Old Fadama: viviendo entre basura
El barrio m¨¢s contaminado de Ghana no es s¨®lo el Sodoma y Gomorra que cuentan los ghaneses, tambi¨¦n es el lugar donde sus vecinos sue?an con un futuro mejor

No hay calle de Accra, la capital de Ghana, que no los haya visto pasar. Se trata de unos carros fabricados con cuatro ruedas y una tabla de madera desgastada. En ellos van reuniendo aquellos aparatos electr¨®nicos que los propietarios ya no quieren y regalan o venden a un precio simb¨®lico a los chavales que los pasean por las barriadas. Aunque deambulen toda la jornada y sus idas y venidas parezcan desordenadas o sin sentido, al final, todos descansan en el mismo lugar. Los aparatos electr¨®nicos acaban en el vertedero tecnol¨®gico de Agbogbloshie, a donde van a parar no s¨®lo los residuos de la capital ghanesa sino tambi¨¦n miles de toneladas de los pa¨ªses del norte. Y, al otro lado del r¨ªo, al que tambi¨¦n podr¨ªa definirse como cloaca por toda la inmundicia que re¨²ne, se encuentra el barrio m¨¢s pobre de Accra, Old Fadama. All¨ª aparcan la mayor¨ªa de aquellos carros hasta la jornada siguiente. Old Fadama es la otra cara de Agbogbloshie.
Miles de casas se aglomeran en una zona que antes de los a?os ochenta no era m¨¢s que una marisma sin usar. La desigualdad entre el norte, m¨¢s pobre, y el sur de Ghana, unida a la hambruna de 1983, a las disputas territoriales y a la dificultad de encontrar un trabajo en esta parte del pa¨ªs, dieron lugar a que a partir de entonces los norte?os buscaran un hueco en la capital para subsistir. As¨ª surgi¨® Old Fadama, un tugurio en el que viven en torno a 80.000 personas en unas condiciones deplorables. Sus casas est¨¢n construidas en madera de unos dos o tres metros cuadrados cuyo alquiler no supone m¨¢s de 1,36 euros a la semana y donde pueden dormir entre dos y 20 personas; la luz la obtienen gracias a cuatro generadores, las duchas son p¨²blicas o privadas (14 c¨¦ntimos de euro por ducha) y el ba?o es las propias afueras del barrio, al lado del r¨ªo donde se acumulan los desperdicios que originan un olor insoportable junto a los humos del vertedero tecnol¨®gico. Y sin embargo, el censo en este lugar sigue creciendo hasta d¨ªa de hoy.
Anas Sharif y su mujer, Afi Sharif, son una joven pareja originaria del norte, de la ciudad de Tamale. Fue hace cinco a?os cuando decidieron migrar a la capital porque, como cuenta Anas, "en el norte no hay lugar para hacer buenos negocios ni se consigue suficiente dinero para poder llevar a los ni?os a la escuela". Tienen dos. Al principio viv¨ªan en otro barrio pero finalmente decidieron mudarse a este porque era m¨¢s barato y estaba m¨¢s cerca del trabajo de Anas. ?l procesa residuos electr¨®nicos y ella mont¨® hace dos a?os un negocio de productos b¨¢sicos en el barrio. As¨ª funciona la mayor¨ªa en Old Fadama: los hombres trabajan de mec¨¢nicos, construyendo m¨¢s casas, arreglando viejos televisores y otros electrodom¨¦sticos o quemando cables para obtener el cobre y desvencijando los aparatos. Las mujeres crean peque?os negocios de alimentaci¨®n, peluquer¨ªas, talleres de costura... y as¨ª surge un microcosmos dentro de la gran Accra que, sin embargo, nadie quiere que exista, salvo quienes viven all¨ª.
Este lugar es conocido popularmente entre los ghaneses como "Sodoma y Gomorra". Se asocia con las drogas, la delincuencia, la prostituci¨®n, la violencia y la anarqu¨ªa. As¨ª que no es de extra?ar que algunos taxistas se nieguen a llevarte a este lugar. Este modo de definir a Old Fadama ha generado una estigmatizaci¨®n social y una marginalizaci¨®n de esta comunidad que, seg¨²n las autoridades, est¨¢ ocupando el lugar de manera ilegal. As¨ª, la vida en Old Fadama se complica m¨¢s a¨²n pues el Gobierno no facilita una educaci¨®n p¨²blica, asistencia sanitaria ni ning¨²n sistema de saneamiento. Con el a?adido de que viven con la constante amenaza de desalojo.
El Gobierno no facilita una educaci¨®n p¨²blica, asistencia sanitaria ni ning¨²n sistema de saneamiento
Entre todas las casas hay una estancia construida con lonas que, aunque ya ro¨ªdas por el tiempo, permiten la entrada del aire, lo que convierte a este lugar en un privilegio. All¨ª, una silla de pl¨¢stico es el trono de Salam, el jefe de una de las zonas de este barrio. Salam, que tiene poco m¨¢s de 40 a?os, cuenta que ocupa este cargo porque fue el primero en llegar, hace 20 a?os, y luego invit¨® a otros norte?os a ir a vivir all¨ª. Salam explica esto mientras guarda marihuana en peque?os cartones que hacen de bolsa. Luego vende cada saquito a 1 cedi (moneda local), que equivale a 27 c¨¦ntimos de euro. Ese es su negocio que, junto al restaurante de su mujer, da de comer a sus hijos. Los j¨®venes de Old Fadama pasan por all¨ª para comprarla, las mujeres le ofrecen agua, frutas, pescado o carne de manera gratuita y cuando hay alg¨²n problema la gente implicada se re¨²ne en este lugar para solucionar la disputa. Cada persona cuenta su versi¨®n de los hechos y ¨¦l da su veredicto que debe cumplirse a rajatabla. Old Fadama no es tan an¨¢rquico como podr¨ªa parecer.
A pocos metros de donde se encuentra Salam, un espacio abierto con suelo de serr¨ªn para que la humedad no alcance las casas hechas de madera, sirve de campo de f¨²tbol para un grupo de muchachos. El sol brilla alto pero puede mirarse directamente gracias a las part¨ªculas de polvo y los humos del vertedero que se encuentra justo en frente, al otro lado del r¨ªo. Son las cuatro de la tarde y comienza el entrenamiento que tiene lugar todos los d¨ªas a esta hora. Antes de empezar, los chicos recogen toda la porquer¨ªa que ensucia el interior del campo y la tiran a los lados, donde se acumula a¨²n m¨¢s basura o bien, la recogen con una televisi¨®n a modo de contenedor. Ahora s¨ª, el Club del Norte, como se hacen llamar, est¨¢ listo para jugar. Mohammed observa al equipo mientras entrena y a la pregunta, "?Y t¨² por qu¨¦ no juegas, no te gusta el f¨²tbol?" responde: "s¨ª, pero para estar en el equipo tienes que venir todos los d¨ªas, si faltas est¨¢s fuera". Dentro del aparente caos de este lugar tambi¨¦n existen unas reglas y estos chicos se toman su tiempo de ocio muy en serio.
El vertedero de Agbogbloshie est¨¢ considerado uno de los lugares m¨¢s contaminados del mundo
Un poco m¨¢s all¨¢ otro grupo de ni?os tambi¨¦n juega al f¨²tbol y utilizan los monitores de ordenador para definir las porter¨ªas. Los ni?os de Old Fadama utilizan cables para los juegos de cuerda, y los restos de un frigor¨ªfico hacen de colchoneta para flotar en el agua. A las orillas del r¨ªo, imitando a los mayores juegan a hacer fuego a lo que encuentran. Saltan, brincan y corretean entre basura org¨¢nica e inorg¨¢nica, excrementos y otros residuos de diversa naturaleza. Su nariz ya se ha acostumbrado a los olores; sus ojos, algunos de ellos con holl¨ªn en el p¨¢rpado inferior, al escozor que producen los humos y sus pies a andar sobre la mugre. Pero eso no quiere decir que est¨¦n libres de enfermar.
Las condiciones higi¨¦nicas de este lugar dejan mucho que desear y los estragos pueden verse poco a poco en la gente. El vertedero de Agbogbloshie est¨¢ considerado uno de los lugares m¨¢s contaminados del mundo. Otro chico, tambi¨¦n llamado Mohammed, ense?a su torso mostrando la decoloraci¨®n en su piel. "Me sali¨® estando aqu¨ª, no s¨¦ a qu¨¦ se debe", explica. Y mientras ¨¦l cuenta esto, Joseph se encuentra en su habitaci¨®n de dos metros cuadrados tumbado en el colch¨®n con una malaria cogida en un lugar donde la basura y el agua estancada invitan a los mosquitos a quedarse.
Sin embargo, la joven Afi no quiere quedarse. Ve este lugar como un camino pero no como una meta. "Yo hoy, si quiero, me vuelvo a casa", dice con seguridad, "pero me quedo aqu¨ª porque vine en busca del dinero". Muchos de los j¨®venes que trabajan quemando los cables para obtener el cobre piensan tambi¨¦n as¨ª. La idea es ahorrar para conseguir dinero y volver al norte, a casa, a montar un negocio. Old Fadama no es s¨®lo el Sodoma y Gomorra que cuentan los ghaneses, tambi¨¦n es el lugar donde, al aparcar los carros que recorrieron la ciudad, los j¨®venes que duermen en esas casas de dos metros cuadrados sue?an con un futuro mejor.
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