Direcci¨®n: Dinamarca
En Espa?a no sabemos si los senderos nos llevan a Copenhague o a Caracas
C¨®mo se llega a Dinamarca? Tal es la pregunta que impulsa la colosal obra de Francis Fukuyama, Political Order and Political Decay. Culminaci¨®n de un empe?o iniciado en 2011 con The Origins of Political Order ¡ªque exploraba el desarrollo de las instituciones desde la jerarqu¨ªa en los primates hasta la Revoluci¨®n Francesa¡ª, el volumen recientemente publicado describe ese proceso de evoluci¨®n pol¨ªtica desde la revoluci¨®n industrial hasta la globalizaci¨®n de la democracia, y las 1.300 p¨¢ginas de la obra completa est¨¢n enhebradas por el empe?o en desentra?ar de qu¨¦ forma podemos aproximarnos a esa Dinamarca que emplea como s¨ªmbolo de una sociedad ¡°pr¨®spera, democr¨¢tica, segura, bien gobernada y con bajos ¨ªndices de corrupci¨®n¡±. Y aunque advierte que no se refiere tanto al pa¨ªs de ese nombre como a una comunidad ideal con esos rasgos, explica que Dinamarca lleg¨® a ser Dinamarca cuando su sistema pol¨ªtico ¡ªcon el que hoy estamos familiarizados a trav¨¦s de la serie televisiva Borgen¡ª efectu¨® la transici¨®n de un Estado patrimonial a otro moderno. Un proceso complejo y dif¨ªcil que no es sensato intentar reproducir, siguiendo las pautas de los organismos internacionales, en pa¨ªses como Afganist¨¢n, Somalia, Libia o Hait¨ª.
Fukuyama se hizo popular hace 25 a?os con un ensayo, The End of History? (publicado originalmente en 1989, y como libro en 1992 con el t¨ªtulo The End of History and the Last Man), donde valoraba la victoria del capitalismo y la democracia liberal en la Guerra Fr¨ªa como un fen¨®meno irreversible, al juzgar esta forma de organizaci¨®n econ¨®mico-pol¨ªtica como la ¨²nica compatible con las sociedades desarrolladas y pr¨®speras. Muchos lo juzgaron entonces triunfalista, si bien ¡ªcomo ha subrayado Michael Ignatieff¡ª el texto no estaba exento de melancol¨ªa, al expresar su temor de que esta inflexi¨®n hist¨®rica trajera como consecuencia la p¨¦rdida en Occidente de su fibra moral. Considerado durante un tiempo expresi¨®n de los valores neoconservadores ¡ªy criticado por ello en el famoso discurso sulf¨²rico de Hugo Ch¨¢vez ante Naciones Unidas en 2006, donde contrapuso a Noam Chomsky con un falaz final de la historia¡ª, su pensamiento se fue distanciando progresivamente de estos. El polit¨®logo censur¨® ¨¢speramente las malhadadas intervenciones de Estados Unidos en Oriente Pr¨®ximo, con obras como America at the Crossroads de 2006, donde analiza los or¨ªgenes jud¨ªos y trotskistas de los neocon encabezados por Irving Kristol, deplora su identificaci¨®n con la pol¨ªtica exterior de George W. Bush y refuta la responsabilidad ideol¨®gica del fil¨®sofo Leo Strauss en la guerra de Irak. Y ha manifestado repetidas veces su frustraci¨®n ante las disfunciones de la organizaci¨®n institucional del pa¨ªs, sumido hoy en una crisis de legitimidad que a su juicio evidencia una aut¨¦ntica decadencia pol¨ªtica.
Fukuyama defiende la democracia liberal frente al capitalismo autoritario chino?o las teocracias islamistas
Pero sus convicciones de hace un cuarto de siglo sobre el modelo pol¨ªtico deseable permanecen intactas. Un Estado fuerte y eficaz, constre?ido por el imperio de la ley y por la vigilancia democr¨¢tica. Fiel al idealismo hegeliano que aprendi¨® de Alexandre Koj¨¨ve, pero ahora reemplazando el militarismo estadounidense por el imperio transnacional de la ley que promueve la Uni¨®n Europea como la mejor representaci¨®n de un mundo posthist¨®rico, Fukuyama defiende la democracia liberal frente al capitalismo autoritario chino o las teocracias islamistas, aunque advierte que el fundamentalismo isl¨¢mico es ¡°el ¨²nico competidor genuino de la democracia en el reino de las ideas¡±. M¨¢s templado en su visi¨®n teleol¨®gica de la historia, criticada en su d¨ªa por Jacques Derrida como ¡°sustancialmente, una escatolog¨ªa cristiana¡±, el polit¨®logo estadounidense analiza aqu¨ª el origen y desarrollo de las instituciones pol¨ªticas, pero tambi¨¦n su decadencia, en el marco de la pugna universal por crear Estados modernos y eficaces.
La actual obra, que sus editores describen como ¡°el m¨¢s importante trabajo de pensamiento pol¨ªtico de esta generaci¨®n¡±, y que The Wall Street Journal califica de ¡°magistral en su erudici¨®n y admirablemente inmodesto en su ambici¨®n¡±, quiere poner al d¨ªa el libro que Samuel Huntington public¨® en 1968, Political Order in Changing Societies. Fukuyama aborda el desaf¨ªo con una copiosa acumulaci¨®n de fuentes, extraordinaria amplitud geogr¨¢fica y un ingl¨¦s m¨¢s limpio y claro que el de su mentor. Desde luego, su esperanza optimista de que la democracia liberal resulte finalmente victoriosa (socavada por el propio Huntington, que en The Clash of Civilizations de 1996 argument¨® que el conflicto ideol¨®gico ser¨ªa sustituido por el conflicto entre civilizaciones), se ha visto empa?ada por el desarrollo del capitalismo en Estados autoritarios como Rusia y China, sin que la mayor prosperidad haya generado mayor seguridad jur¨ªdica o m¨¢s amplia participaci¨®n democr¨¢tica. Pero Fukuyama argumenta convincentemente que, antes de que un Estado pueda ser constre?ido por la ley o la democracia, tiene que existir, algo que por desgracia no se produce en muchos pa¨ªses donde Occidente ha querido implantar sus modelos institucionales, con los fracasos subsiguientes.
Polemizando con el determinismo geogr¨¢fico y t¨¦cnico de Jeffrey Sachs o Jared Diamond, pero discrepando tambi¨¦n con economistas como Daron Acemoglu o James Robinson, que atribuyen un papel central a las instituciones sin dejar de hacer estas dependientes de factores clim¨¢ticos o de geograf¨ªa f¨ªsica, Fukuyama atribuye el desarrollo econ¨®mico y la evoluci¨®n pol¨ªtica a un c¨²mulo de circunstancias. Entre ellas, la rivalidad entre naciones y los conflictos b¨¦licos como est¨ªmulo para el surgimiento de Estados eficaces, y la extensi¨®n de las clases medias como soporte esencial de la democracia. Muchos leer¨¢n el libro como una defensa del Estado frente a los controles jur¨ªdicos y la transparencia democr¨¢tica ¡ªmovido por la exasperaci¨®n de su autor ante lo que llama la vetocracia y la par¨¢lisis de la Administraci¨®n estadounidense, incapaz de reformarse mientras segrega desigualdad econ¨®mica y deslegitimaci¨®n pol¨ªtica¡ª; pero Fukuyama razona persuasivamente que nada es posible sin un Ejecutivo centralizado y una burocracia competente, que tendr¨¢n inicialmente un car¨¢cter patrimonial y extractivo antes de lograr la neutralidad moderna, garantizada por el respeto a la ley y los controles democr¨¢ticos.
Muchos leer¨¢n el libro como una defensa del Estado frente a los controles jur¨ªdicos y la transparencia
Ahora bien, ¡°las burocracias contempor¨¢neas m¨¢s modernas fueron las establecidas por Estados autoritarios en su b¨²squeda de seguridad nacional¡±, y es en ellas donde el crecimiento econ¨®mico y la extensi¨®n de las clases medias acabaron generando estructuras democr¨¢ticas, hoy amenazadas por dos procesos convergentes: el declive de las clases medias producido por la globalizaci¨®n y el cambio t¨¦cnico; y la decadencia pol¨ªtica de las democracias liberales, repatrimonializadas por ¨¦lites poderosas, lo que conduce ¡°bien a un lento incremento de los niveles de corrupci¨®n y la consiguiente menor efectividad del Gobierno, bien a violentas reacciones populistas ante lo que se percibe como manipulaci¨®n de las ¨¦lites¡±.
Es dif¨ªcil evitar el comentario de que parecen palabras escritas para la Espa?a de hoy, que todav¨ªa no ha encontrado su camino hacia Dinamarca. Nuestro pa¨ªs, en opini¨®n de Fukuyama, tuvo un comportamiento fiscal ¡ªa diferencia de Grecia o Italia¡ª, ¡°relativamente responsable¡± en los a?os previos a la crisis, de la que ¡°han salido con m¨¢s ¨¦xito los pa¨ªses que, como Alemania y las naciones escandinavas, eligieron un camino intermedio entre el laissez faire de Estados Unidos y Gran Breta?a, y los r¨ªgidos sistemas regulatorios de Francia e Italia¡±. Pero la crisis econ¨®mica se ha doblado aqu¨ª con otra institucional, y no sabemos si el laberinto de senderos que se bifurcan nos lleva a Copenhague o a Caracas.
Luis Fern¨¢ndez-Galiano es arquitecto.
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