Salto hacia atr¨¢s
El Gobierno retrocede en el tiempo con su empe?o de legalizar la cadena perpetua
El Gobierno utiliz¨® ayer su mayor¨ªa absoluta para forzar la introducci¨®n en el C¨®digo Penal de la ¡°prisi¨®n permanente revisable¡±, un eufemismo que no oculta la voluntad de volver a un trato penal propio de otros tiempos. Y aunque se prev¨¦n revisiones de la condena tras 25 o 35 a?os de efectivo cumplimiento, seg¨²n los casos ¡ªpara salvar la posible inconstitucionalidad de la cadena perpetua¡ª, de hecho permite mantener al reo toda la vida en prisi¨®n.
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No se puede manosear el C¨®digo Penal por el hecho de que un Gobierno en dificultades quiera enviar mensajes de autoritarismo y firmeza a electores que se le escapan. Menos a¨²n se debe adoptar semejante medida sin un debate previo en profundidad que justifique el endurecimiento penal. El Gobierno ya concibi¨® este proyecto en su primer a?o de mandato, cuando el ministro de Justicia era Alberto Ruiz-Gallard¨®n, pero lo desempolva ahora, en pleno a?o electoral. Y lo hace pasando por encima de toda la oposici¨®n, de las advertencias recibidas en su d¨ªa desde el Consejo del Poder Judicial, el Consejo de Estado y otros ¨®rganos, y del manifiesto firmado por m¨¢s de 60 catedr¨¢ticos de Derecho Penal.
La contumacia del Ejecutivo y del partido que le apoya es en realidad una se?al dirigida a los sectores m¨¢s autoritarios de la opini¨®n p¨²blica, que han exigido la reclusi¨®n a perpetuidad o el restablecimiento de la pena de muerte al hilo de cr¨ªmenes de gran impacto social.
El gesto se produce en medio de la emoci¨®n provocada por la reciente excarcelaci¨®n de Santi Potros ¡ªdetenido de nuevo por otros asuntos¡ª, como si se le hubiera podido aplicar la pena de perpetuidad por hechos cometidos cuando reg¨ªa otra legislaci¨®n penal.
Elevar las condenas al m¨¢ximo posible resulta incoherente en un pa¨ªs con una de las tasas de delincuencia m¨¢s bajas de Europa y en el que ya existe una escala penal agravada de hasta 40 a?os de privaci¨®n de libertad. Nadie puede estar seguro de que los autores de cr¨ªmenes especialmente odiosos, como los de Marta del Castillo o de los ni?os Jos¨¦ y Ruth Bret¨®n, o los cometidos en nombre de ETA o del yihadismo, se hubieran detenido ante la posibilidad de pasar el resto de sus vidas en prisi¨®n.
El C¨®digo Penal ya era suficientemente duro antes de esta nueva vuelta de tuerca. Todo un salto atr¨¢s.
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