Desvar¨ªos

Ahora debo procurar no morirme, se dijo el anciano escritor tras recibir el Nobel. Procurar no morirse, se entiende, como se procura no coger fr¨ªo, un prop¨®sito modesto, en fin, para no caer en dramatismos. Empez¨® a procurarlo al d¨ªa siguiente de regresar de Estocolmo y a los 15 d¨ªas estaba agotado porque procurar no morirse se parec¨ªa mucho a la muerte. Empiezas evitando las cornisas y acabas por recluirte en casa. Y tambi¨¦n el hogar est¨¢ lleno de peligros: el gas, los cortocircuitos el¨¦ctricos, la intoxicaci¨®n alimentaria¡­ Pero se hab¨ªa fijado un objetivo y estaba dispuesto a realizarlo.

As¨ª, mal que bien, fue viviendo para disfrutar de los beneficios de la fama, que durante tanto tiempo, juzgaba ¨¦l, le hab¨ªa sido esquiva. Un d¨ªa, ya muy mayor y un poco deprimido, se pregunt¨® si deb¨ªa procurar morirse. Procurar morirse como se procura mantener, por ejemplo, la higiene dental. Como un proyecto sencillo, pero al que se dedican todas las energ¨ªas disponibles. A veces, estaba tan absorto en morirse, que sus hijos le preguntaban si le ocurr¨ªa algo. ¡°Estoy procurando morirme¡±, dec¨ªa ¨¦l con naturalidad, lo que ellos interpretaban como un desvar¨ªo senil. Sin embargo, jam¨¢s hab¨ªa estado tan l¨²cido. Cuando evocaba los d¨ªas del Nobel y su loco prop¨®sito de sobrevivir para disfrutar de los fuegos artificiales consecuentes, se preguntaba si no habr¨ªa hecho, sin darse cuenta, un pacto con el diablo.

Dej¨® de escribir, en la confianza de que eso acelerara el final. Despu¨¦s dej¨® de leer. Un lunes, sin procurarlo, le entr¨® la sopa por mal sitio y se asfixi¨®. Mientras expiraba, se vio a s¨ª mismo de peque?o, saliendo de casa hacia la escuela un d¨ªa de lluvia. Su madre, desde el portal, le dec¨ªa: ¡°Procura no mojarte¡±.