No sin mis barbas
J¨®venes h¨ªpster, m¨²sicos y artistas alternativos de L¨ªbano desaf¨ªan los recelos sociales y reclaman su derecho a una est¨¦tica que la polic¨ªa asocia con salafistas y musulmanes ultraconservadores
Las barbas de Hussein Charafeddine le traen m¨¢s de un quebradero de cabeza con la justicia libanesa, pero no piensa afeitarse. Este rapero de 33 a?os, conocido en las calles de Beirut como Doble A El Predicador, ya ni recuerda cu¨¢ntas veces ha sido arrestado. A pesar de llevar siempre una gorra mal calada con una A cosida sobre la visilla, sus largas barbas le convierten en sospechoso habitual. En enero de 2014, tras una oleada de atentados que sacudieron el barrio de Dahie, periferia de Beirut, la foto de Double A corr¨ªa como la p¨®lvora en las redes sociales libanesas. Con zapatillas de deporte blancas, camisa vaquera, cabeza afeitada y sus barbas, el rapero caminaba manos a la espalda, esposado, y custodiado por dos agentes de polic¨ªa. Uno de los gendarmes enfundaba su arma. Un terrorista hab¨ªa sido arrestado, clamaba la justicia.
¡°Estaba llevando mi coche al taller cuando por el retrovisor vi a varios polic¨ªas que corr¨ªan hacia m¨ª. Fren¨¦ y levant¨¦ las manos. De repente y sin mediar palabra, uno de ellos empez¨® a golpearme en la cabeza con la culata de su arma a trav¨¦s de la ventanilla¡±, relata Charafeddine. Con su metro noventa y sus 110 kilos, El Predicador fue arrestado, abofeteado y arrastrado a una comisar¨ªa. Tras una noche entre rejas fue absuelto con una retah¨ªla de excusas por parte de la brigada antiterrorista. Su crimen: no afeitarse. Regres¨® a las calles y al bar Radio Beirut donde este artista del verso y prosa cantados arremete cada lunes contra los totalitarismos, los abusos de poder y las dificultades de sobrevivir en la sociedad libanesa. El incidente, asegura, motiv¨® a muchos otros j¨®venes a tirar la cuchilla de afeitar como forma de protesta.
Esas barbas que el mundo considera de estilo salafista, o musulm¨¢n ultraconservador, est¨¢n de moda en L¨ªbano. No solo entre religiosos o milicianos, sino tambi¨¦n entre los j¨®venes h¨ªpster, m¨²sicos y artistas alternativos como Charafeddine que reclaman su derecho al vello est¨¦tico fuera del radicalismo. ¡°Mis barbas forman parte de mi personalidad desde que era adolescente. Hoy se convierten en una forma de protesta sociol¨®gica. Podemos tener barbas sin ser radicales o ni siquiera ser religiosos¡±, se defiende.
El rapero Hussein Charafeddine no piensa afeitarse. "Es mi forma de protesta contra los totalitarismos"
Cansado de una lucha constante, Doble A tira la toalla y asegura que est¨¢ a punto de emigrar. Antes de llevarse su m¨²sica consigo, se despide con un improvisado rap: ¡°Tienes dudas y preguntas, y t¨² vives en el miedo, pero un hermano es un hermano incluso con sus barbas. No se trata de religi¨®n, sino de nuestros actos, independientemente de lo peligrosos que unos pocos delirantes nos hagan parecer¡±.
Al otro lado de Beirut, esa moda de unas sotabarbas que superan los cinco cent¨ªmetros de longitud condena tambi¨¦n la vida de Al¨ª Mohamed Marwan. Cada tarde, de camino al trabajo le paran en la mir¨ªada de controles militares. Los uniformados hacen la criba en busca de armas o posibles terroristas llegados de Siria. Y las barbas forman parte del perfil criminal. ¡°A la derecha, por favor¡± es el pan de cada d¨ªa de este joven de 26 a?os, que de inmediato es cacheado, y sus papeles y veh¨ªculo inspeccionados bajo lupa. El desconcierto de las autoridades tambi¨¦n debe ser habitual cuando Al¨ª, con medio cuerpo tatuado, les cuenta que lleva tres a?os trabajando como camarero en el bar Danys de Beirut. ¡°En la universidad simpatic¨¦ con el partido comunista y de ah¨ª me dej¨¦ las barbas. Ni soy religioso ni soporto a los radicales¡±, asevera Al¨ª, que como Doble A reh¨²sa amputarse de barbilla para abajo. El hast¨ªo ante el estigma social es doble para este camarero. Sus barbas le cuestan constantes interrogatorios policiales y sus tatuajes los reproches de los m¨¢s viejos. Tan solo en el bar, rodeado de cocteleras y chupitos, nadie juzga a nadie.
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