Hace m¨¢s de tres millones de a?os ya hab¨ªa manos humanas
Un estudio de la anatom¨ªa de las manos de australopitecos sugiere que las utilizaban con frecuencia para agarrar herramientas
Hay un t¨®pico manoseado y falso que afirma que crisis en chino se escribe con dos rasgos: uno significa peligro y el otro, oportunidad. Este bulo tan extendido, convertido en viral tras el discurso del presidente de EE UU John F. Kennedy cuando anunci¨® el fin de la crisis de los misiles de Cuba, quiz¨¢ deba su ¨¦xito a su verosimilitud. Una muestra es lo que, probablemente, sucedi¨® hace unos tres millones de a?os en ?frica, en el pl¨¢cido jard¨ªn del Ed¨¦n donde se sit¨²a el origen de la humanidad.
All¨ª, viv¨ªan especies como los Australopithecus, unos hom¨ªnidos bajitos (rondaban el metro treinta), que caminaban erguidos y ten¨ªan un peque?o cerebro, poco mayor que el de un chimpanc¨¦ y una tercera parte del humano. Estos simios sofisticados se tuvieron que enfrentar a cambios medioambientales que transformaron su mundo de bosques tropicales en uno m¨¢s ¨¢rido en el que la sabana gan¨® terreno. En ese nuevo entorno, cambiaron las plantas y animales disponibles para saciar el hambre y, posiblemente, la habilidad para manejar herramientas e incluso producirlas se convirti¨® en un valor que favorec¨ªa la supervivencia.
Hasta ahora, los utensilios artificiales m¨¢s antiguos que se han encontrado tienen dos millones y medio de a?os y su autor¨ªa se atribuye a los Homo habilis. Aquel hito supone un cambio radical respecto a la manera en que hasta ese momento se hab¨ªan relacionado los animales con su entorno: es el nacimiento de la tecnolog¨ªa y con ella, de la humanidad.
Muchos animales, desde simios a p¨¢jaros, utilizan herramientas, pero solo los humanos las crean
Esta tarde, en un art¨ªculo publicado en la revista Science, un grupo internacional de cient¨ªficos aporta informaci¨®n que puede adelantar en m¨¢s de medio mill¨®n de a?os ese momento estelar de la prehistoria. Con t¨¦cnicas de tomograf¨ªa, los cient¨ªficos analizaron la estructura del interior de la mano de los Australopithecus africanus, una especie que vivi¨® en el sur de ?frica hasta hace dos millones y medio de a?os. En concreto, se fijaron en la trab¨¦cula, una parte de hueso esponjoso cuya morfolog¨ªa var¨ªa a lo largo de la vida dependiendo del uso que se hace de cada parte del cuerpo. En una comparaci¨®n de estas estructuras en A. africanus y en neandertales europeos, comprobaron que ten¨ªan una similitud mucho mayor con estos ¨²ltimos, usuarios habituales de la tecnolog¨ªa, que con los chimpanc¨¦s.
Estos resultados refuerzan la idea de que las manos de los A. africanus y de otras especies de la ¨¦poca hab¨ªan cedido capacidad para trepar a los ¨¢rboles y estaban habituadas a manejar frecuentemente herramientas con la precisi¨®n y sutileza que caracteriza a las especies m¨¢s humanas. La aparici¨®n de un pulgar enfrentado al resto de los dedos, que puede tocarlos uno a uno y acariciarlos de abajo arriba, se considera un paso fundamental en el proceso de humanizaci¨®n. Ese rasgo anat¨®mico, que permite utilizar un bol¨ªgrafo para realizar una traqueotom¨ªa o un pincel con el que pintar mamuts en una cueva, es clave para la aparici¨®n de la tecnolog¨ªa.
Los autores plantean tambi¨¦n que su trabajo fortalece la credibilidad de algunos descubrimientos que atribuyen el uso y la elaboraci¨®n de herramientas para procesar la carne de animales a especies tan antiguas como Australopithecus afarensis hace 3,4 millones de a?os. ¡°Esperamos que nuestra investigaci¨®n animar¨¢ a los arque¨®logos a mirar con m¨¢s atenci¨®n a los sedimentos de este periodo en ?frica en busca de usos m¨¢s antiguos de herramientas¡±, afirma Matthew Skinner, investigador de la Universidad de Kent (Reino Unido) y uno de los autores del estudio.
Faltan pruebas
Esta hip¨®tesis, a falta de que alguien encuentre herramientas de piedra que la sustente, despierta dudas en algunos investigadores. Salvador Moy¨¤-Sol¨¤, investigador ICREA y director del Instituto Catal¨¢n de Paleontolog¨ªa Miquel Crusafont de Sabadell (Barcelona), particip¨® en trabajos hace m¨¢s de una d¨¦cada que ya mostraban la cercan¨ªa a la humanidad, al menos en la forma, de las manos de los A. africanus. Sin embargo, considera que hay que establecer una diferencia clara entre emplear herramientas y crearlas. ¡°Coger un palo para cazar termitas o pelar una rama para hacer un instrumento de madera es algo que tambi¨¦n hacen los chimpanc¨¦s, y hay p¨¢jaros que utilizan espinas para cazar insectos¡±, explica. ¡°Las manos y los dedos cortos y el pulgar largo tienen una funci¨®n, esencialmente, de manipulaci¨®n, que ser¨ªa muy ¨²til para actividades muy diversas, como recolectar frutos o tub¨¦rculos o hurgar en el tronco de un ¨¢rbol para atrapar gusanos¡±, a?ade.
Pero igual que tener unas manos como las de Picasso no implica ser capaz de pintar como ¨¦l, tener capacidad para manejar herramientas no lleva consigo la habilidad para fabricarlas. ¡°Lo importante es que el cerebro genere el concepto de industria l¨ªtica y luego la mano la pueda desarrollar, y me resulta muy dif¨ªcil imaginar que una australopiteco, con una capacidad craneal no muy distinta de la de un chimpanc¨¦, pudiese hacerlo¡±, concluye.
La parte de la anatom¨ªa clave en la producci¨®n de herramientas no son las manos sino el cerebro
Carlos Lorenzo, un investigador de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona que ha estudiado con detalle las manos de los hom¨ªnidos de Atapuerca (Burgos), considera en primer lugar que la aplicaci¨®n de la tecnolog¨ªa para observar el interior de los f¨®siles es un logro que ayudar¨¢ a conocer mejor nuestro pasado. De hecho, plantea aplicar t¨¦cnicas similares a los f¨®siles burgaleses. No obstante, tambi¨¦n considera que hace falta m¨¢s informaci¨®n para poder unir una anatom¨ªa que permitir¨ªa el uso de herramientas, con la capacidad de creaci¨®n e incluso de manipulaci¨®n de esos utensilios. ¡°Si un humano actual pierde una mano y le ponen un garfio, puede seguir construyendo instrumentos, porque tenemos la capacidad psicomotriz y cerebral para mover ese gancho como es necesario¡±, se?ala Lorenzo. ¡°Un chimpanc¨¦, aunque tenga las dos manos, no puede, porque le falta la capacidad de control muscular y precisi¨®n para golpear los objetos¡±, indica.
Sobre la falta de herramientas de piedra de la ¨¦poca de los australopitecos, el paleoantrop¨®logo de la Rovira i Virgili reconoce que es un problema para asegurar que aquellos hom¨ªnidos produjeron tecnolog¨ªa. Sin embargo, plantea que antes de la etapa en que se empezaron a fabricar toscos cuchillos de piedra, pudo existir una ¡°etapa cero¡± en la que se empezase a aprovechar objetos de la naturaleza como herramientas como paso intermedio hacia el amanecer de la tecnolog¨ªa producida por los Homo habilis. ¡°Esta etapa cero es muy dif¨ªcil de demostrar. Esta anatom¨ªa interna de las manos que se muestra en este estudio es una pista, pero solo una pista¡±, concluye.
Skinner recalca que las pruebas que presentan ¡°no es evidencia directa de que los australopitecos hiciesen y utilizasen herramientas de piedra¡±. Pero tambi¨¦n propone una posibilidad para explicar por qu¨¦ pueden no haberse encontrado estos vestigios aunque existan. Los lugares en los que se han encontrado los restos petrificados de los A. afarensis ¡°son dep¨®sitos en cuevas a los que los f¨®siles mismos llegaron por causas naturales como torrentes de agua o llevados por depredadores¡±. Por eso, ¡°los lugares en los que los australopitecos utilizaban las herramientas no es el mismo donde encontramos sus f¨®siles¡±, a?ade el investigador. Adem¨¢s, a?ade, ¡°es improbable que las herramientas de hueso y madera de este periodo se preserven, y la simpleza de las herramientas de piedra que podr¨ªan haber utilizado no son f¨¢ciles de reconocer para los arque¨®logos¡±.
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