Ni?os de ayer
El milagro de ¡®Boyhood¡¯ es que el espectador se ve en el papel de madre o de padre, pero tambi¨¦n en el de hijo
Hay alg¨²n momento en que todo creador siente la necesidad de contar su infancia. Es el gran misterio, la caja negra, los a?os que contienen casi todo. Louis Armstrong sobrevivi¨® a una ni?ez en un prost¨ªbulo gracias al amor de su abuela y a quienes supieron ver en ¨¦l un ni?o prodigio, lo que sigui¨® siendo, por cierto, el resto de su vida. Los hermanos Marx eran c¨®micos de nacimiento pero vivieron de su comicidad gracias a una madre coraje. Proust dese¨® desesperadamente que su madre le diera un beso de buenas noches; el resto est¨¢ escrito en siete tomos. Gila describe como nadie lo ha hecho el Madrid popular, el de las buhardillas, y Arturo Barea el de las lavanderas del barrio de las Injurias. Harper Lee, que tanto ha dado que hablar esta semana, cont¨® su infancia en una novela e incluy¨® como personaje al que fuera su compa?ero de correr¨ªas en Monroeville, Truman Capote, el ni?o pedante y desamparado que tambi¨¦n narr¨® su ni?ez en Alabama vali¨¦ndose del velo de la literatura. Yo colecciono infancias, ese momento de la vida en el que cualquiera, desde el tierno de coraz¨®n hasta el que habr¨¢ de convertirse en un repugnante asesino, tiene derecho al perd¨®n. No s¨¦ si la infancia explica el futuro, pero los psic¨®logos afirman que las vivencias de los seis primeros a?os condicionan la capacidad de sobreponerse a la desgracia o de encararla y convertirla en jugosa experiencia.
Fern¨¢n G¨®mez comienza as¨ª, con esa caballerosa distancia ir¨®nica que impregnaba su prosa, a contar su infancia:
"Recuerdo haber le¨ªdo no s¨¦ d¨®nde que no se debe escribir sobre la propia infancia porque la infancia de todos los hombres es la misma. Efectivamente, yo nac¨ª, como todo el mundo, en Lima, pero no me registraron all¨ª, sino que, como a todos los hombres, me sacaron del Per¨² casi de contrabando porque la compa?¨ªa en la que actuaba mi madre cambiaba su gira; fui inscrito d¨ªas despu¨¦s en Buenos Aires. Mi abuela, como las abuelas de todos los dem¨¢s, tuvo que desplazarse a sus 60 a?os de costurera madrile?a a la ciudad del Plata para hacerse cargo del evento, ya que mi madre se hab¨ªa contratado en otra compa?¨ªa trashumante, la de Antonia Plana y Emilio D¨ªaz, y no sab¨ªa qu¨¦ hacer con aquel regalo de la Providencia. Durante algunos meses, tambi¨¦n, como todos los ni?os del mundo, tuve un ama negra".
Todos los ni?os poseen una capacidad de supervivencia que les hace habitar en un universo com¨²n
Quien de esta manera recuerda una infancia procelosa es porque ha sido bendecido con el don de la comedia y todo aquello que a otro le abocar¨ªa a la desgracia al artista le nutre la fantas¨ªa y le aviva la inteligencia. Todos los ni?os, por muy distinta que sea su realidad, poseen una capacidad de supervivencia que los distingue de los adultos y les hace habitar en un universo com¨²n. Contemplas a una manada de chiquillos jugar en mitad del campo et¨ªope, peque?os e insignificantes en un paisaje en el que la vista se pierde, y esos juegos casi parecen los mismos que los que maquinan unos chavales en la calle de un pueblo espa?ol o en el patio de un colegio. A pesar de que el beb¨¦ humano es el m¨¢s indefenso de la naturaleza estamos hechos para sobrevivir, encajar, sobrellevar, crecer, separarnos, y comenzar un nuevo cap¨ªtulo en la vida, aquel que tan exactamente define el G¨¦nesis: "Dejar¨¢ el hombre a su padre y a su madre y formar¨¢ con la mujer una sola carne".
De eso trata exactamente la pel¨ªcula que a tantos nos dej¨® estremecidos este a?o, Boyhood. Richard Linklater filma, con la precisi¨®n que le permiti¨® contar durante 12 a?os con los mismos actores y asistir al proceso natural de crecimiento y envejecimiento de todos ellos, c¨®mo una criatura irrumpe en la vida de sus padres, la transforma, la descoloca y la enriquece; la condiciona tanto como a su vez el padre y la madre marcan la vida futura de un hijo. Cuenta Boyhood de una manera tan exacta que acaba por sacudir el peso de tu propia memoria c¨®mo los hijos observan en silencio los errores de los padres, c¨®mo hacen todo lo posible por perdonarles, y c¨®mo finalmente sienten la necesidad de caminar solos y desvincularse de quienes se han desvelado por ellos.
El milagro de Boyhood es que el espectador se ve a s¨ª mismo en el papel de madre o de padre, m¨¢s a¨²n si ha tenido hijos, pero tambi¨¦n se identifica con el personaje del hijo, y siente representada tanto la emoci¨®n de la crianza como el dolor de la p¨¦rdida, tanto el para¨ªso de vivir bajo la protecci¨®n materna como la firme resoluci¨®n de inventar una vida propia.
Pasado ma?ana se celebran los Oscars y al margen de chafardear un rato con los amigos sobre trajes y discursos, de eso se trata, yo me unir¨¦ a ese batall¨®n de espectadores que este a?o fueron seducidos por una historia que ha sido popular y a la vez excelente. Una pel¨ªcula que podr¨ªa comenzar con los mismos versos que eligi¨® Fern¨¢n G¨®mez para abrir sus memorias: "Alg¨²n d¨ªa se pondr¨¢ el tiempo amarillo sobre mi fotograf¨ªa". Versos que definen el paso del tiempo con la exactitud que construye la gran poes¨ªa, de los que Fernando tom¨® prestado un t¨ªtulo tan acertado, El tiempo amarillo, y que fueron escritos por alguien, Miguel Hern¨¢ndez, al que no le dejaron ver crecer a su hijo pero que a¨²n tuvo tiempo de describir la arrolladora fuerza de un reci¨¦n nacido que se aferraba a la vida contra toda desgracia.
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