El negocio de los azotes
¡®50 sombras de Grey¡¯ ayuda a confirmar los ademanes machistas
De donde no hay, no se puede sacar. El viejo refr¨¢n permanece inalterable por m¨¢s que el siglo XXI quiera ir a veces en sentido contrario. El mejor ejemplo de sus peores intenciones son las pel¨ªculas sobre juegos de mesa o basadas en juguetes, como la saga Transformers. El ¨²ltimo caso aterriz¨® ayer en las salas con la versi¨®n cinematogr¨¢fica de 50 sombras de Grey, basada en el primer libro de una trilog¨ªa que a su vez naci¨® de la mente de una fan de la serie Crep¨²sculo, E. L. James (seud¨®nimo de la brit¨¢nica Erika Mitchell), que se inspir¨® para sus protagonistas en los vampiros creados por Stephenie Meyer.
50 sombras de Grey posee, como libro, personajes rid¨ªculos, tramas livianas ¡ªsi es que se las puede llamar as¨ª¡ª y un tono er¨®tico que el Marqu¨¦s de Sade hace ya siglos dej¨® atr¨¢s. Pensada para el p¨²blico estadounidense, entre el que se publicit¨® como el ¡°primer libro porno que pod¨ªa leerse en el metro¡±, la novela pronto empez¨® a venderse a tal velocidad ¡ªlleva ya 100 millones de ejemplares¡ª que inmediatamente empez¨® la puja para su adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica.
La pel¨ªcula es mala: es un negocio que jam¨¢s quiso ser arte, es un rancio anuncio de perfumes con algunos azotes en las nalgas de su protagonista femenina y pudorosos desnudos masculinos. Sin embargo, poco pod¨ªa hacer la directora Sam Taylor-Johnson ¡ªy lo intenta¡ª con un material inicial tan burdo y una autora obsesionada por el control de su obra (al estilo de su protagonista).
El machismo que a¨²n persiste en la sociedad queda reflejado en la relaci¨®n sentimental que alimenta la obra. Pero al menos en este caso, Anastasia Steele, la universitaria protagonista, firma un contrato de masoquismo donde especifica qu¨¦ le puede hacer el se?or Grey y qu¨¦ no. Como demostraba la encuesta del CIS del mes pasado, hay un peligro que est¨¢ presente en Espa?a: a un peque?o n¨²mero de espa?oles de entre 15 y 29 a?os les parece bien impedir que su pareja vea a su familia o a sus amigos, no dejarle que trabaje o estudie, o vigilar sus horarios. Contra esa perversa tendencia, solo sirve la educaci¨®n y la buena cultura. 50 sombras de Grey no favorece ninguna de estas opciones.
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