Setenta a?os a favor de la educaci¨®n y la cultura
Gracias a los expertos de la UNESCO, los ciudadanos pudieron saber la existencia de insoportables niveles de analfabetismo, las bajas tasas de escolarizaci¨®n o las vergonzantes desigualdades
Han pasado setenta a?os desde que la carta constitutiva de la UNESCO, aprobada en Londres en 1945, aun al calor del espanto de la gran guerra, asumiera como objetivo "¡ asegurar a todos el pleno e igual acceso a la educaci¨®n, la libre b¨²squeda de su verdad objetiva y el libre intercambio de ideas y conocimientos". Despu¨¦s de a?os en los que la violencia extrema fue el tr¨¢gico resultado de la confrontaci¨®n frente a totalitarismos dogm¨¢ticos, la creaci¨®n de la UNESCO represent¨® una apuesta decidida a favor de un futuro de vida para la humanidad que mereciera la pena ser vivido y disfrutado en libertad, paz y tolerancia. En esa apuesta la comunidad internacional deposit¨® una confianza ilimitada en el ser humano y en la educaci¨®n; en la mencionada carta constitutiva se dice lo que hoy est¨¢ grabado en diferentes idiomas en un gran monolito en la sede de la UNESCO en Par¨ªs: ¡°Puesto que las guerras nacen en las mentes de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz¡±.
Desde aquel momento fundacional han transcurrido varias d¨¦cadas y hoy, lamentablemente, somos testigos de que la intolerancia, el sectarismo y la violencia no solo no se han erradicado, sino que en determinados lugares parecen recrudecer su virulenta actividad. Junto a ello, tambi¨¦n comprobamos con tristeza que para muchos la fortaleza renovadora que en aquellos momentos se atribu¨ªa a la educaci¨®n, ha deca¨ªdo o, al menos, se ha relativizado. Es cierto que cada d¨ªa son m¨¢s lo que defienden el valor de educar; sin embargo, es una defensa que nos hace temer que se trata de algo parecido a la justificaci¨®n defensiva o exculpatoria de una sociedad que, en el fondo, ha perdido fe en el aut¨¦ntico valor de la educaci¨®n. As¨ª, cada vez son m¨¢s los que atribuyen a la educaci¨®n un mero valor instrumental, lo que en t¨¦rminos coloquiales se califica, con un reduccionismo preocupante, como un valor agregado _?agregado a qu¨¦ o para qu¨¦?_, o como un tema o producto m¨¢s o menos oportuno o novedoso digno de promoci¨®n u oferta, opci¨®n que podr¨ªa situarse en lo que Mario Vargas Llosa denomina civilizaci¨®n del espect¨¢culo.
Frente a este tipo de opiniones, debemos seguir considerando que la educaci¨®n es un derecho fundamental y en circunstancias de crisis, incertidumbres y enfrentamientos, como las que vivimos en estos momentos, que es un componente imprescindible que debe formar parte del rearme democr¨¢tico y ¨¦tico necesario para superar estas situaciones. Para ello, la trayectoria hist¨®rica de UNESCO es un ejemplo de permanencia temporal y persistencia en el esfuerzo: recurriendo a la famosa cita de Brecht, la historia de UNESCO demuestra que solo los que perseveran tiempo y tiempo sin desfallecer, son imprescindibles.
La agenda de actividades de UNESCO est¨¢ se?alada por hitos hist¨®ricos, como fueron las conferencias de Montreal, Nairobi o Teher¨¢n, que ayudaron en su momento a definir y construir pol¨ªticas p¨²blicas a favor de la educaci¨®n en una gran diversidad de pa¨ªses. M¨¢s recientemente, las conferencias de Jomtiem, Amm¨¢n o Dakar dieron lugar a la creaci¨®n y puesta en marcha, junto con otras agencias de Naciones Unidas, los gobiernos y la sociedad civil, del gran movimiento Educaci¨®n para Todos. En concreto, en Dakar se acord¨® un Marco de Acci¨®n, coordinado por UNESCO, con seis objetivos b¨¢sicos para garantizar en todo el mundo la educaci¨®n b¨¢sica de calidad a ni?os, j¨®venes y adultos, objetivos de los que todos los pa¨ªses tienen que rendir cuentas en el presente a?o de 2015.
La educaci¨®n es un derecho fundamental y, en circunstancias de crisis, un componente imprescindible para el rearme democr¨¢tico y ¨¦tico
Si bien es cierto que UNESCO ha sufrido momentos de crisis y atravesado situaciones de dificultades y cuestionamientos por diferentes motivos, hoy podemos asegurar que por su larga trayectoria, actividad ininterrumpida y liderazgo, se ha convertido en un s¨®lido referente educativo mundial. En sus foros de debate y conferencias se ha intercambiado ingente y cualificada informaci¨®n; a instancias de ella se acordaron metas y objetivos a favor de la extensi¨®n y mejora de la educaci¨®n para todos, que inspiraron las agendas mundiales de pol¨ªticas de cooperaci¨®n y desarrollo, orientaron la construcci¨®n de pol¨ªticas p¨²blicas educativas nacionales e hicieron posible su seguimiento y evaluaci¨®n.
Sus expertos asesoran a gobiernos en los m¨¢s variados lugares del mundo y sus informes y estad¨ªsticas han servido para poner de manifiesto la realidad. Gracias a ellos, a pesar de no pocos casos de desinter¨¦s, ocultaci¨®n o malestar por parte de determinados gobiernos, los ciudadanos pudieron saber la existencia de insoportables niveles de analfabetismo, las bajas tasas de escolarizaci¨®n o las vergonzantes desigualdades que sufr¨ªan ni?os o j¨®venes por razones de g¨¦nero, etnia, niveles de renta u otras circunstancias: frente a posiciones que pretenden ocultar los problemas y carencias para no asumir compromisos de cambio y mejora, UNESCO contribuy¨® decididamente a transparentar la realidad para, gracias a ello, poder llevar a cabo acciones que ofrezcan mejores oportunidades para todos.
Seg¨²n la OCDE, las competencias transforman las vidas de las personas. Sin ellas las personas se excluyen de las sociedades y de las econom¨ªas. Sin personas educadas y con competencias permanentemente actualizadas el desarrollo de los pa¨ªses languidece y se producen graves desventajas econ¨®micas, pero no menos graves desventajas sociales; como son tener peor salud, sentirse objeto y no sujeto pol¨ªtico o padecer un bajo nivel de estima y fuerte desconfianza hacia los dem¨¢s.
Son momentos en los que hay que creer y apostar por la importancia estrat¨¦gica que tienen UNESCO y otras organizaciones con fines similares, tanto gubernamentales como no gubernamentales: setenta a?os acreditan institucionalidad, reputaci¨®n, trayectoria, experiencia, competencia y dimensi¨®n global; requisitos todos ellos imprescindibles para poder erigir en las cabezas de todas las mujeres y hombres, los baluartes de paz, y hacerlo desde la educaci¨®n y a trav¨¦s de la educaci¨®n.
Mariano Jabonero Blanco es director de Educaci¨®n de la Fundaci¨®n Santillana.
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