Noches europeas

Negociaciones interminables, noches en blanco incluso, momentos al borde la ruptura, comunicados confusos, declaraciones de madrugada ante periodistas ojerosos... Eso es Europa. As¨ª se ha construido la Uni¨®n Europea desde el primer d¨ªa. El objetivo no era una id¨ªlica uni¨®n pol¨ªtica en la que las viejas naciones se fundir¨ªan en una entidad nueva y resplandeciente. Las ideas quim¨¦ricas llegar¨ªan m¨¢s tarde. Al principio y en el origen, era evitar la guerra.

Eso es exactamente lo que han intentado el presidente franc¨¦s, Fran?ois Hollande, y la canciller alemana, Angela Merkel, en Minsk, donde les ha acogido Aleksander Lukashenko, dictador de Bielorrusia, en el poder desde hace 20 a?os, para sentarse con el presidente ucranio, Petr¨® Poroshenko, y el ruso, Vladimir Putin. Sin el acuerdo de Minsk, el segundo en cinco meses, todo conduc¨ªa a la guerra entre Rusia y Ucrania, la primera confrontaci¨®n abierta en territorio europeo despu¨¦s de las guerras balc¨¢nicas de la d¨¦cada de los 90.

Nada asegura que funcione ni siquiera el alto el fuego que entra en vigor esta madrugada, pero es seguro que a la actual guerra encubierta, o la descarada que pueda declararse si Minsk falla de nuevo, solo la podr¨¢ frenar la diplomacia con un acuerdo pol¨ªtico. Es decir, un proyecto europeo capaz de interesar e incluir a Rusia en vez de dejarla en la soledad de su enorme centralidad geopol¨ªtica euroasi¨¢tica.

Las maratones de discusiones de esta semana en Bruselas, suscitadas por la Grecia de Syriza, no son para evitar la guerra, sino para cuadrar el c¨ªrculo del cumplimiento de los compromisos europeos por parte del Gobierno griego y de los compromisos electorales por parte de quienes acaban de obtener la mayor¨ªa para gobernar. Ambas negociaciones versan sobre el futuro de Europa. Una, de cara adentro: el de sus miembros, su moneda, la toma de decisiones y la solidaridad entre los socios. Otra, de cada afuera: el de sus fronteras exteriores, la relaci¨®n con los vecinos, su capacidad para defenderse y su fuerza como actor en la escena internacional.

En el l¨ªmite, ambas tratan de lo mismo. Europa est¨¢ llegando a un grado de madurez en el que todo lo que no sea avanzar es regresar a una letal casilla de salida. Si Grecia abandonara el euro, moneda que se consideraba irreversible, la construcci¨®n europea se ver¨ªa acometida por las dudas. Si Rusia entrara en guerra en territorio ucranio, el pasado tr¨¢gico europeo regresar¨ªa al galope.

Encima, Alexis Tsipras, con el legado ideol¨®gico que suma la ortodoxia al comunismo, mira de reojo a Mosc¨². Son dos negociaciones que no est¨¢n conectadas, pero que son conectables y que los europe¨ªstas deber¨¢n evitar que se conecten.