La salud despu¨¦s de los Objetivos del Milenio
?Debe dar paso el actual panorama de avance en las enfermedades infecciosas a un cambio estrat¨¦gico hacia la lucha contra las cr¨®nicas?
A punto de llegar al horizonte que al final de siglo pasado nos fijamos para avanzar hacia un desarrollo global, se constatan dos certezas. La primera es que ninguno de aquellos Objetivos de Desarrollo del Milenio se cumplir¨¢ tal y como se hab¨ªa previsto y, sin embargo, la segunda es que todos queremos incluir aquello que nos parece imprescindible en el nuevo marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible con los que la pr¨®xima Asamblea General de Naciones Unidas, a celebrar en oto?o, abrir¨¢ una nueva etapa de otros tantos a?os.
La salud, la ense?anza, la alimentaci¨®n, los derechos humanos, el cambio clim¨¢tico o el buen gobierno y la democratizaci¨®n, por citar solo algunos ejemplos, tienen ej¨¦rcitos de defensores que trabajan para que sus causas no queden al margen del nuevo plan de acci¨®n. Luego, a pesar de que no hemos cumplido muchas de las promesas ni alcanzado todos los resultados esperados, los objetivos han funcionado. Aun sin haber alcanzado el escenario ¨®ptimo, han sido la zanahoria que hizo posible la puesta en marcha del motor del desarrollo global.
La ventaja de establecer unos objetivos es que permite medir el avance y en el terreno de la salud global ¡ªy particularmente en el de las enfermedades infecciosas¡ª algunos avances no son menores. Tomemos, por ejemplo, el caso de mortalidad infantil: el n¨²mero de ni?os que no llega a cumplir sus primeros cinco a?os de vida se ha reducido enormemente. Hemos pasado de casi 12 millones de muertes en los 90 a recortarlas dr¨¢sticamente hasta la mitad. En 2013, la cifra se cerr¨® en 6,3 millones.
Algo similar podr¨ªamos decir de las tres grandes enfermedades infecciosas. La lucha contra el sida ha logrado estabilizar una curva ascendente de infecciones. En 2010, el n¨²mero de personas viviendo con el virus del VIH era de unos 34 millones, casi un 20% m¨¢s que en el 2000, sin embargo la mortalidad por causas relacionadas con esta enfermedad ha ido disminuyendo significativamente desde que en el 2000 alcanzara su m¨¢ximo en m¨¢s de dos millones. Un ¨¦xito que hubiera sido imposible sin el impulso de una d¨¦cada que ha visto c¨®mo se creaban nuevos mecanismos de financiaci¨®n internacionales, como el Fondo Mundial contra el sida, la malaria y la tuberculosis, que han dinamizado el acceso al tratamiento antirretroviral a nivel global.
La lucha contra la malaria tambi¨¦n ha registrado un descenso de casi el 30% en el n¨²mero de v¨ªctimas mortales durante la ¨²ltima d¨¦cada. El avance en casi todas las enfermedades infecciosas, incluso en las consideradas desatendidas, ha sido considerable gracias a diversos factores. La irrupci¨®n de nueva filantrop¨ªa, con la Fundaci¨®n Bill y Melinda Gates a la cabeza, la promoci¨®n de nuevos mecanismos de financiaci¨®n o el desarrollo de innovaci¨®n para hacerla accesible a las poblaciones mas vulnerables, junto con el compromiso pol¨ªtico y en el marco de unos objetivos globales, han sido determinantes. Pero tan importante como constatar los avances, lo es no contemplar la botella medio llena, pensando que lo que queda es menor.
?Hacia d¨®nde encaminar los nuevos retos? ?Debe dar paso este panorama de avance en las enfermedades infecciosas a un cambio estrat¨¦gico hacia las cr¨®nicas?
?Hacia d¨®nde encaminar los nuevos retos? ?Debe dar paso este panorama de avance en las enfermedades infecciosas a un cambio estrat¨¦gico hacia enfermedades cr¨®nicas? Es cierto que hay una transici¨®n epidemiol¨®gica y que muchas de las enfermedades, como las cardiovasculares o el c¨¢ncer, que ten¨ªan mayor incidencia en econom¨ªas ricas, tambi¨¦n han aumentado su impacto en pa¨ªses de renta media y baja. No obstante, en el debate sobre la salud global el dilema no deber¨ªa dirimirse entre conceptos muchas veces m¨¢s sem¨¢nticos que reales. El sida es una enfermedad infecciosa, pero gracias a los actuales tratamientos se ha convertido en cr¨®nica. El dilema no est¨¢ en la elecci¨®n entre unas u otras. Entendiendo la salud global como una condici¨®n para el desarrollo de las poblaciones m¨¢s vulnerables ¡ªlas que menos posibilidades tienen de asumir los recursos b¨¢sicos para salir adelante¡ª, el horizonte todav¨ªa est¨¢ lejos, y los objetivos futuros no deber¨ªan tener tanto en cuenta los logros, como los retos que quedan por delante.
Efectivamente, la mortalidad infantil se ha reducido a la mitad. Pero de los 6 millones de ni?os que murieron prematuramente el a?o pasado antes de cumplir cinco a?os, m¨¢s de la mitad fueron v¨ªctimas de enfermedades infecciosas que se podr¨ªan haber tratado. Este es un indicador claro para entender que el esfuerzo en la lucha contra estas dolencias debe mantenerse. Es tambi¨¦n el mejor ejemplo de que el impacto lo podemos medir no solo en t¨¦rmino de vidas, sino tambi¨¦n en la reducci¨®n de desigualdades injustas que muchas veces est¨¢n en el origen de las enfermedades, y que condenan a una parte de la poblaci¨®n por el solo hecho de haber nacido en un entorno de miseria. Poner remedio a la falta de equidad deber¨¢ ser, por lo tanto, uno de los objetivos prioritarios en la nueva etapa que est¨¢ a punto de comenzar.
Rafael Vilasanjuan es director de An¨¢lisis y Desarrollo Internacional del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal).
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