En defensa de Uma
El precio a pagar por un rostro sin arrugas a veces exige renunciar a una cara especial
No hab¨ªa terminado de colear el esc¨¢ndalo Ren¨¦e Zellweger y su cambio de cara por causas tan naturales como ¡°dormir m¨¢s y pensar en positivo¡±, cuando esta semana se han vuelto a revolucionar las hordas tuiteras con la transformaci¨®n de Uma Thurman. Que si esa no es mi Uma, que me la han cambiado, y el m¨®vil echando humo con las fotos del antes y el despu¨¦s.
El antes, con foto de C¨¦cile de Volanges en Las amistades peligrosas. Y el despu¨¦s, la cara de una mujer con dos divorcios, tres hijos y m¨¢s de medio centenar de pel¨ªculas detr¨¢s. Y que s¨ª, que se hace sus arreglillos para tratar de minimizar los desconchones que el tiempo y los cada vez m¨¢s escasos papeles interesantes dejan en el pasillo de la cara de las estrellas. Aunque esta vez parec¨ªa que en vez de una mano de pintura, a la cara de Uma le hubieran dado dos. Que, al final result¨® ser as¨ª: un maquillaje tan poco favorecedor que hizo saltar todas las alarmas.
Esta ola de indignaci¨®n porque Uma Thurman se hubiese atrevido a retocar un rostro tan bello no deja de ser curiosa ya que ahora mismo no hay en todo Hollywood una actriz de m¨¢s de 40 a?os que no lo haga. De verdad. Y que no salga nadie con el cuento de Meryl Streep, porque siempre hay excepciones; hay una que puede, porque colecciona Oscar como si fueran cromos. Y ya est¨¢. De Meryl para abajo acaban cayendo todas. To-das.
Quiz¨¢s por eso, cuando alguna de las que resist¨ªa firme, orgullosa de su entrecejo montaraz parece caer, hay una especie de decepci¨®n general. Un Ohhhhhh¡?Por qu¨¦? ?Por qu¨¦ t¨² tambi¨¦n, Uma Thurman? ?No has aprendido de Meg Ryan y de Melanie Griffith? ?Es que no has visto como est¨¢ Nicole Kidman que era tan buena actriz? M¨ªrala ahora, como Grace de M¨®naco, una mu?eca sin expresi¨®n¡ ?No sabes que las inyecciones en la cara las carga el diablo? ?Si no hay d¨ªa que no nos desayunemos con diez famosas y sus desastres, y una foto de Donatella Versace que quita las ganas de hacerse el smokey eye!
Viendo tales ejemplos, es l¨®gico preguntarse porqu¨¦ mujeres universalmente reconocidas como bellezas se arriesgan a alterar su expresi¨®n y sus facciones en aras de conseguir unos a?os m¨¢s de juventud. Y sabiendo, como ellas saben, que el precio a pagar por un rostro sin arrugas muchas veces exige renunciar a lo que las ha convertido en lo que son. Una cara especial.
El colmo del mal resultado de ciertos retoques, es, cuando adem¨¢s de dejarse la piel en el quir¨®fano ¡ªliteralmente¡ª se pierden los papeles, tambi¨¦n literalmente. Es el caso de Ren¨¦e Zellweger. Dif¨ªcilmente puede encarnar a Bridget Jones en la tercera parte que se prepara cuando ya no se parece en nada a Bridget Jones. ?Quiz¨¢s a la hermana ojipl¨¢tica de Bridget Jones? El cine no funciona as¨ª.
Si el Porsche era el ant¨ªdoto masculino ¡ªde alto nivel ¡ªcontra los primeros s¨ªntomas de la middle age crisis, los retoques est¨¦ticos se han convertido en el paso del Rubic¨®n de muchas mujeres. Y una decisi¨®n que cobra especial importancia cuando se trata de actrices cuyos rostros conoce a la perfecci¨®n todo el planeta.
Tiranizadas por la fotograf¨ªa a todo zoom y los comentarios de los foros, se necesita de mucha fortaleza para no sucumbir a las tentaciones que hacen m¨¢s f¨¢cil la vida con Photoshop. Ni una arruga en las portadas, ni una arruga en la realidad. Hagan el test y comprueben cu¨¢ntas actrices se enfurru?an o lloran descompuestas en la ¨²ltima pel¨ªcula que hayan visto. Incluso las m¨¢s j¨®venes caen en la trampa de congelar una belleza que lleva a la inexpresividad.
Pero no ser¨ªa justo culparlas por querer mantener una piel lisa, aunque se equivoquen. Por tratar de luchar para seguir siendo protagonistas. Para poder trabajar. Saben que el tiempo y Hollywood no juegan a su favor.
Hace poco m¨¢s de un mes el actor australiano Russell Crowe entraba, cual elefante en cacharrer¨ªa, en el debate sobre mujeres maduras y cine. Se quejaba de las actrices que a su vez se quejan de que en Hollywood no haya papeles para ellas. Russell reconoc¨ªa que ¨¦l tampoco pod¨ªa ser el h¨¦roe de Gladiator eternamente (nos hemos dado cuenta, Russell), y ped¨ªa a sus colegas talluditas que dejaran de postularse para papeles de ingenuas. Dec¨ªa Russell, con muy buen criterio, que no hay como encajar en el personaje que conviene a cada momento vital. Cuando se es mayor, pues de mayor. Qu¨¦ raz¨®n tiene Russell Crowe. Pero, ?y si no hay papeles de mayor?
El actor se deja la barba, se echa una t¨²nica sueltecita y se mete en la piel de No¨¦. Puede seguir trabajando hasta ser perfecto para el papel de Matusal¨¦n. Pero, ?y si buscamos a las actrices que triunfaban en los tiempos de Russell? ?Una Jodie Foster, que es del club de las antiretoques? El a?o pasado, en blanco. ?Y una bien conservada Sharon Stone? Nada digno que destacar. Si te retocas mal te pondr¨¢n a caldo, pero si no lo haces y te ves mayor, tambi¨¦n.
El caso de Uma, que tanto ha enervado a las masas, no merece la condena en la plaza p¨²blica. Primero porque no hab¨ªa caso. Despu¨¦s, porque cada uno hace con su cara lo que le viene bien. Y si entr¨¢semos en el juego de las odiosas comparaciones, y coloc¨¢ramos la cara de esta mujer de 45 a?os cuya ¨²ltima pel¨ªcula con algo de repercusi¨®n fue Mi super exnovia, junto a la de la ni?a que enamoraba, hace casi tres d¨¦cadas, al vizconde de Valmont¡ tampoco resistir¨ªan la comparaci¨®n. Con b¨®tox o sin ¨¦l.
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