Claves interculturales para la cooperaci¨®n
?C¨®mo evitar que la ayuda internacional sea un mecanismo de subordinaci¨®n?
La cooperaci¨®n mediante la cual los pa¨ªses m¨¢s ricos pretenden ayudar a los m¨¢s pobres da pie a una relaci¨®n desequilibrada: los primeros disponen de recursos y mecanismos para imponer su voluntad o, cuando menos, sus criterios. La cooperaci¨®n en el ¨¢mbito de la defensa, por ejemplo, tambi¨¦n puede ser asim¨¦trica, basada en capacidades militares dis¨ªmiles ante rivales comunes. Pero la primera difiere de ¨¦sta y de otras (como en los ¨¢mbitos comercial o cultural) en que la parte m¨¢s poderosa est¨¢ convencida de disponer de una legitimaci¨®n ¨¦tica para ejercer ese poder: el altruismo solidario en beneficio de los m¨¢s d¨¦biles.
La construcci¨®n de esta legitimidad se cimienta hist¨®ricamente en la labor misionera cristiana y tambi¨¦n en la filantrop¨ªa laica. En cualquiera de los casos, est¨¢ presente la creencia en la superioridad cultural europea, fundada en el progreso cient¨ªfico-t¨¦cnico alcanzado, que permiti¨® someter durante mayor o menor tiempo a otros pueblos y culturas. Y tras la descolonizaci¨®n de ¨¦stos, adquiri¨® casi dimensi¨®n de imperativo ¨¦tico la difusi¨®n universal de productos pol¨ªticos europeos, sin duda notables, como la democracia y los derechos humanos, aunque siempre arrog¨¢ndose sus creadores la autoridad de valorar y certificar la correcta asunci¨®n de los mismos.
Podemos calificarlo como etnocentrismo y no ser¨ªa demasiado aventurado afirmar que se encuentra en todas las comunidades humanas, por lo que auto-valorarse m¨¢s all¨¢ de lo objetivo o juzgar a los dem¨¢s a partir de los par¨¢metros y valores propios no es una se?a de identidad europea. Tambi¨¦n es cierto que en la relaci¨®n entre comunidades que difieren culturalmente el esfuerzo por entenderse y crear puentes de colaboraci¨®n es mutuo y no una exigencia s¨®lo para una de las partes. Pero cuando una de ellas dispone de mayor poder y capacidades, y declara que su prop¨®sito es ayudar a la otra, recae en ella una mayor responsabilidad en esa tarea.
El peso de este ejercicio de poder en la cooperaci¨®n internacional, bienintencionada y solidaria, resulta un obst¨¢culo para los fines declarados. ?O acaso no llega, en ocasiones, a confundirse con paternalismo, prepotencia o desprecio hacia la dignidad intr¨ªnseca de los dem¨¢s?
En el fondo, cabe preguntarse si el mantenimiento de la creencia en la legitimaci¨®n ¨¦tica de ese poder sobre los dem¨¢s no supondr¨ªa la perpetuaci¨®n de un mecanismo de construcci¨®n de la dependencia y de la subordinaci¨®n.
La interculturalidad, entendida como herramienta basada en el respeto a la diversidad y en el enriquecimiento mutuo, proporciona pautas ¨²tiles en el ¨¢mbito de la cooperaci¨®n para el desarrollo. Estas podr¨ªan ser algunas:
- La cooperaci¨®n no debe contribuir a reforzar la alteridad (mediante la ¡°construcci¨®n del otro¡±, reduci¨¦ndolo, simplific¨¢ndolo, distanci¨¢ndolo) sino a acercarnos.
- Ayudar a personas es colaborar con sujetos, no es cosificarlas como objeto de nuestra ayuda.
- Comparando los mayores logros de tu sociedad con los fracasos de las dem¨¢s satisfaces tu autocomplacencia y tu complejo de superioridad.
- Antes de pretender tener la soluci¨®n a sus necesidades y carencias, preg¨²ntate si has solucionado las de tu pa¨ªs.
- M¨¢s que dar soluciones, analizar conjuntamente los problemas.
- Cuando identifiques desaf¨ªos comunes que tu sociedad ya ha encontrado un modo de afrontar, recuerda el tiempo que le llev¨®, qu¨¦ sacrificios e intentos fallidos super¨®.
- Conocen tus debilidades culturales y los intereses de lo que representas. Siglos de soberbia nos preceden.
- A veces, somos parte del problema, una inc¨®gnita m¨¢s o menos oculta en la ecuaci¨®n.
- Contribuye al impacto positivo de lo que ya hacen, antes de lanzar tus ideas.
- Acompa?a, no dirijas.
- Apropiaci¨®n no es que los actores locales hagan suyos los planteamientos for¨¢neos, sino al rev¨¦s.
- Respetar es merecer ser digno de respeto.
- Despu¨¦s de las presentaciones, escucha antes de hablar.
- Esfu¨¦rzate en percibir c¨®mo te est¨¢n viendo e imag¨ªnate que fueras tu quien espera recibir apoyo.
- Procura que te digan aquello que crean que debemos de darnos cuenta, pero que saben que no nos gusta escuchar.
- Para recibir las respuestas m¨¢s ¨²tiles hay que ganarse la confianza; las respuestas no est¨¢n a la venta.
- Las declaraciones y compromisos internacionales est¨¢n bien, ponerlos en pr¨¢ctica es todav¨ªa mejor.
Afortunadamente, no faltan ejemplos de buenas pr¨¢cticas y no se trata de dar lecciones sino de que todos reprimamos los instintos etnoc¨¦ntricos. Y tambi¨¦n de adaptarse a los tiempos y las demandas que nos llegan desde los pa¨ªses que quieren ser socios, no receptores. Ese es el compromiso de muchos actores de la Cooperaci¨®n Espa?ola. Muestra de ello son el Programa Masar, de acompa?amiento a los procesos de gobernanza democr¨¢tica en el Norte de ?frica y Oriente Pr¨®ximo, y el Programa Apia, de apoyo a pol¨ªticas p¨²blicas inclusivas en ?frica Subsahariana.
Alberto Virella director de Cooperaci¨®n con ?frica y Asia de la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional para el Desarrollo (Aecid).
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