El tic-tac de la mascarada griega
El problema no es la troika, sino la ausencia de reformas que den credibilidad
Las propuestas econ¨®micas de Syriza tienen dos facetas: la de la negociaci¨®n de alto nivel con las instituciones europea sobre la deuda y sus condiciones de pago y otra de cara a los ciudadanos con las medidas del ¡°fin de la austeridad¡±. En estos d¨ªas estamos asistiendo a una serie de propuestas que tienen s¨®lo en la apariencia algo de la heterodoxia y astucia que parece precisa. El reloj avanza para afrontar su en¨¦simo amago de default.Sin embargo, la imaginaci¨®n se queda en la gram¨¢tica. Las propuestas que el nuevo Gobierno griego ha puesto sobre la mesa para dar sostenibilidad a la deuda y hacer su devoluci¨®n compatible con el crecimiento no son m¨¢s que mascaradas.
El tic-tac suena en Grecia. Es la constataci¨®n de que en las circunstancias actuales la reestructuraci¨®n s¨®lo puede retrasarse, pero no esquivarse. Es imposible que se resuelvan los problemas sin afrontar reformas. Son las reformas las que deber¨ªan legitimar al nuevo Gobierno para ir en sus peticiones mucho m¨¢s all¨¢ de lo que lo ha hecho. Para exigir a una Europa supuestamente hermana ¡ªy, en realidad, bastante r¨¢cana¡ª ayuda urgente para una poblaci¨®n desesperada, con dificultad de acceso a servicios b¨¢sicos. Mientras se negocian pintorescos bonos que anuncian la cuadratura del c¨ªrculo, la poblaci¨®n se sigue desangrando y no entiende de culpas.
Se habla de la voluntad de reformar, pero lo que se ha propuesto hasta ahora es profundamente decepcionante. Se ha inducido a la poblaci¨®n a tremendas confusiones terminol¨®gicas. Se han asociado hasta casi la asimilaci¨®n el concepto de reformas con el de austeridad. Se ha culpado a la troika de que Grecia haya ido a peor, como si los males del pa¨ªs hubieran surgido en estos cinco ¨²ltimos a?os. El punto de partida del ¨¦xito de Syriza fue afirmar que la troika hab¨ªa impuesto reformas y no hab¨ªan servido para nada. Lo cierto es que en lo que la troika se ha podido pasar de rosca es en la exigencia de austeridad, pero desde Grecia se ha o¨ªdo poco de reformas, se ha hecho poco o nada al respecto.
Mientras se negocian pintorescos bonos, la poblaci¨®n se sigue desangrando
En un alarde de esa condici¨®n de mucho ruido y pocas nueces, el nuevo ministro de finanzas, Varoufakis, ha presentado (a medio definir) un programa de intercambio de bonos (swap). Para la deuda contra¨ªda con la UE, se propone cambiar los bonos actuales por otros ligados al crecimiento. Para la deuda del BCE se pretende su trasformaci¨®n en bonos perpetuos. Ninguna de las dos ideas son nuevas ni precisamente ¨²tiles. A la atenci¨®n inicial que despert¨® la propuesta le sigui¨® una apreciable frialdad. Parte del problema de los bonos ligados al crecimiento es que se est¨¢ presuponiendo que ese crecimiento va a ser sin condicionalidad. Varoufakis se?alaba que la raz¨®n de ser para los bonos ser¨ªa la consecuci¨®n de super¨¢vit primario y el mantenimiento tambi¨¦n sostenido de tasas de crecimiento del PIB, algo imposible con el programa econ¨®mico que se quiere desarrollar. No es que incumplir promesas electorales sea algo nuevo, pero es exactamente la cr¨ªtica a esa pr¨¢ctica lo que ha llevado a Syriza al Gobierno. Por otro lado, al crear deuda perpetua se supone que la deuda p¨²blica se va amortizando m¨¢s r¨¢pidamente, pero la experiencia hist¨®rica sugiere que estos t¨ªtulos no incentivan precisamente la contenci¨®n del endeudamiento p¨²blico. Draghi ya ha dicho ¡°no¡± esta semana. Y ha ido m¨¢s all¨¢, abriendo la puerta a la urgencia de que Grecia solicite un nuevo rescate. El BCE va por delante de la UE y pide a Grecia se?ales y actos que garanticen la viabilidad de sus propuestas. Ahora el Ejecutivo heleno afirma que su voluntad de reformas es seria y, sin embargo, se van desmantelando compromisos b¨¢sicos previamente adquiridos, como el plan de privatizaciones. Como muestra de la acogida real de todas estas propuestas, las ¨²ltimas emisiones de deuda griega han tenido la demanda m¨¢s raqu¨ªtica de los ¨²ltimos tiempos. Y la decisi¨®n del BCE no va a mejorar esta apreciaci¨®n.
Europa no puede aceptar esta suerte de autocondicionalidad que Grecia quiere imponer. Estamos en un punto en el que los planes de reforma son los que atraen a los inversores. Son el ¨²nico sin¨®nimo de credibilidad y sostenibilidad. Y son los que legitiman para exigir a Europa no ya una soluci¨®n para una deuda que es una losa exageradamente pesada sino para ir m¨¢s all¨¢. Para recabar aut¨¦ntica solidaridad sin contraprestaci¨®n que alivie los problemas sociales m¨¢s agudos.
Fue una estructura p¨²blica y un funcionamiento muy ineficiente de Grecia lo que la llev¨® al colapso. La troika no fue el origen de los problemas. Podemos repetir el juego una y otra vez, pero si no hay un horizonte de una Grecia estructuralmente distinta a la que acab¨® colapsada no sirve de nada todo lo que se est¨¢ hablando ahora. Ni Europa puede pedir que de las cenizas surjan flores ni el Gobierno griego pensar que todas las flores pueden plantarse en el desierto.
Santiago Carb¨® Valverde es catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Bangor University y colaborador de FUNCAS y CUNEF.
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