La emoci¨®n y el voto
La fractura entre ciudadanos y dirigentes cambia el tablero electoral
Las pr¨®ximas convocatorias electorales, no lejanas en el tiempo, se har¨¢n eternas para el sentimiento de los ciudadanos, por un deseo de manifestar, a trav¨¦s del voto en las urnas, sanciones pendientes y esperanzas inaplazables. La fractura social existente en la actualidad, entre ciudadanos y pol¨ªticos, fundamentalmente por la corrupci¨®n, pero tambi¨¦n, por la falta de sinton¨ªa para identificar las prioridades de la sociedad, est¨¢ provocando cambios importantes en el tablero electoral. La fuerza emergente de un partido extraparlamentario como Podemos es consecuencia de abanderar la rebeld¨ªa y el rechazo de una sociedad hastiada por la carencia de liderazgo de lo conocido, PP, acicate de lo alternativo, PSOE, y de incapacidad de lo minoritario: UPyD, Ciudadanos e Izquierda Unida; para conformar opciones de oposici¨®n o de gobierno emocionantes.
Es mi impresi¨®n, a la luz de la evoluci¨®n de las encuestas de intenci¨®n de voto, que el sufragio ideol¨®gico va a ser minoritario frente al revanchista y el de la reivindicaci¨®n, por el hartazgo de la ciudadan¨ªa con las conductas de los partidos gobernantes en las diferentes Administraciones p¨²blicas: locales, auton¨®micas y estatales. Para captar votos y electores, es necesario afrontar el doble desaf¨ªo de la crisis y la gobernabilidad, y provocar la revulsi¨®n de un cambio de expectativas y percepci¨®n, hoy, solo posible a trav¨¦s de unas elecciones. La conformaci¨®n de mayor¨ªas de gobierno en sociedades globales y conectadas es consecuencia de la movilizaci¨®n de votos y voluntades, a trav¨¦s de un proceso: decisi¨®n de votar, elecci¨®n de marca electoral, diferenciaci¨®n de alternativas, identificaci¨®n con el candidato, comunicaci¨®n a realizar y programa que involucre a los diferentes segmentos electorales: sanitario, educativo, parados, tejido empresarial, j¨®venes...
La desagregaci¨®n del proceso en cada una de las fases que intervienen en el mismo, permite conocer con precisi¨®n los activos tangibles e intangibles que intervienen en la movilizaci¨®n de los electores, el diagn¨®stico de la aptitud competitiva de un partido, las propuestas a realizar a potenciales votantes, la gesti¨®n del liderazgo, puesta en valor de la marca partido y la coherencia de las promesas y propuestas. Adem¨¢s, hoy es posible, a trav¨¦s de indicadores de desempe?o, gestionar predictivamente la estrategia de comunicaci¨®n y convencimiento que m¨¢s conviene a cada partido, antes de llevarla a cabo e incurrir en un gasto. Las ventajas son evidentes: la minimizaci¨®n del coste, gesti¨®n eficaz de los recursos¡
La puesta en valor de una propuesta electoral, es una condici¨®n necesaria pero no suficiente, para provocar el entusiasmo para acudir a las urnas
Las convicciones, con independencia de la ideolog¨ªa, no son neutrales, movilizan a los adversarios y paralizan a militantes defraudados. Deparando unas consecuencias de doble efecto; penaliza a los partidos de gobierno y favorece a los de oposici¨®n. El comportamiento de los ciudadanos en los pr¨®ximos comicios va a depender, fundamentalmente, m¨¢s de la gesti¨®n de las emociones que de las adhesiones; hoy te?idas de animadversi¨®n y venganza por el ajuste de cuentas pendientes de la frustraci¨®n sentida a lo largo del tiempo. Los argumentos de aptitud, ideolog¨ªa, racionalidad y conveniencia; ser¨¢n irrelevantes frente a los de ¡°elegibilidad¡±: valor que traslada, inter¨¦s que suscita y sentimientos que provoca una candidatura frente a las otras. Este activo intangible electoral es el primer filtro de la decisi¨®n de acudir a las urnas y a qui¨¦n votar. Y lo que es m¨¢s importante, desencadena la ¡°militancia emocional¡±, actitud de compromiso y rebeld¨ªa individual, que involucra personalmente a los ciudadanos para difundir una idea y evitar que gane otra, a trav¨¦s de un boca a boca sentido para influir en el voto de los c¨ªrculos pr¨®ximos: familiares, amigos, colegas y conocidos. Proporcionando los argumentos de adhesi¨®n o rechazo para favorecer o castigar a partidos y pol¨ªticos, por conductas indebidas en la actualidad o en el pasado.
La puesta en valor de una propuesta electoral es una condici¨®n necesaria pero no suficiente para provocar el entusiasmo para acudir a las urnas, y captar el voto de electores no militantes. Un programa debe proporcionar argumentos conmovedores que despierten el deseo de la participaci¨®n activa por la identificaci¨®n que provoca en los ciudadanos. Y que en la actual coyuntura social significa: incorporar medidas cre¨ªbles contra la corrupci¨®n, el paro, el despilfarro y el descr¨¦dito; la renovaci¨®n de dirigentes pol¨ªticos y cohortes circundantes, percibidas como ¨¦lites atornilladas a sus cargos durante d¨¦cadas en defensa de prebendas personales, y desconectados de las necesidades reales y sentidas por los diferentes colectivos sociales. La significatividad de un programa es el elemento esencial para la diferenciaci¨®n de los competidores y para el posicionamiento de los ciudadanos ante las diferentes alternativas. Es el concepto s¨ªntesis para la participaci¨®n activa y para la movilizaci¨®n de voluntades, por su capacidad para convencer e involucrar a los diferentes grupos de inter¨¦s, al identificar sus prioridades en las propuestas realizadas y en las necesidades sentidas. En definitiva, el voto es consecuencia de la emoci¨®n que provoca en los ciudadanos un programa y el desempe?o, conductas, empat¨ªa y credibilidad de un candidato.
Carlos S¨¢nchez Olea es consejero delegado de Economy of Emotion Strategies, SL.
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