Torpezas
Zapatero no puede, como expresidente, actuar al margen de la pol¨ªtica exterior del Gobierno
La ejemplar discreci¨®n que hab¨ªa mantenido hasta hace unas semanas Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero como expresidente del Gobierno ha sido puesta severamente en cuesti¨®n tras la entrevista que celebr¨® el mi¨¦rcoles con el mandatario Ra¨²l Castro durante una visita no oficial a Cuba, parte de una gira en la que tambi¨¦n se encontrar¨¢ con el presidente de Bolivia, Evo Morales. Miguel ?ngel Moratinos, jefe de la diplomacia espa?ola durante parte de sus Gobiernos y que le acompa?a en estos desplazamientos, se?al¨® que Zapatero fue a Cuba como presidente de honor del Comit¨¦ para la Abolici¨®n de la Pena de Muerte de la ONU.
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El af¨¢n de implicarse en la batalla por los derechos humanos no tiene por qu¨¦ estar re?ido con las responsabilidades institucionales que tiene Zapatero, que ya hab¨ªa visitado Guinea Ecuatorial en julio de 2014, donde se reuni¨® con el presidente Teodoro Obiang para obtener una moratoria universal en las ejecuciones de la pena capital. Si entonces no se produjo ning¨²n contratiempo con el Gobierno de Rajoy, resulta inaudito que esta vez no hubiera informado en condiciones de un eventual encuentro con Castro, y m¨¢s cuando este rechaz¨® hace poco recibir al actual ministro de Exteriores, Garc¨ªa Margallo.
Las l¨ªneas maestras de la pol¨ªtica exterior no pueden estar sujetas a los vaivenes de la lucha partidista. Al iniciar una visita de estas caracter¨ªsticas, un expresidente ¡ªque es miembro del Consejo de Estado¡ª lo menos que puede hacer es coordinarse con el Gobierno; eso no tiene nada que ver con que la Embajada en La Habana estuviera al corriente de los detalles de la llegada y tramitara los permisos correspondientes de los escoltas. Son vacuas y casi pueriles las explicaciones dadas ayer por Zapatero en La Habana: ¡°Siempre he tratado de sumar y de actuar por el inter¨¦s de Espa?a¡±.
Tampoco son de recibo las excusas esgrimidas por Moratinos, que asume que ¡°quiz¨¢ habr¨ªa sido l¨®gico¡± hablar antes con Garc¨ªa Margallo. El exministro asegur¨® que no quer¨ªa causar molestias y que no se volver¨¢ a repetir algo similar.
La falta de sinton¨ªa entre las actividades de expresidentes y las tareas de los Gobiernos que les suceden no es nueva. A Aznar no le gustaron algunas iniciativas de Felipe Gonz¨¢lez, y Zapatero tampoco vio con buenos ojos que Aznar tuviera un programa propio de viajes al exterior.
Zapatero hab¨ªa sabido hasta hace poco mantenerse al margen, en un discreto segundo plano. Ahora, adem¨¢s de este incidente, parece como si le activara el fragor de las batallas pol¨ªticas que empiezan a librarse en un a?o atiborrado de citas electorales: sorteando al secretario general de su partido, Pedro S¨¢nchez, Zapatero se reuni¨® secretamente en diciembre con Pablo Iglesias, el dirigente de la formaci¨®n que amenaza directamente al PSOE en los sondeos. Es f¨¢cil que los actos no guiados por la lealtad con los sucesores ¡ªen el partido o en el Gobierno¡ª acaben vi¨¦ndose como torpezas.
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