Esta habitaci¨®n te deja sin Internet pero te da un bol¨ªgrafo y papel
Una neoyorquina ofrece un 'palacio de la mente' en Par¨ªs, un espacio para trabajar sin prisas, distracciones ni notificaciones
Solo t¨². Y un bol¨ªgrafo. Y un papel. Para el terr¨ªcola de hace poco m¨¢s de una d¨¦cada podr¨ªa ser una escena cotidiana en un lugar cualquiera, pero al de 2015 le puede parecer o bien pesadillesco o bien una liberaci¨®n.
Su creadora es la artista y escritora Melissa Unger, que fue asistente de Daniel Day-Lewis, otro actor amante de los recesos espirituales
Eso es lo que ofrece Seymour +, un espacio de 230 metros cuadrados donde la gente no puede trastear con el m¨®vil ni conectarse a Internet. ¡°Debes surfear tu mente tan a menudo como se surfea en Internet¡±. El espacio intenta respescar y redimensionar esos ratos en los que la gente pensaba en sus cosas mientras esperaba a que el sem¨¢foro cambiara a verde o a que llegara el ascensor. Recientemente inaugurado en Par¨ªs, Seymour + se presenta como una opci¨®n para rumiar liberado de la tiran¨ªa del wifi y del 3G. Ni m¨®viles ni m¨²sica ni revistas ni siquiera libros est¨¢n permitidos. Se pretende, por usar la jerga del gur¨² contracultural Timothy Leary: turn on, tune in, drop out. O, en otras palabras, dejar el m¨®vil en modo avi¨®n y sintonizar con uno mismo.
Vivimos en un entorno hipertecnol¨®gico y esa excitaci¨®n puede conducir al exceso Melissa Unger
Su creadora es la artista y escritora Melissa Unger, una neoyorquina residente en la capital francesa que tanto ha sido asistente de Daniel Day-Lewis (un actor amante de los recesos espirituales) como ha alentado proyectos colectivos en los circuitos galeristas de su ciudad acogida. Seg¨²n ella, esta sala es una especie de palacio de la mente, que dir¨ªa Sherlock Holmes, donde los visitantes pueden ¡°explorar su subconsciente, cultivar su imaginaci¨®n y destapar su aut¨¦ntica voz creativa¡±. O ¡°expresar la fertilidad de su paisaje interior¡±.
Unger fund¨® la organizaci¨®n Seymour en 2011, celebrando eventos ef¨ªmeros desde entonces. Hasta que abri¨® esta sala al p¨²blico en noviembre del a?o pasado, organizada en cinco espacios interactivos que intentan potenciar diferentes procesos mentales, de la autoexploraci¨®n a la liberaci¨®n de estr¨¦s o a la contemplaci¨®n. ¡°Esos ejercicios y entornos est¨¢n pensados en la intersecci¨®n de arte, psicolog¨ªa y filosof¨ªa¡±, apunta Unger, que se declara influida por Carl Jung, los surrealistas, Joseph Beuys o Henry David Thoreau. Un elogio de la conexi¨®n, cada vez m¨¢s intermitente y d¨¦bil en la ¨¦poca hiperacelerada y digital, con nuestro subconsciente. Aunque Unger no se define como ludita o antitecnol¨®gica, s¨ª considera que es importante ¡°que la gente conduzca las m¨¢quinas y no que las m¨¢quinas conduzcan a la gente¡±. ¡°Vivimos en un entorno hipertecnol¨®gico y esa excitaci¨®n puede conducir al exceso¡±, explica. De hecho, la desintoxicaci¨®n de Internet es bastante frecuente en un terr¨ªcola contempor¨¢neo que ya s¨®lo abandona la red si ha de tomar un avi¨®n.
El porqu¨¦ del boli
El ¨²nico compa?ero en la visita, el bol¨ªgrafo, tiene que ver con una reflexi¨®n: cada uno de nosotros tenemos una caligraf¨ªa tan ¨²nica como nuestras huellas digitales: ¡°No deber¨ªamos reducir c¨®mo pensamos a una serie de fuentes o tipograf¨ªas¡±.
Lo que podr¨ªa interpretarse como un espacio para profesiones m¨¢s bien creativas se expande aqu¨ª a todo tipo de p¨²blico: ¡°El espacio est¨¢ pensado para cualquiera que quiera un rato tranquilo para pensar en sus cosas a solas. Vienen madres y padres. Se pasan una hojita despu¨¦s de dejar a los hijos en el colegio y antes de ir a trabajar, por ejemplo. Es para todo el mundo, excepto para ni?os, porque es un espacio tranquilo¡±.
En la primera actividad te has de dibujar a ti mismo, c¨®mo te ves. Lo primero que dibuj¨¦ fueron mis arrugas, cosas que pasan cuando una se acerca a los 40 Victoria Aragon¨¦s, usuaria espa?ola
Es el caso de la interiorista Victoria Aragon¨¦s, una de las primeras visitantes espa?olas. Fue un poco a ciegas, llamada por c¨®mo habr¨ªa sido dise?ado ese espacio: ¡°Si he de ser sincera, solo hab¨ªa visto una foto en Instagram y mi idea era hacer otro tanto y colgar algo yo. Pero no imaginaba que, tras pagar los siete euros para entrar, tendr¨ªa que guardar el m¨®vil y olvidarme de las tecnolog¨ªas un rato¡±.
Aragon¨¦s se encontr¨® con un ¡°absoluto remanso de paz como antes no hab¨ªa visto¡±. ¡°En seguida te olvidas del m¨®vil y de lo bonito que se ver¨ªa todo en Instagram¡±, dice.
Aun acostumbrada a pasar tiempo sola y a hacer terapias con actividades parecidas, el local le sorprendi¨® igualmente. ¡°En la primera actividad te has de dibujar a ti mismo, c¨®mo te ves. Lo primero que dibuj¨¦ fueron mis arrugas, cosas que pasan cuando una se acerca a los 40. No s¨¦ si fue la iluminaci¨®n ayud¨®, o si al dibujar uno verbaliza, pero la cuesti¨®n es que no me parecieron tan horribles como ven¨ªa pensando minutos antes de entrar all¨ª¡±.
Uno lo puede intentar en casa: apagar el m¨®vil, enarbolar un l¨¢piz y encender el flexo. Pero, seg¨²n la Unger, no ser¨¢ lo mismo. Tampoco se parecer¨¢ a recluirse en monasterios silenciosos o en bibliotecas: ¡°Este espacio no s¨¦ si te ayudar¨¢ m¨¢s que esos otros, pero s¨¦ que lo har¨¢ de forma diferente¡±.
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