La ca¨ªda de los dioses de la moda
Dos estudios indagan en las tormentosas biograf¨ªas de Alexander McQueen y John Galliano Cambiaron la alta costura pero su ca¨®tica vida marc¨® sus carreras
Ser¨ªa imposible entender los opacos entresijos del mundo de la moda actual sin detenerse en la ascensi¨®n y hundimiento de John Galliano y Alexander McQueen, los dos hombres que a caballo entre dos siglos revolucionaron la alta costura para acabar ¡ªempujados por la autodestrucci¨®n, un ritmo de trabajo fren¨¦tico y el p¨¢nico al fracaso¡ª en la peor cuneta del imperio del lujo. Gods and kings: the rise and fall of Alexander McQueen and John Galliano (Penguin Press), de la periodista Dana Thomas, se ha publicado esta semana en EE UU y Reino Unido reconstruyendo en paralelo el camino hacia el olimpo de la costura de dos introvertidos chicos de la periferia londinense. El libro transita por las rutas m¨¢s conocidas de sus biograf¨ªas pero tambi¨¦n por las m¨¢s sombr¨ªas. Plagado de drogas, sexo, traiciones, inseguridades y ¨¦xitos mal digeridos, en apenas 400 p¨¢ginas y dos d¨¦cadas el sue?o de aquellos muchachos acab¨® en pesadilla.
McQueen se ahorc¨® la madrugada del 11 de febrero de 2010 dejando un escenario de horror en su casa de Londres. Despu¨¦s de una noche bebiendo y vagando solo por locales nocturnos, con un c¨®ctel de coca¨ªna y tranquilizantes en el cuerpo, intent¨® sin ¨¦xito cortarse las venas con varios cuchillos de cocina. A sus 40 a?os, decidi¨® que la ¨²nica manera segura de acabar con sus fantasmas era colgarse de su armario. El funeral de su madre, Joyce, era al d¨ªa siguiente. Para muchos la muerte de Joyce no fue la causa ¨²ltima del suicidio sino la raz¨®n que liber¨® a McQueen de la insoportable carga de su vida. Apenas un a?o despu¨¦s, Galliano, enfermo de ansiedad y alcohol, acab¨® arrojado de Dior y del sistema despu¨¦s de un penoso episodio antisemita en un restaurante de Par¨ªs. Era la puntilla a una incontrolada deriva personal. ¡°Ambos arrastraban sus propios demonios pero tambi¨¦n creo que pagaron un precio enorme por el cambio que vivi¨® en aquellos a?os el negocio de la moda¡±, asegura Dana Thomas desde Nueva York.
Thomas ¡ªcorresponsal de cultura y moda de Newsweek en Par¨ªs y colaboradora de The New York Times¡ª defiende el fondo de una investigaci¨®n de cuatro a?os. ¡°Para m¨ª ellos son la met¨¢fora perfecta de c¨®mo el mundo de moda mut¨® de una locura rom¨¢ntica y creativa a un mundo de poderosas multinacionales globales. Despu¨¦s de la ca¨ªda de McQueen y Galliano todo cambi¨® y los creadores de la alta costura se volvieron m¨¢s temerosos, m¨¢s cautos, m¨¢s pragm¨¢ticos: renunciaron a cambiar el mundo, y aprendieron a no llevarse el trabajo a casa¡±.
Para el cr¨ªtico brit¨¢nico Colin McDowell, que le ha dedicado un extensa rese?a en The business of fashion, el libro lograr¨¢ hacer ruido y dinero pero duda del relato sesgado de algunas de sus fuentes, examantes, ayudantes resentidos, aves nocturnas y colegas de juergas y adicciones. Adem¨¢s, acusa a la escritora de no demostrar la misma empat¨ªa por Galliano que por McQueen. ¡°No es cierto. Aunque es inevitable ser m¨¢s amable con los muertos. A¨²n hoy es imposible hablar de McQueen sin que broten l¨¢grimas. Galliano, sigue ah¨ª, con un regreso prometedor en Maison Margiela. En ¨¦l hay luz y esperanza. Tiene un ¨¢ngel sobre los hombros¡±.
Galliano hab¨ªa llegado a Londres con siete a?os, despu¨¦s de pasar su cat¨®lica infancia en Gibraltar, parad¨®jicamente en el barrio jud¨ªo del pe?¨®n. McQueen era el peque?o de los seis hijos de un taxista. Ya adolescentes, y empujados por sus respectivas madres, encontraron un ant¨ªdoto a su hostil entorno en la costura. McQueen como ayudante en el taller de una de las m¨ªticas sastrer¨ªas de Savile Row, Anderson & Sheppard, y Galliano como estudiante en St. Martins School of Arts, por cuyas aulas tambi¨¦n acabar¨ªa pasado McQueen. Galliano, el bohemio, el rom¨¢ntico, el afrancesado, sorprend¨ªa con su trabajo de graduaci¨®n, Les incroyables (1984). McQueen, el atormentado, el oscuro, el callejero, lo hac¨ªa con el suyo, Jack el Destripador acecha a sus v¨ªctimas (1992).
La publicaci¨®n del texto de Thomas coincide con una biograf¨ªa de Andrew Wilson, Alexander McQueen: blood beneath the skin (Simon & Schuster), que saldr¨¢ a la venta a finales de febrero y que se sumar¨¢ a la catarsis emocional que promete ser la inauguraci¨®n, el 14 de marzo, de Savage beauty en el museo Victoria & Albert de Londres. La exposici¨®n viaja desde el Costume Institute del Metropolitan neoyorquino a la ciudad que le vio nacer y caer. Ser¨¢ imposible no recordar entonces sus dram¨¢ticas palabras antes de uno de sus primeros desfiles: ¡°No quiero fiestas. No quiero celebrar nada. Prefiero que la gente se vaya de mis desfiles vomitando. Quiero reacciones extremas. Infartos. Ambulancias¡±.
En realidad, Wilson, que ha tenido acceso preferente a la familia de McQueen, describe un panorama a¨²n m¨¢s s¨®rdido. Masoquista y cruel, con serios problemas de autoestima, cuanto m¨¢s dinero y fama acumulaba mayor era su ansiedad. El enorme ritmo de trabajo que adopt¨® al sustituir en 1996 a Galliano en Givenchy lo compensaba con drogas y una sexualidad compulsiva. Con el ¨¦xito, se volvi¨® violento, an¨¢rquico e impredecible. Su hermana Janet, 15 a?os mayor que ¨¦l, asegura que le confes¨® que hab¨ªa sido violado de ni?o por el marido de ella. Esta supuesta revelaci¨®n podr¨ªa, seg¨²n el autor, explicar su oscura sexualidad.
En 2007, en pleno apogeo de sus carreras, dos tragedias sacud¨ªan sus vidas. Isabella Blow, la arist¨®crata, mecenas y editora de moda que descubri¨® y protegi¨® a McQueen, se suicidaba en su casa de Londres. Y Steven Robinson, el que fuera mano derecha y eterno amigo de Galliano, se encerraba en su apartamento de Par¨ªs con siete gramos de coca¨ªna hasta reventar su coraz¨®n. Dior tap¨® el esc¨¢ndalo. Quedaban pocas semanas para celebrar en Versalles el 60 ? aniversario de la casa y Galliano, devastado, ten¨ªa que seguir trabajando. El funeral de Blow fue una puesta en escena orquestada desde la tumba. McQueen le cort¨® un mech¨®n de pelo para hacerse un amuleto de estilo victoriano. Su afici¨®n a los espiritistas se multiplic¨® desde entonces. Definitivamente atrapado entre la vida y la muerte, se despe?aba mientras su talento alzaba el vuelo como nunca. Para Dana Thomas, el paisaje que qued¨® despu¨¦s de los a?os gloriosos de Galliano y McQueen se volvi¨® desolador: ¡°El consumo ha ganado la partida a la imaginaci¨®n. Ya no hay sitio ni para la poes¨ªa, ni para el teatro. Ni para la angustia. Solo para el negocio¡±.
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