por la materna, les tienen que dar la leche con una jeringuilla para que luego cojan bien el pecho¡±, abunda.
Con las madres, el trabajo es distinto. Normalmente, se centra en resolver sus dudas, sobre todo si son primerizas como Beatriz y darles pautas para amamantar correctamente. Durante los dos o tres d¨ªas que madre e hijo permanecen ingresados tras el parto, las enfermeras controlan que los beb¨¦s comen bien, su peso, su nivel de glucosa, cu¨¢nto duermen, si vomitan¡ A Blanco no le hace falta mirar ni un papel para enumerar los datos b¨¢sicos de Martina: ¡°Mide 47 cent¨ªmetros y pesa tres kilos y cien gramos¡±. Todos los par¨¢metros de salud est¨¢n correctos y el padre, Rub¨¦n, ya tiene todo preparado para abandonar el hospital mientras se deshace en agradecimientos hacia el personal. Con todo, una matrona visitar¨¢ en los pr¨®ximos d¨ªas a la familia. Y ellos podr¨¢n volver a La Paz cuando quieran para la escuela de padres que ha creado el centro.
Quien no puede marcharse todav¨ªa del hospital es Tamou, originaria de Marruecos y residente en Espa?a desde hace 10 a?os. Su hijo, Mohamid, de 42 d¨ªas de vida, est¨¢ ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de neonatos. El peque?o lleg¨® al mundo con tan solo 27 semanas de gestaci¨®n (con 12 de adelanto) en el Hospital Infanta Sof¨ªa, en la localidad de San Sebasti¨¢n de los Reyes, al norte de la capital. ¡°Pero como vino prematuro, nos trajeron aqu¨ª en ambulancia ese mismo d¨ªa¡±, recuerda la madre mientras observa al cr¨ªo que duerme dentro de su incubadora, adornada con un dibujo de su hermano mayor, de ocho a?os.
¡°Llevaba tres abortos y ¨¦l ha nacido demasiado pronto¡±. Con seis semanas de vida, Mohamid todav¨ªa deber¨ªa estar protegido en el ¨²tero materno. A falta de ese cobijo, la incubadora le resguarda, los profesionales de La Paz vigilan que respire y se alimente adecuadamente, y su madre le transmite calor corporal y tranquilidad durante unas horas al d¨ªa mediante el m¨¦todo canguro, que no es otra cosa que mantenerlo abrazado en su pecho en contacto con su piel. Porque la medicina ayuda (y mucho), pero no sustituye.
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